Mañana tengo cena en casa. Vendrán varias personas. Además del espacio, mi casa, yo les compré ropa para que vinieran y sus zapatos. Ellos son los que van a disfrutar, yo solo serviré, pero les agradezco que vengan. Vivo para ello. Algunos me dicen que tengo síndrome de Estocolmo, otros que soy masoquista, pero yo siempre digo que es mi medio de vida. Lo siento, disfruto sirviendo aunque malviva.
¿A qué parece ridículo? Pues hagamos un análisis de cómo está la cuestión de la desescalada turística en Canarias. El próximo domingo 21 de junio ya empezarán a venir turistas, adelantando en diez días la previsión inicial. No tengo objeciones. Soy de los que piensan que hay que convivir con la enfermedad, con mucho respeto hacia ella y con mucho cuidado a la vez. Recuperar la economía, aunque primero va la salud, debe ser una máxima. Eso sí, con cuidado, con todos los protocolos y con un plan por si hay que volver a parar.
Con el turismo de masas en Canarias hablamos de otra cosa. Simplemente ya no es posible. Ni por sostenibilidad, que ya lo sabíamos, ni por la situación sanitaria, las aglomeraciones no van a estar permitidas, ni por seguridad, va a ser imposible controlar a una avalancha de turistas. Todo ello siempre que el turista, temeroso por la enfermedad, quiera traspasar sus fronteras para gastarse el dinero en Canarias, un dinero que ahora puede ser que le escasee derivado de la crisis, y un miedo latente que es irracional. Un bávaro, por ejemplo, puede pensar que por qué no acercarse a la ribera del Lago Constanza, un milanés puede optar por visitar la bella costa de Cinque Terre y un parisino pensará que es el año perfecto para disfrutar de Antibes en la Costa Azul.
Con ese escenario, podemos recuperar un turismo más limitado, permítanme que lo llame selecto, digamos que ha de ser distinto. Debe valorar el lugar que visita, debe elegir Canarias y no ser el descarte porque en Turquía o Túnez la seguridad no está garantizada. Es un turista que viene a Canarias porque quiere venir, por sus atractivos y, ojo, por su excelente seguridad sanitaria. He hablado en esta columna del control ejemplar de la pandemia en Canarias. Poco se habla de ello… El turista que busca el mero imán de Corralejo para la nevera de su casa, es un turista que ahora ni interesa ni tiene hueco.
Añado un factor más: el nuevo turista que visita las islas debe tener un test PCR realizado previamente en tiempo reciente. Y, por supuesto, ese test ha de ser en origen. Una de dos: o lo paga el Estado de origen, facilitando el descanso a sus ciudadanos, o lo paga el turoperador, las patronales hoteleras o quien haga negocio con la llegada de nuevos turistas a Canarias. En el primero de los casos, la tendencia es contraria. La mayoría están llamando a sus ciudadanos a que se queden en casa, con bonificaciones incluidas. En el segundo de los casos, ya están advirtiendo que, dado lo especial de la situación, lo debe pagar la Comunidad Autónoma.
Por supuesto el turista no lo pagará. Si incluso se ha rechazado que pague un miserable euro para que financie lo que luego disfrutará, ¿cómo le vamos a pedir que pague una prueba PCR para atestiguar que está sano? ¡Claro que no! Recordemos que la prueba cuesta en torno a 150 euros. Por lo tanto, solo queda una opción: que se haga en destino y que lo paguemos nosotros. Sí, usted, que está de ERTE, también usted, que vive por debajo del umbral de la pobreza y sí, también usted, que es un pensionista precario que mantiene a sus nietos porque los padres están en el paro. 150 euros por cada turista y su empresa mientras diciéndole que no lo puede sacar del ERTE porque sigue perdiendo dinero. Y mientras cobrando el 70% del salario en el paro.
Calculen: 150 euros por turista que queramos traer a Canarias, algunos dirán que todos los que se puedan, como si hay que pagarles. Ese dinero saldría de nuestra economía, con superavit o sin superavit, cuando las prioridades debieran ser ayudar a la gran masa de gente que se quedará varada. Porque nadie promete que ese turismo ofrezca soluciones reales para recuperar el empleo, menos el trabajo de calidad. Por lo tanto, ponemos la casa, el territorio, el disfrute y… ¡encima pagamos los PCR! Mejor si son rápidos y efectivos, dicen los agentes implicados. Canarias, que mantuvo la pandemia a raya, con mayor riesgo de contagios, dudo que se le hagan pruebas a todos los turistas, y encima con un gasto más encima. Un negocio redondo. Como viene siendo el turismo insostenible que defienden unos cuantos poderosos…