
Cuando hablamos de complejos afloran una cantidad ingente de cuestiones, reacciones y posiciones ridículas. Todo ello con el reconocimiento de que cada uno hable como le dé la gana, como haya aprendido y como considere que su registro es mejor, pero sin tomarnos el pelo a los demás. Por ello, no deja de ser absolutamente vergonzante la forma en que algunos cambian su manera de hablar de la noche a la mañana. “¿Cuál de vosotras es mi madre?”, cuenta la leyenda que preguntó un muchacho recién aterrizado de Madrid, donde había estado apenas unas semanas. Esos días fueron suficientes para cambiar su forma de hablar y hasta para confundir a su madre. La comparativa no es baladí porque, partamos de esa base, renunciar a su lengua materna, que expresa un modo de pensar y expresarse, es como renunciar a su misma madre.
El toletismo ilustrado lo promueven desde actores de primera y tercera fila que defienden la pachanga, el cachondeo y el mimetismo, quien sabe si por ser más ciudadanomundista que nadie o para que aquella empresa de cerveza le ofrezca participar en el siguiente anuncio. Otras cantantes, caso de Ana Guerra, consideran que su acento es muy feo, que le gustaría hablar castellano. ¿Hola? ¿Cómo se te va la bola? ¿Alguien esa cabeza controla? Una tenista puede justificar su falta de garra en la cancha achacándolo a su condición de canaria. Seguro que David Jiménez Silva no fue mejor futbolista porque nació en Arguineguín y no en Valencia. De esa forma sus números en la Premier League hubieran sido comparables a los de Leo Messi en La Liga. Cuando uno o una quiere justificar su mediocridad le echa la culpa al pueblo en el que nació. La culpa la asumimos todos y todas y las limitaciones individuales se diluyen. Y qué bien quedaría yo ahora diciendo que todo esto es una broma, que son ellos los que ahora no tienen sentido del humor.
En la fiesta del toletismo, el español de Canarias es una rémora que habría que eliminar. Si Enrique Iglesias dice “corasón” es porque el contexto musical lo permite, pero un registro serio no incluye el habla canaria ni latinoamericana para expresarse. Cuando Pinocho hablaba como un mexicano de a pie, a este ciudadano le daba por imitar su acento, algo que no hace cuando Elsa lo hace con pronunciación propia de la más ancha de las Castillas, lo que llaman el acento neutro. Si volviendo a Iglesias, al cantante le da por dar una rueda de prensa, le duelan o no los pies, habla como le enseñó su padre en Miami y como se habla bien, en Madrid. El acento canario quizá es sexy, “claro, mi niña”, pero nunca culto. En el momento de escribir en redes sociales voy a usar el vosotros y la segunda persona del plural según el dialecto castellano. Eso sí que mola. Fetén es ir en el autobús (aquí decimos guagua, tienes que especificar para quedar como gracioso una vez lo explicaste) en plenos carnavales mientras sacamos la foto a los termómetros de la ciudad para dar envidia a nuestros amigos de Península. “Qué suerte vivir aquí”, como dijo aquella marca de cerveza, para demostrar que estamos en unidad con los de allí, porque eso es lo “puto” mejor.
Como ven, todos los complejos están relacionados. También en la escuela. Desde la más tierna infancia las chuches y los globos empiezan a sustituir a las golosinas y las sopladeras, en una especie de simbiosis con los niños de Península que son compañeritos de los nuestros. Quienes nos adaptamos somos nosotros, claro, somos un pueblo hospitalario hasta el extremo. Docentes son acusados, no sé si injustamente, como defensores del vosotrismo y la forma correcta de hablar. Los complejos de esos docentes, “pronuncia la c y z para que te entiendan” entran en los poros de nuestras niñas y niños. En medio de toda esta fiesta del toletismo, nuestro español de Canarias, nuestra lengua materna, queda reducida a un souvenir del colega “que vive pallá encimba en el campo, como él dice” o reducido a una suerte de perretismo intelectual de defensa chovinista de lo canario, “no me comas la bola”. Sin embargo, otros canarios y canarias triunfan siendo originales en medios de comunicación, en conferencias, en la Universidad, en la música y le dan una bofetada al toletismo ilustrado. Se los voy a decir en su idioma, para que lo entiendan: ustedes sois los toletes.