Publicado originalmente el 8 de diciembre de 2013
Recuerdo a un viejo amigo que decía que “en política, es tan importante ir a los sitios como no ir”. Años más tarde, llevando esa sentencia en mente, yo mismo decidí no ir más y, como se dice en inglés, nunca miré atrás. En cualquier caso, volviendo a la importancia de manejar las ausencias en el lenguaje y la simbología política, uno tiene la impresión de que Paulino Rivero no ha aprendido nunca una lección tan sencilla. Él va a todo. Incluso si no lo invitan. Lo de las romerías puede entenderse como un intento de pasar por un presidente cercano a la gente, aunque en ese empeño tal vez más le valieran otro tipo de gestos o, si se quiere, otro estilo más pegado a la realidad de los canarios, sus carencias de toda naturaleza,… Pero no. Paulino va a todo y eso no puede sino llevarle a hacer el más espantoso de los ridículos, como en el último funeral de la Constitución española.
Se hartaron los medios de señalar, con razón, que los nacionalistas no acudirían al mentado funeral esgrimiendo argumentos políticos de todo tipo. Me parece que todos pueden confluir en uno: no es un texto legal con el que uno pueda sentirse cómodo si se pretende salir de este Estado o encontrar otro acomodo menos incómodo. Paulino sí. Paulino va el primero, no sea que no lo inviten más, porque para él lo importante es gobernar “desde la lealtad institucional”. Debe referirse a esa lealtad que España y su gobierno jamás han tenido con Canarias desde los Reyes Católicos, a quien ahora todo el mundo cita como unos reyes chachis con las islas, por lo visto. Logra así el dudoso honor de ser el único autodenominado nacionalista que asiste al tenderete constitucional, ese texto que él dice que quiere reformar asimétricamente. De paso, los medios, afines o no, se estallan de la risa mostrando los habituales corrillos -copa y canapé gratis para los del PP, militares, curas, amistades,…- y “la oposición”: un triste tándem donde Rubalcaba le vende cualquier moto a Paulino y éste asiente, haciendo como que entiende, porque lo importante es la lealtad institucional, ir, asistir, estar,… aunque a nadie allí le importe lo más mínimo.