Chevènement, desde el paralelo 28
En medio de la avalancha de reflexiones y escritos de todo tipo publicados en los últimos días, uno ha llamado especialmente mi atención. Se trata de la entrevista a Jean-Pierre Chevènement, antiguo ministro socialista francés bajo la presidencia de Mitterrand y Jospin. Es, sobre todo, un sabio, a sus 85 años, prueba evidente de que a nuestras sociedades no les sobra la experiencia ni el conocimiento atesorados tras una larga vida de servicio público. Primera lección: no despreciemos el magisterio acumulado de tanta de nuestra gente mayor, que siguen estando en condiciones excelentes para aportar en la Reconstrucción.
La entrevista es una joya pero, a mi juicio, además se pueden extraer una serie de ideas de interés para la reconstrucción de Canarias que no debemos ignorar. Chevènement piensa sobre todo en Europa y en los Estados-miembros, también en el papel de todo esto en el mundo que se nos viene encima. Yo propongo que adoptemos una perspectiva autocentrada, canaria, para desde ahí mirar a todo lo demás desde aquí, porque sin ese paso previo, nuevamente, estaríamos perdiendo buena parte de nuestro tiempo y energías.
Los peligros de la aplicación del manual neoliberal, especialmente en una economía tan dependiente como la nuestra, han quedado expuestos a la vista de todo el mundo, incluso los convencidos. La necesidad de apartarse de los caminos seguidos tras la crisis de 2008 es, se podría decir, un elemento de consenso contra el que poco podrá hacer la derecha canaria: ¿cómo pretender salir adelante dejando a nuestra gente atrás?. Tenemos que “preservar nuestro tejido industrial”. Ahora bien, ¿qué significará eso en el caso de nuestro país? Siendo como somos una economía fuertemente terciarizada, con un peso importante del turismo, “preservar” va a acabar siendo sinónimo ineludible de reconvertir, sabiendo que una parte de este sector acabará cayendo. El turismo, los viajes, la movilidad internacional,… nada va a ser como antes, no cabe duda y hay que ir, desde ya mismo, pensando qué hacer con un paisaje destinado fundamentalmente al uso turístico. Parece poco menos que inevitable que una parte de él pase a ser de uso residencial, tratando de paso de aliviar el serio problema de escasez de vivienda y carestía de la misma que padecemos en las islas.
Sin embargo, eso es sólo una parte del problema: habrá que ver qué ocurre con la población que se dedica ahora mismo a la actividad turística, especialmente aquella con menor nivel de formación. Habrá que lanzarse de lleno a la tarea de capacitar a todo ese contingente humano para que pueda reubicarse en otros sectores profesionales en las mejores condiciones posibles. No es fácil pero ahí está el reto. Queremos una sociedad avanzada, con sectores productivos de alto valor añadido, nuevas tecnologías, inteligencia artificial y de la otra (que es la que más tenemos),… pero todo esto llevará tiempo y tiene que estar incluido en el objetivo último de la Reconstrucción. Otros países lo hicieron y nosotros también lo haremos. Poco a poco. De hecho, somos expertos en reconstrucciones pero ahora no la deben pagar los mismos de siempre.
Insiste Chevènement en “los valores del patriotismo, del servicio público, del civismo…”. Comparto absolutamente esta idea. Ya estamos tardando. Creo que se debe hacer, en cuanto haya condiciones prácticas y materiales para ello, un llamamiento general a la sociedad, especialmente a los más jóvenes -pero no sólo, insisto en el papel de los mayores- para que dediquen parte de su tiempo a un voluntariado que será muy necesario para la sociedad y tremendamente educativo para ellos mismos. Que dediquen una parte de su tiempo libre a acompañar a niños, ancianos, a calmar el tráfico en las áreas escolares, a reforestar, a ayudar en las bibliotecas, con las tareas y mil servicios a la comunidad que, debidamente regulados, acaben imprimiendo otra moral pública, de servicio al colectivo, que va a ser muy beneficiosa para la Canarias post-covid. Todos los años el Gobierno de Canarias reconocerá su esfuerzo públicamente y será tenido en cuenta a distintos niveles, aunque debe quedar claro que, en cualquier caso, se tratará de una actividad totalmente voluntaria, tal vez canalizada a través de los propios ayuntamientos.
Si se le exige a los jóvenes, también se les debe exigir a los empresarios que menos afectados resulten después de todo esto. Hay que potenciar al máximo la responsabilidad social corporativa, vehicular la misma para que se efectiva y se comprenda que es un factor de prestigio, además de los inherentes beneficios que tendrá para la sociedad canaria. Como dice el político francés, “nuestras élites deben dejar de concebir el mundo sólo en función de su solo interés egoísta”. Deben comprender que la iniciativa privada no florece en un panorama arrasado, que deben implicarse en las medidas de sus posibilidades, por el bien de todos, en la Reconstrucción.
También debemos, además de nuestro tejido industrial, “reconstruir nuestras capacidades tecnológicas”. Sorprende en estos días la cantidad de industrias pequeñas que se han lanzado, de manera altruista, a fabricar mascarillas, viseras, respiradores, etc. Seguramente, antes de todo esto, ni se les había pasado por la cabeza la capacidad de reinventarse en nuevos contextos. En la industria ligera, Canarias debe encontrar un terreno para su propia reinvención. No todo se debe importar de China. Y, como ya se viene reclamando desde hace tiempo, necesitamos una industria cultural potente, que posibilite el ejercicio de nuestros derechos culturales como sociedad, promueva el desarrollo comunitario y, obviamente, el económico. ¿Acaso no es evidente que el ser humano, incluso confinado, pide cultura al igual que reclama su sustento más básico? En la Canarias post-Covid, la cultura debe estar en el primer plano por el bien de todos.
Vayamos pensando también en una moneda propia, en paralelo al euro. Una moneda que nos identifique y que podamos usar sólo en Canarias para que el dinero se quede aquí y no se vaya automáticamente fuera. Seamos nuestro propio laboratorio y no siempre el laboratorio de otros. ¿Por qué no pensar en algún proyecto piloto a pequeña escala (¿El Hierro?, ¿La Graciosa?, ¿algún municipio? ), que se pueda evaluar en un plazo de tiempo razonable su nivel de retorno? Es tiempo de audacia e imaginación, no repitamos siempre las mismas medidas o tendremos siempre los mismos resultados.
En fin, vienen tiempos difíciles pero ilusionantes para construir eso que Chevènement llama “una arquitectura de seguridad a nivel europeo”: una arquitectura de la que nuestro sistema de protección social público canario (educación, sanidad y servicios sociales), sea pilar fundamental. Sin embargo, no sólo con sector público saldremos adelante, se necesita el concurso de todos: unidad, transversalidad, responsabilidad, luces largas,… Hagamos nosotros nuestra parte construyendo la arquitectura de la casa canaria, la casa atlántica que Padorno cantara.