La intención de este texto es cuestionar cuánto sabemos de la ciencia que se hace en las Islas y cuánto nos interesa. Utilizando la actual crisis de salud como punto de partida, el análisis que se presenta tiene su validez en cualquier otro ámbito de la investigación y la cultura, no solamente en la medicina. A partir de estas reflexiones quizás podamos comprender mejor el impacto directo e indirecto de tener una cultura científica básica y podamos plantearnos cómo utilizar el conocimiento para mejorar nuestro bienestar en el futuro.
A menudo se nos pasa por alto cuánta inversión y trabajo hay detrás de cada tratamiento médico o servicio recibido, o del desarrollo de soluciones técnicas a problemas como la sequía. En el marco de la actual crisis de salud global, cada vez más gente aprecia la importancia de aquellas personas que hacen posible nuestro bienestar: profesionales de la limpieza, la salud, reponedores, agricultor@s, o transportistas, por mencionar unos ejemplos[1]. Además de apreciar nuestra vulnerabilidad, también apreciamos lo esenciales que son para nosotros, y hasta nos planteamos si sus condiciones laborales y sus salarios reflejan la importancia de lo que hacen.
Desde que empezamos a tomarnos en serio aquella “gripe atípica” proveniente de Asia, hay un grupo social que ha alcanzado un especial protagonismo: las-os científicos. Tanto el gobierno como la oposición, los bandos progresistas y los conservadores de todo el mundo (quienes además parece que cuentan con la ayuda de Dios[2]), coinciden en que no hay salida a esta situación sin la ayuda de la investigación. Dentro y fuera del congreso, todas-os hemos tenido tiempo para reflexionar durante más de setenta días lo importante que es la ciencia[3], y de aprender cuánto tiempo y dinero se necesita para desarrollar la vacuna contra el COVID. La sociedad reclama ahora más presencia de científicos y menos de los políticos[4], aunque no hay que olvidar que ciencia y política no son entes separadas.
Del mismo modo que “un burro cargado de libros no es un maestro”, utilizar la palabra ciencia no basta para respaldar cualquier idea ni ampara o da razón a quien la usa. El método científico no solo sirve para hacer vacunas, sino que se practica cotidianamente más de lo que pensamos. En este contexto, nos preguntamos sobre cuál es la cultura científica en Canarias.
Imagen social e interés por la ciencia en Canarias
Cuando mi abuelo le contaba a algún vecino lo que nosotros estudiábamos, le explicaba que los biólogos eran los que estudiaban los “cigarrones[5] muertos”. Fácil sonreír hoy ante su sencilla definición, pero quizás sea interesante entender por qué no tenía otra. Los primeros científicos que visitaron Canarias fueron los naturalistas que desde el siglo XVII-XVIII comenzaron a explorar las Islas. Aunque otros ya nos visitaron antes con similares intenciones, Alexander von Humboldt fue quien comenzó a hacer ciencia descriptiva con su análisis sistemático de nuestra naturaleza (atracando en Tenerife en 1799). Curiosamente, Estados Unidos, país en el que la Investigación y el Desarrollo lideran una parte importante de la economía nacional y mundial, se fundó 13 años antes de que nos visitara Humboldt. En los dos siglos transcurridos desde la fundación de EEUU y la visita de Humboldt, en Canarias hemos pasado de tener visitantes que describían la naturaleza a tener dos universidades en las que se forma a científicos que investigan la vegetación en la Caldera de Taburiente, las constelaciones de Andrómeda, que crean reservas marinas, diseñan energías renovables o buscan cura para enfermedades como la diabetes o la neurodegeneración. Si mi abuelo hubiera tenido acceso a la universidad, su definición de la biología habría sido bien distinta. Pero, en estos 200 años de evolución social y tecnológica, ¿cómo ha evolucionado la percepción en Canarias?
No existen estadísticas locales para entender cuál es la percepción de la ciencia en Canarias (al menos no pude encontrarlas para este artículo). La única fuente de datos oficiales tiene carácter nacional, y la proporciona la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FCYT)[6]. Los resultados provienen de unas 5000 encuestas realizadas bi-anualmente desde el año 2002 de las que unas 350 se hacen en Canarias. Debemos entender por lo tanto que las cifras generales que se citan a continuación también son representativas de nuestra región.
El primer dato interesante que encontramos en el informe de 2018 es que un 60,9% de las-os encuestados opina que los beneficios de la ciencia son mayores a los perjuicios. Esto quiere decir que el 40% restante (casi un millón de canarias-os) aún no tiene claro si la ciencia nos da algo bueno, o más importante aún, incluso puede pensar que sus efectos son perjudiciales. El seguimiento histórico de esta cuestión nos dice que la percepción ha variado poco en los últimos veinte años (Gráfica 1) [7].
