Publicado originalmente el 30 de abril de 2015
Canta Silvio Rodríguez en su «Historia de una silla»: «en el borde del camino hay una silla /la rapiña merodea aquel lugar /la casaca del amigo está tendida /el amigo no se sienta a descansar». No, no voy a hablar de la campaña electoral y de las ansiadas sillas. Tampoco de enchufismo y amiguismo, eso da para hacer una tesis doctoral. En relación a la campaña electoral, esta semana me llamó la atención cómo Cardona negaba que estuviera en campaña. Me recordó aquel chiste del hombre que roba un cochino (en el chiste gitano, pero prefiero no usar prejuicios raciales) y lo lleva al hombro. Cuando el dueño lo coge, le pregunta qué hace con el animal. El ladrón contesta, «se me habrá posado». Que sí señor alcalde, actos normales y corrientes, eso no es campaña.
La rapiña a la que me quiero referir es otra, la rapiña turística. Rapiña según la RAE es «robo, expoliación o saqueo que se ejecuta arrebatando con violencia». Y no, francamente no es un robo, en todo caso es un expolio a lo que se dedican los que llevan la industria turística en Canarias. Son más aves de rapiña, según la segunda acepción que le asigna la RAE, «persona que se apodera con violencia o astucia de lo que no es suyo». Si piensan que soy un exagerado, lean este tweet de José Miguel Bravo de Laguna del pasado 19 de marzo:
Lamento profundamente el atentado a turistas en Túnez. Debemos ser solidarios con competidores turísticos @GranCanariaTur
— JM Bravo de Laguna (@JMBravodeLaguna) marzo 19, 2015
Para los no iniciados, recordar que ese día hubo un atentado en Túnez que se llevó la vida de 19 personas. Analicemos el escrito de Bravo: «lamento profundamente el atentado a turistas en Túnez», hasta ahí bien, pero es de justicia también acordarse de los dos tunecinos muertos. La segunda parte es la preocupante: «Debemos ser solidarios con competidores turísticos», a la vez que cita al Patronato de Turismo del Cabildo de Gran Canaria. «Competidores turísticos», eso es lo que es para Bravo y los suyos un pueblo como el de Túnez. Ni ternura de los pueblos, ni solidaridad internacional, ni pertenencia a la aldea global, ni condescencia; «competidor turístico».
Lo leí en su día y me indignó. Lo guardé para el momento adecuado. A mí como canario y habitante de Gran Canaria, estas palabras no me representan. Me parecen frías, calculadoras, pretenciosas, faltas de sensibilidad. El otro día, con la llegada de fuel a las islas por las fugas del Oled Naydenov, me volví a acordar de Bravo. «La vida es como una rueda de churros», suelo escuchar decir a mi madre. En un alarde de fantasía me imaginé al presidente tunecino, Béji Caïd Essebsi, diciendo: «lamento profundamente los vertidos de fuel en Canarias. Debemos ser solidarios con competidores turísticos @Tuniciatourism (o como sea)». Por un momento me entró la paranoia y busqué a Essebsi en Twitter. Pero no, no decía nada similar, el hombre estuvo en los últimos días de viaje en Alemania. Igual los mensajes en árabe me pueden despistar, pero por lo menos en francés no dice nada parecido.
Imaginen por un momento. Los sectores agraciados por el turismo arrebatados, quejándose por tan vil ataque, de las pocas cosas con las que no se juega. Lo cierto es que escarbando encontré otras declaraciones de Fernando Fraile, presidente de los hoteleros grancanarios. Fraile reconoce que «es carroñero pensar en desvío de turistas de Tunez». La cuestión es, ¿alguien no se imagina a alguno de los hoteleros de su federación sacando el champán si vienen 200.000 turistas desviados? Ahora volvamos al principio del artículo. Según la RAE, carroñero es «dicho de un animal: que se alimenta principalmente de carroña». Por lo tanto «ave de rapiña» y «carroñero» se pueden considerar sinónimos. Según el mismo Fraile pensar eso es ser carroñero, o lo que es lo mismo ave de rapiña. Soy de letras, pero esta ecuación me sale…
La conclusión es que nuestro turismo está regentado por la rapiña. En 2011, cuando la crisis de la primavera árabe, Canarias aumentó en un 24,1% el porcentaje de paquetes turísticos, muchos de ellos procedentes de los países norteafricanos. En 2012 las cifras fueron de récord. Las cancelaciones fueron pocas en Túnez y Egipto, pero no es difícil pensar que los turistas ya habían decidido venir a Canarias, dada la inestabilidad en la región. En 2013 Canarias se benefició de la nueva crisis egipcia, a la que se sumó en ese año la turca. Este hecho produjo un gran número de cancelaciones en el norte de África.
No sé lo que pensarán ustedes, pero no es mi forma de relacionarme con otros pueblos llamarlos «competidores turísticos» cuando les afecta una desgracia. Igual al señor Bravo de Laguna le traicionó el subconsciente. Por similar síndrome, o por enajenación mental transitoria, entiendo las declaraciones del presidente de la Confederación Canaria de Empresarios, Agustín Manrique de Lara. Dice Manrique de Lara que “tenemos que aspirar de forma progresiva a doblar el número de turistas anuales en el espacio de diez años. Es decir, 24 millones de visitantes cada ejercicio». Sí, como lo oyen. 24 millones, el doble de los que vienen actualmente. Todo eso en islas, territorios de gran fragilidad. Que el negocio turístico es la finca de cuatro, es evidente. Que es un sector caduco y moribundo, pese a los récords de los últimos años, también. Que el desarrollo que plantean los empresarios turísticos es totalmente insostenible, está bastante claro. Pero que se atreva el líder de los empresarios en Gran Canaria a decir que su intención es doblar el número de visitantes en diez años, es un dislate que retrata bien a las claras a quiénes tienen el dinero en este país. Encima se aprovechan de los «competidores turísticos» cuando les pasa algún hecho difícil. En un mundo en paz, Canarias, por lo visto, no puede ser un destino turístico competitivo. A igualdad de oportunidades perdemos turistas. ¿Saben lo que les digo? Sigo deseando un mundo justo y con abundancia para los pueblos. Y aunque usted no piense igual, cuente lo que ganamos la gran mayoría social en Canarias del turismo y seguro lo verá más claro. Aunque también sea de letras, entenderá la ecuación.