¿Cuántos meses llevamos hablando de corredores seguros? Desde el comienzo de la desescalada en Canarias se propuso recuperar el turismo con seguridad. En aquel entonces la situación epidemológica en Canarias era bastante óptima en relación con el resto del planeta y sobre todo con respecto al resto del Estado. En la carrera por un turismo seguro, Canarias aparecía a la cabeza para recuperar algo de turismo en verano y sobre todo de cara a la temporada de invierno.
Los aviones empezaron a llegar y la situación epidemológica empezó a empeorar, hasta llegar al punto crítico del mes de agosto, con indicadores bastante negativos sobre todo en Gran Canaria. No hay que ser muy avezado para relacionar la entrada de turistas y el aumento de casos de COVID-19 en las islas, sobre todo en lugares con más presencia de población como Las Palmas de Gran Canaria. Esos turistas entraban simplemente con una inspección visual y con una toma de temperatura.
El virus había vuelto como llegó y todavía no se ha ido. La situación se recupero un poco salvo en la isla de Tenerife, todavía en semáforo rojo. Se culpó a la población local, pero eso era un análisis sesgado y parcial. Hace meses se planteó la posibilidad de establecer un PCR obligatorio para la entrada de turistas. En un principio se debatió quién debía pagarlo. Luego el Gobierno de Canarias dijo que lo debíamos pagar nosotros porque más vale pagar PCRs que ERTEs, o al menos eso debieron pensar.
Posteriormente AENA planteó problemas a la hora de operativizar todo ese dispositivo. Todavía a día de hoy se sigue debatiendo del tema, pero ahora los empresarios turísticos y las instituciones canarias quieren validar el test de antígenos como test competente para la entrada de turistas. Por dos motivos, por la rapidez y por el precio, siempre la economía del pobre turista.
Epidemólogos y especialistas en la materia plantean dudas sobre la efectividad del test de antígenos. Dicha prueba expresa la situación de los anticuerpos del organismo cuando ya está infectado. Por lo tanto, no define la infección en primeras etapas sino cuando ya existe una alta carga viral. El PCR, con su margen de error, es una fotografía más certera. Es una obviedad que ya se ha dicho y que hemos aprendido, pero no viene de más recordarla.
A esta situación le veo varias aristas. En primer lugar, el mensaje del empresariado y las instituciones es que más vale un test de antígenos que nada, lo cual no deja de ser cierto pero confirma mi sospecha de que se requiere más a efectos de impacto y promocionales que a nivel de contener la pandemia.
En segundo lugar, Canarias, con competencias en Sanidad, debería poder autorizar por sí misma este procedimiento de cara a abrir los mercados. No olvidemos que es una temeridad no hacer nada cuando muchos de los países emisores están terminando confinamientos o todavía en cuarentenas parciales. Habla, además, de una falta de soberanía tantas veces expresada.
Percibo una clara contradicción entre los deseos del empresariado y las instituciones y la realidad. En muchos de los países emisores se está haciendo un llamamiento para evitar traslados y nosotros los estamos invocando continuamente. Entiendo perfectamente la necesidad de recuperar actividad económica para las personas en ERTE, pero siempre será un error confundir los deseos con la realidad.
Las mismas instituciones canarias y del Estado están solicitando civismo de cara a Navidad. Eso conlleva evitar traslados innecesarios. En Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña la situación y el mensaje será similar. Cuando las autoridades sanitarias dicen con la boca pequeña que ya están poniéndose en el escenario de una tercera ola por el impacto que tendrá en la situación epidemológica las fiestas navideñas, pensar que se va a recuperar el turismo por un test de antígenos es de ciencia ficción.
Con todo, el panorama de recuperación como algunos pretenden lo veo muy complicado. Yo también deseo que se acabe tanto sufrimiento en muchas personas que han visto reducida su prestación y cuyo futuro es incierto, pero no se puede jugar con la realidad. El turismo que ellos plantean choca de frente contra la realidad, con tests o sin tests.
Lo más sensato en este punto sería atraer un turismo moderado, con protocolos claros y en las máximas condiciones de seguridad sanitaria. Con eso, que seguramente requiere más personal y que reduce la ganancia, posibilitará posicionarse para cuando llegue una nueva normalidad con la vacuna y con sus limitaciones, que serán también, me temo, bastantes. No se va a recuperar la normalidad con tests, vacunas ni nada por el estilo. Se trata de reorientar la oferta, reinventarse y ser ingeniosos en este momento.