En las redes sociales se habla mucho de la alimentación. Y no me refiero a quedarnos sin comida, o que exista la posibilidad de que algunes no tengan para comer.
No.
Se habla del miedo a que la cuarentena termine y nos encuentre gordos, gordas, gordes.
Se habla en la televisión, en las redes sociales, en las mesas familiares, en los grupos de WhatsApp.
De lo horribles que vamos a terminar. Hay memes riéndose de los cuerpos que no encajan, de que ahí no hay belleza, ni salud, ni placer.
¿Qué genera esto? Me pregunto y lo pregunto.
Llegaron más de un centenar de respuestas.
Ninguna de las sensaciones que genera el ver un cuerpo «gordo» como foco de burla es positiva, esta sensación no deja afuera a nadie, es violento y sobre todo no es gracioso.
Por un lado sostiene y reconfirma las exigencias sociales: hay cuerpos que están bien, y cuerpos que están mal.
Por el otro: algunos cuerpos, mi cuerpo, son la pesadilla post-pandemia que nadie debería permitirse bajo ninguna circunstancia.
Quienes se encuentran pasando esta situación de aislamiento en soledad y se ven afectados por la «humorada» de reírse del cuerpo gordo como aberración y símbolo de inactividad le suman una exigencia más a este periodo de hiper conectividad y redes sociales: “Ser feliz con el tiempo libre, entrenar, probar nuevas recetas pero no las comas porque vas a engordar»
En otros casos quienes pasan el aislamiento con otres y reciben comentarios sobre sus cuerpos, sobre qué deberían comer, de qué modo y en qué momento, se tiñen de angustia e incluso el momento de comer se convierte en un momento de malestar, ansiedad e inhibición, que muchas veces termina acompañado de atracones o pérdida del disfrute.
Todo esto recibimos en las respuestas a la pregunta: ¿qué te generan los memes que circulan?
Alguien dice: «Cada vez que alguien me señaló mi cuerpo como un espacio fallado que debería modificar y que con lo linda que era solo debía cerrar la boca, resultó todo lo contrario: la situación final fueron atracones voraces»
De esta voz se desprenden muchas voces que nos cuentan que las dos sensaciones más recurrentes frente a estos comentarios son: el auto-odio o pérdida de autoestima y la ingesta descontrolada o los desórdenes alimenticios (muchas veces a largo plazo).
Argentina es el segundo país del mundo con más casos de trastornos alimentarios. En nuestro país el 45 por ciento de las causas de bullying que sufren niñas y adolescentes se relacionan con la belleza.
La tarea de NO opinar sobre el cuerpo ajeno es para todo los días. Si en esta cuarentena ponemos en práctica reservarnos nuestros comentarios sobre los cuerpos ajenos solo para solamente quienes nos los piden quizás se nos haga costumbre y sea un aprendizaje más que nos deja este contexto de barbijos y alcohol en gel.
BASTA.
NUESTROS CUERPOS NO QUIEREN TU OPINIÓN.
* Artículo publicado por Jimena “Pichi” Carol en La Vaca. Publicado bajo Licencia Creative Commons.