
En estos tiempos estoy recordando mucho las reflexiones del director de cine Gonzalo Suárez. Ya en 1972, con el surgimiento de una clase social denominada progresía, definió este fenómeno de esta forma en la revista Triunfo: «La progresía es inoperante porque únicamente gira en torno al ombligo de sus bien pensantes opiniones. (…) La progresía reclama películas políticas pero se contenta con aplaudir en un lujoso cine de estreno cuatro frases de cualquier película que se limita a reconstruir y fotografiar de la manera más convencional una utópica revolución para adolescentes («Queimada»). Así se produce una descarga psicodramática estabilizadora que reúne todas las las características de una actitud paternalista muy cómoda (revolución desde la butaca que no altera ninguna estructura mental)».
Poco ha cambiado el fenómeno progresista casi medio siglo después. Es una clase social acomodada en lo económico, con unos gustos tan refinados como los burgueses, conservador en lo personal y expansivo en lo lejano, a modo de cura de conciencia, puede llegar a ser opresor y a veces roza lo reaccionario… Siguiendo con la definición, el tiempo ha demostrado que pueden gestionar una crisis como los neoliberales y se sienten tan lejanos de la clase trabajadora como lo hacían en los 70 de sus compis de colegio que eran franquistas. Además, termino, son casi tan nacionalistas, o más según el caso, que la peor de las derechas, encajando la crítica bastante mal.
Pareciera que Silvio Rodríguez pensaba en ellos cuando compuso en 1986 la mítica «Canción en harapos». «Qué fácil agitar un pañuelo a la tropa solar», comienza. Porque son recurrentemente cercanos en la oposición (contra el PP y CC vivíamos mejor) como distantes y acomodados en el poder. Se convierten de ecologistas a desarrollistas, de federalistas a centralistas, de antisistemas a acérrimos defensores de las instituciones del Estado, de defensores de la economía del bien común a neoliberales…
Toda esta retahíla viene a cuento por los hechos acaecidos esta semana en la Universidad de La Laguna. Según confirmó la propia universidad, el Ayuntamiento de La Laguna usó un espacio en la Facultad de Bellas Artes cedido por la universidad para hacer maniobras policiales y militares. Un grupo de estudiantes protestó y la Policía Nacional se excedió en el uso de la fuerza, como valora la propia ULL. Incluso dos personas fueron detenidas, al menos una de ellas por hacer fotos, en una aplicación de la torticera Ley Mordaza.
Lo que ha venido después ha sido lo de siempre: los paños calientes. Lo mismo que hizo el Partido Socialista cuando Javier Abreu agredió a activistas defensores del derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental, hecho demostrado con un vídeo. En este caso hay algunos vídeos que demuestran la actitud cívica de los estudiantes y la agresividad policial en sede universitaria. Pero iba con los paños calientes. Unidas se puede, socio de gobierno, se desmarca de la situación. Sin embargo, tengo mis dudas sobre el hecho de que quieran llegar al fondo del asunto. El poder, ya saben…
El Ayuntamiento, liderado por el PSOE, pero como es conocido apoyado por Unidas se puede, dice que va a pedir explicaciones a la Subdelegación del Gobierno. En cualquier caso, no olvidemos que fue el Ayuntamiento quien pide el espacio, militarizando la universidad pública y la que organiza el Congreso Internacional de Seguridad y Turismo, al menos el principal impulsor. Si nos atenemos a las declaraciones de su socio, se avecina bronca en el pacto municipal, dado que la formación que lidera Rubens Ascanio no apoyaba el acto en el municipio. Empero apuesto medio brazo a que todo se va a quedar debajo de la alfombra por el bien de la revolución y seguiremos bailando al son del progresismo.
No olviden estos hechos cuando se manifiesten contra el militarismo, cuando critiquen la Ley de Seguridad Ciudadana que luego se aplica en el municipio en medio de protestas legítimas en contra de la toma de los estamentos militares de una institución de paz y sabiduría como la Universidad. Me gustaría que los hechos desdijeran este texto. Que el Ayuntamiento indague y ponga toda la carne en el asador para que los policías que se excedieron paguen por su porrazo fácil. Que hubiera una declaración pública que impidiera que se vuelvan a repetir actos de este tipo en la universidad pública.
Soy escéptico. Nos olvidaremos pronto, mucho antes de lo que se curan las heridas de algunos pibes, con anterioridad a que los detenidos puedan demostrar que no estaban haciendo nada malo, mientras la Justicia y el estamento policial intenta tirar balones fuera echando la culpa al que protesta, ya hemos vivido estos hechos. Y ellos seguirán clamando por la revolución, haciendo propaganda de cualquier medida que lleven a cabo por irrelevante que sea y nos seguirán haciendo creer que los otros serán siempre más malos que ellos. Llegarán a casa, pondrán una película obrera durísima y se acostarán en su confortable colchón con sábanas de Frida Kahlo. Conocemos sus acciones desde hace casi cincuenta años. «Desde un mantel importado y un vino añejado, se lucha muy bien, desde una casa gigante y un auto elegante se sufre también».