¿Esta imagen social de la ciencia está influenciada por la formación científica de la población?. Aquí encontramos otro dato demoledor del informe que nos dice que, aún en 2018, un 40,6% de las-os encuestados declaraba tener un nivel de formación científico-tecnológica bajo o muy bajo[8] (Gráfica 2). Por su parte, el porcentaje de quienes tienen un conocimiento alto o muy alto es de un 12%, dato que no ha evolucionado en los últimos 16 años.
Si tenemos poca formación es hasta cierto punto lógico que tengamos desconfianza ante aspectos que tocan nuestras vidas de manera directa, ya sea en forma de medicamentos que puedan tener efectos secundarios o de cuestiones que afecten nuestro estilo de vida como el fracking o la energía nuclear, por citar dos ejemplos. Aun sin tener formación, quizás el interés en la materia es suficiente como para crearnos una opinión sobre si la ciencia es beneficiosa o perjudicial. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cuál es el interés de la población en la ciencia?
En la encuesta de 2018, formulada por el FCYT, acerca de los temas que interesaban especialmente a la población, de la lista de opciones, un 16% de las-os encuestados incluyó ciencia y tecnología, por detrás del 24,5% que priorizaron cine, arte y cultura, el 24.4% que prefirió deportes y el 18,5% que se orientaban hacia viajes y turismo. La investigación quedó como novena prioridad en una lista de 16 que lideraron la salud (37,9%) y el trabajo (31,9%). A grandes rasgos, el análisis de los datos en su conjunto nos dice que nuestra falta de formación no es solo una cuestión de formación académica, sino que la ciencia en general no nos interesa. Hay que resaltar sin embargo las grandes diferencias entre géneros que se observan en este estudio. Mientras las mujeres ponen “medicina y salud” como interés prioritario (17,4% de las mujeres, 8% de los varones), los varones priorizan deportes en su respuesta (19,1% de varones, 2,8 de las mujeres)[9].
Otra medida indirecta de la percepción social de la ciencia es la aproximación humana. A la pregunta de cuál era la percepción de la ciudadanía sobre las-os investigadores en la encuesta de 2018, los grupos profesionales más reconocidos por las personas entrevistadas fueron las/os Médicos/as (4,67), le siguen las/os Científicos/as (4,53) y luego Profesores/as (4,44) e Ingenieros/as (4,31). En un segundo nivel quedaron Empresarios/as (3,77), Jueces/Juezas (3,74) y Periodistas (3,53). El grupo profesional con menor reconocimiento social son las-os Políticos (2,60) y las-os Religiosos (2,37).
De esta imagen social, podemos deducir que casi un millón de canarias-os carece de formación científico-tecnológica, y que nuestro interés en el tema es más bien bajo. Esto motiva cierta desconfianza en los beneficios de la ciencia a pesar de que el de las-os científicos son el segundo profesional grupo más valorado.
La cuestión que surge ahora es ¿por qué tenemos tan poca formación e interés en la época de la historia donde más tecnología utilizamos y más información nos llega?
La inversión en educación como base del desarrollo tecnológico
Si se tiene tanta estima por las-os científicos, entonces podría pensarse que es una profesión que compensa personal y económicamente, y a la que muchas-os querrían dedicarse profesionalmente. Nos preguntamos entonces qué concepto tiene la ciudadanía de la profesión de investigador/a. En el informe de 2018, un 61,6% de los entrevistados coinciden en que el trabajo de investigador compensa personalmente y que es bastante atractiva para la juventud (54,0%). Sin embargo, un 50,6% considera que esta profesión está mal remunerada económicamente, y más de la mitad de las-os encuestados están de acuerdo en que tienen escaso reconocimiento social (58,1%). En el capítulo de inversiones, más de la mitad de la población (52,8%) estima que se invierten pocos recursos destinados a ciencia, lo que lleva a preguntarse sobre la percepción de la inversión por comunidad autónoma.
¿Qué creen las-os canarios sobre la inversión en investigación que se hace en las Islas? Casi la mitad de las-os canarios encuestados en 2014 (47,2%) opinaron que nuestra comunidad autónoma está más atrasada en investigación científica y técnica que a las otras CCAA. Canarias se sitúa en quinto lugar en la lista de comunidades en las que más gente cree que falta ciencia e innovación en España, por debajo de Extremadura (62,9%), Andalucía (50,1%) Galicia (48,4%) y Murcia (48,2%). Esto contrasta con el 3,2% de Cataluña, o con el 2,9% de Madrid (página 287 del informe[10]). Curiosamente, las comunidades que comparten este nivel de percepción forman parte del grupo de comunidades que menos invierte en investigación. Mientras País Vasco o Madrid invierten al menos un 1,96% y 1,72% del PIB, Canarias y otras gastan menos del 0,5%[11].
