
Miren el banquete de Felipe V. Ahí, con toda su familia, posando ante la cámara (en este caso ante el pintor) y gastando recursos públicos. Hay que acabar con esos dispendios, con el absolutismo, con vivir de espaldas a la gente y habría que generar una cultura de lo público. El pueblo y sus problemas deben erigirse en sujeto político como actor principal. Algo así podría haber pensado a principios del XVIII el que posteriormente se convertiría en Carlos III, tercer hijo varón de Felipe V, rey Borbón.
Felipe V fue el primer rey Borbón en el trono español, por cierto. Tras una sucesión de turbulentos reyes, Carlos III llegó de las Dos Sicilias para reinar en España. Dice la historiografía que era el menos excéntrico de los primeros borbones. Además, debajo del brazo llevó a España una serie de «reformas» venidas de Europa, convirtiéndose en uno de los actores principales en iniciar la corriente que se llamó despotismo ilustrado, todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Lo cierto es que el llamado alcalde de Madrid tenía la cara más grande que la Puerta de Alcalá…
Una cara que se gastan algunos despóticos que se jactan de hacer una política distinta. En sus muros de Facebook colocan tablas comparando las salidas de la crisis del año 2008 y la resultante de la COVID-19. Y, como todo en esta vida, es manipulable. En proposición de medidas, la cosa no anda tan mal, pero cuando se baja el balón al piso y se mira su aplicación, la realidad es bien distinta. Lo dicho, todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
Con gobiernos progresistas en Canarias y el Estado cabría esperar una mejora de las condiciones de los autónomos. Hay una masa de autónomos precarios que no cuenta con ayudas de ningún tipo y que siguen pagando sus casi 300 euros mensuales, con subida incluida. Esto provoca el descenso de casi 2.000 autónomos en Canarias, de las mayores cifras del Estado. ¿Por qué se iban a mantener si no ajustan la cuota a lo que ganan? ¿Quién puede vivir si facturan 600 euros al mes y pagan 300? ¿Cuánto tiempo se puede aguantar eso cuando caen todos los sectores productivos? Mientras, los representantes de autónomos hablan por lo que facturan mucho, no por estos autónomos precarios, basta escucharlos en cualquier entrevista.
Los programas políticos de todos los partidos (sí, digo todos) incluían medidas de mejora en las condiciones de los autónomos. Primero era la fragilidad para gobernar. Luego fue la crisis sanitaria y, en medio de esa crisis, no reaccionan para implementar medidas para regular la situación de esas personas, en el filo de la navaja durante años. Alguno se excusa de que no tienen mayoría, pero ya sabían que eran un simple muñeco arrojadizo en el gobierno. Si no es ajuste de cuota, un debate que está presente porque eso podría abrir la vía a contratar en precario, que sea, al menos, la posibilidad de cobrar paro una vez cese su actividad, como flotador momentáneo.
Lo cierto es que no es así. Si uno trabaja como asalariado, lleva el papel de su empresa y le arreglan el desempleo por un periodo de hasta dos años. Toma uno respiro y busca otro empleo poco a poco, aunque la prestación se vaya reduciendo con el tiempo. Los autónomos no. La prestación por cese de actividad la llegan a cobrar en torno a un 60% de los solicitantes, según distintas fuentes consultadas, y hay que justificarla muy bien. ¿Qué ventajas posee un autónomo que paga regularme sus cuotas? Me temo que cotizar y la posibilidad de tomar la baja por enfermedad no son suficientes atractivos si, cuando se me acaba la actividad, me queda darme de baja, con 0 euros posteriores en el bolsillo, o seguir pagando.
Un panorama, por cierto, similar al que ven cada día las pymes por más que anuncien planes de rescate. Como bien sabemos, Canarias posee un paro estructural que supera el 20%, el 60% si hablamos de la juventud. El trabajo autónomo podría tener su atractivo, una vía de salida a una situación leonina, sin embargo no es de recibo que es un camino lleno de espinas. Un galimatías que la «nueva política» despótica no ha sabido paliar, más que se llenen la boca y hagan autobombo de medidas que nunca se aplican.
Una medida muy cacareada fue el Ingreso Mínimo Vital, que, con toda la promoción del mundo, anuncian que van a cobrar las personas solicitantes en Canarias. Sin embargo, las solicitudes tardan meses en estudio, al igual que las distintas ayudas de emergencia anunciadas con todo el ruido del mundo desde el Gobierno de Canarias. Recuerden que son personas en situación de emergencia, que en Canarias se cifran en unas 300.000 y otras 800.000 en riesgo de exclusión social en una situación tan delicada, y que se quedan meses esperando por una solicitud que no se termina de resolver.
Su alcance estatal no ha llegado ni a la mitad de la población que potencialmente debiera recibirlo denunciado por UGT, un sindicato que no se puede calificar en ningún caso combativo con los gobiernos estatal y canario. Con todo, hablamos de un tremendo fracaso. No han sabido llegar a las personas más vulnerables, enredando en trámites y burocracia, y sin dar soluciones reales. Por si fuera poco, hablar con la Seguridad Social es misión imposible. Pedir cita previa ni hablemos. Pedir cita telefónica, en muchas oficinas, tampoco es posible. Con todo, si uno fuera mal pensado diría que la administración se está valiendo de la excusa de la pandemia y el resultado es un servicio deficiente y con exceso de celo.
Con todo, los ERTES se prorrogan hasta el 31 de mayo como sostén social, en una situación límite. Pero, más allá de los trabajadores que pudieron entrar en esos ERTEs, hay otra realidad de trabajadores parados, de gestores de pequeñas empresas que han mantenido el empleo con miles de sacrificios, de autónomos y de excluidos socialmente que no reciben atención más allá un lacónico «en estudio» en la pantalla. Con todo, siguen vigentes, vale recordarlo, la Reforma Laboral que abarató el despido (¿la fase que vendrá en verano?) y la Ley Mordaza, que limita las libertades y la movilización ciudadana.
Y esto con los de la nueva política de la mano del más viejo de los engaños, los que iniciaron esa Reforma Laboral que luego protestaban, los que negaron la crisis y los que llevan treinta años engañando a personas de buena voluntad que creen en ellos (todavía). Lo dicho, despotismo ilustrado y si me llevas la contraria «le estás haciendo el juego a la derecha». Vamos a llamar las cosas, por una vez, por su nombre y dejémonos de paños calientes. Simples hijos de Felipe V…