Batata News. Se llama Candelaria Chinea y es natural de Alajeró. Durante muchos años se especializó en su casa en hacer comida para diez con poca cantidad. Ahora tiene 85 años y acudió el pasado 3 de enero a vacunarse. Al ver lo que echaba el enfermero en el vial, le dijo: «mi niño, ¿cómo estás desperdiciando esa vacuna con lo que nos costó conseguirla?». El enfermero, altivo, le contestó: «¡hágalo usted señora!». Y a ello se puso.
Cuentan testigos presenciales que Candelaria vertió el líquido de la Pfizer en un caldero y lo mezcló. Cogió jeringuillas especiales y lo dosificó. Luego, separadas en tubos de ensayo herméticamente cerrados, las introdujo en el congelador a la preceptiva temperatura de -70ºC. Los enfermeros y enfermeras que iban recibiendo las vacunas no daban crédito. Llamaban y llamaban a pacientes mayores para vacunar y nunca se gastaban las dosis.
El equipo del Servicio Canario de Salud, liderado por Conrado Domínguez, contabilizó, sorprendidos, que habían administrado 185.000 vacunas cuando habían recibido 60.000. Nada menos que más de tres veces más. «Oh, mi niño, yo cogía un paquete de arroz y comíamos los diez y repetíamos, aquel caldero sacaba platos sin parar porque yo lo acrecentaba un pizco. Una vez hicimos un potaje tan grande que comimos de él mes y medio con cena incluida», afirma Candelaria. Todo el mundo está encantado con la labor de acrecentar las dosis de la vacuna. Todos menos Pfizer…