En el contexto europeo, el gasto en I+D en España en 2018 fue del 1.18% sobre el Producto Interior Bruto (PIB), casi una tercera parte del que tuvo Alemania (3.13%) y Bélgica (2,76%), por citar dos ejemplos[12]. La inversión en I+D no es solamente financiar centros de investigación, también lo es el promover la cultura científica desde las primeras fases del sistema educativo. Las regiones dedicadas al turismo como Canarias dejan de lado la inversión en educación científica y tecnológica, priorizando una economía de bajo valor añadido dependiente del exterior y mucho más débil frente a las crisis económicas[13].
Grafica 3: Gasto en I+D en Canarias y en Madrid. Fuente: FCYT.
A modo de conclusión
Las encuestas oficiales nos muestran que solo la mitad de población de las Islas valora la ciencia, aunque no la conoce con detalle, y que en general nos interesa menos que el deporte o la cultura. Igualmente las cifras nos dicen que as-los investigadores gozan de cierto prestigio, aunque es un trabajo que no compensa económicamente porque los salarios y la inversión son escasos. El problema de inversión en I+D no es simplemente una queja de las-os investigadores, sino un reconocimiento social en el que se ven enormes brechas entre comunidades autónomas. Canarias se sitúa a la cola de la inversión en ciencia, y la ciudadanía es consciente de ello. Esto encaja perfectamente en el contexto económico europeo en el que se impone la economía del sector servicios como única actividad económica que ahora no puede sacarnos de la crisis provocada por el COVID19.
La escasa inversión motivada por decisiones políticas pone al gremio científico al mismo nivel que al sector primario, o que al sector servicios, donde la temporalidad y la inestabilidad laboral hacen imposible una vida profesional digna donde mantener conciliación familiar y salud[14]. La cultura científica no solo es desarrollar vacunas, es también desarrollar capacidad crítica para evitar los engaños de las noticias sin contrastar, o los bulos que dirijan la intención de voto. En la base de la cultura científica está la educación, y el principio popular que dice que “hasta que no me lo demuestren, no me lo creo”. Al pueblo que pide fútbol, le dan estadios. Al que exige investigación y cultura, salud y calidad de vida.
El próximo informe del FCYT debería publicarse en 2020, estaremos atentos a la evolución de nuestra percepción sobre la ciencia cambia con respecto al 2018 y con el impacto del COVID19. También lo estaremos cuando hayan elecciones, y esperemos que las-os votantes sepan distinguir los partidos que invierten en ciencia de los partidos que no. Y no me llamen iluso, aunque tenga una ilusión.
[1] https://www.efe.com/efe/espana/portada/cajeros-y-reponedores-protagonistas-insospechados-en-la-crisis-del-covid-19/10010-4198734
[2] https://www.huffingtonpost.es/entry/la-frase-de-santiago-abascal-en-el-congreso-que-le-ha-convertido-de-inmediato-en-trending-topic_es_5e7c5358c5b6cb9dc19a7387
[3] https://elpais.com/elpais/2020/03/26/opinion/1585240821_388155.html
[4] https://theprint.in/world/people-want-less-boris-johnson-more-science-shows-uk-media-study/416528/
[5] https://www.academiacanarialengua.org/palabra/cigarron/
[6] https://icono.fecyt.es/informes-y-publicaciones/percepcion-social-de-la-ciencia-y-la-tecnologia-en-espana
[7] https://services.icono.fecyt.es/indicadores/Paginas/default.aspx?ind=125&idPanel=1
[8] https://services.icono.fecyt.es/indicadores/Paginas/default.aspx?ind=126&idPanel=1
[9] https://icono.fecyt.es/sites/default/files/filepublicaciones/20/epscyt2018_informe.pdf
[10] https://icono.fecyt.es/sites/default/files/filepublicaciones/18/publicacion_epscyt2014.pdf
[11] https://services.icono.fecyt.es/indicadores/Paginas/default.aspx?ind=134&idPanel=1
[12] https://services.icono.fecyt.es/indicadores/Paginas/default.aspx?ind=134&idPanel=1#
[13] https://www.europapress.es/turismo/nacional/noticia-garzon-senala-momento-elevar-valor-anadido-turismo-20200520163045.html
[14] https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Crisis-de-salud-mental-y-laboral-en-la-ciencia-las-causas
* El autor es Alfredo Cabrera Socorro, biólogo canario que trabaja en Bélgica. Mandó este texto para su publicación a Tamaimos.com.