
Esta semana se cumplieron cinco años de la desaparición física del gran pensador Eduardo Germán María Hughes Galeano. He leído mucho al uruguayo y su verbo me hace pensar y reflexionar. Es bello y profundo, no falto de sensibilidad pero cargado de crítica. El otro día comentaba con un amigo su obra El libro de los abrazos. Extraído de ese tomo, que también incluye el popular relato «Los nadie», se encuentra esta frase: «el colonialismo visible te mutila sin disimulo: te prohíbe decir, te prohíbe hacer, te prohíbe ser. El colonialismo invisible, en cambio, te convence de que la servidumbre es tu destino y la impotencia tu naturaleza: te convence de que no se puede decir, no se puede hacer, no se puede ser».
No es distinto el trasfondo de la reflexión de Aníbal Quijano que incluía en mi artículo de la semana pasada. Por algún extraño motivo, todas estas reflexiones venidas del sur del mundo, me resuenan con el cariz de algunos acontecimientos en Canarias. Es habitual, pero golpean mi mente en estos momentos en que nos estamos jugando tanto y algunos nos intentar condenar otra vez a galeras. Acercándome a la temática central del texto, quiero hablar de las dos cosas que menciono en el título, de papas y circo, denominación que se le da popularmente al fútbol, en su expresión más alejada de las aficiones y más cercana al negocio. Otra de las pasiones de Galeano, por cierto.
En el fútbol son muy importantes los intermediarios. Mino Raiola, representante de futbolistas como Pogba, De Ligt o Haaland, está dispuesto, según la prensa deportiva más pegada a la rumorología, a participar en el traspaso de alguno de sus futbolistas representados. Cualquiera no. El intermediario, sin meter goles, ni pararlos, ni siquiera evitarlos, se embolsa una buena cantidad por colocar a sus jugadores. Alguno, como el delantero noruego Haaland, recientemente traspasado. Otro que tal baila en este mundo es Jorge Mendes, un agente que es capaz de colocar a un desconocido delantero portugués de 18 años en el Atlético de Madrid y que dicho club pague más de 120 millones de euros por él.
Los intermediarios son grandes negociadores, casi usureros con el producto que venden y con los potenciales compradores. No miran a su alrededor, no tienen sensibilidad, les da igual que el vecino se muera de hambre. En unas islas ricas en la producción de papas pueden intentar colarnos 432 toneladas de papas de Israel. Todo ello sin control fitosanitario y a pocas semanas de la cosecha canaria. La presidenta de Asaga, Ángela Delgado, alude que la producción canaria no cubre la demanda de papas en Canarias, una excusa desmentida por el sector, entre ellos la COAG y algunas instituciones como el Cabildo de Gran Canaria.
Hay que tener mucha cara para intentar arruinar a los tuyos para enriquecerte con papas de mala calidad y devaluando la producción interna. Suena a jugada maestra para esos que en Canarias se hacen de oro a costa de la mentira, de poner palos en las ruedas del sector primario y de hacer a Canarias lo más dependiente posible del exterior alimentariamente hablando. La anécdota de Asaga y su cargamento de papas contradice las numerosas acciones llevadas a cabo para consumir producto canario, de cercanía, y los esfuerzos por llevarlo a domicilio. Iniciativas elogiosas como Canarias Reparte, el Gran Canaria Mercado Digital de Gran Canaria Me Gusta, el Mercado de Telde o el Ayuntamiento de Santa Lucía, por citar solo algunos, nacen para paliar las pérdidas de un sector que ya es frágil de por sí.
Ahora el circo. Los que nunca pierden tampoco quieren perder este partido. Ashotel, con su presidente Jorge Marichal a la cabeza, han propuesto terminar la liga de fútbol en Canarias. En medio de una crisis sanitaria como no hemos conocido, los hoteleros que tanto velan por nuestro desarrollo se sacan de la manga esta osadía, presuntamente por el bien de todos. Hagamos repaso de cómo se desarrollaría, aunque, como siempre, pocos detalles han dado de ello. Los veinte equipos de la Liga vendrían a Canarias a terminar la liga y se alojarían en los hoteles de su propiedad. A lo sumo vendrían unas 50 o 60 personas por equipo, porque las aficiones no pueden venir y los partidos se jugarían a puerta cerrada. Vendrían de lugares con situaciones preocupantes de salud pública, Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao.
¿Cuánto quedaría en Canarias? Ingresos televisivos, obviamente no, para la Liga y para los clubes. Además, bastante han perdido los pobres. Venta de entradas, nada, los partidos se jugarían, recuerden, a puerta cerrada. Los ingresos en Canarias se resumirían en los trabajadores de los hoteles, los chóferes de guaguas y los que descarguen del avión la pizarra del Cholo Simeone o las botas de Sergio Ramos. Punto. El otro día me decía una persona en redes sociales que por lo menos se venderían pipas y papas para ver los partidos. Quien no se contenta es porque no quiere.
El oscurantismo y la falta de propuestas concretas cuando los empresarios y representantes políticos hacen este tipo de propuestas, es alarmante. Pasa también en el caso de la Liga Endesa, perfectamente explicado y reflexionado por Iván Suomi. Además, en la situación sanitaria en la que nos encontramos, es una auténtica temeridad. ¿Quién nos garantiza que no vendrán aficionados de esos clubes? Entre la población local, sin ir más lejos, se podría crear un problema de orden público. Sabemos las pasiones que levanta este deporte y no es difícil prever que habrán masas de personas intentando saltarse las medidas de confinamiento, aunque sean reducidas en el momento que hipotéticamente se celebren los partidos. Recordemos que, pese al control de la pandemia en Canarias, el riesgo es latente, y se van a prolongar algunos meses.
Está claro que es mejor ser intermediario que ser partícipe, seas Ashotel, Asaga, Raiola o Mendes. El plan que nos deja a nosotros es de palmeros, confinados por una alerta sanitaria y viendo como ellos se vuelven a llevar los millones, mientras nos ponen en riesgo. Nos quieren viendo el fútbol y comiendo papas de Israel sin control fitosanitario, mientras nuestros agricultores perecen y encima tienen que bajar el precio de su trabajo en estos tiempos tan difíciles. Te convencen, que diría Galeano Hughes, de que la servidumbre es tu destino. Sueñan las pulgas con comprarse un perro y soñamos en Canarias con que, los que históricamente nos han vendido en los mercados, ahora van a mirar por nuestro bienestar.