El día que publicamos este artículo el Ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, está visitando Canarias. Los temas a los que debe contestar son variados y complejos, sobre todo en materia de inmigración en las islas. La llegada de pateras a Canarias ha sufrido un repunte en el último año. En 2019 las llegadas a Canarias se cifraron en 2.700. Sin embargo, en el pasado año llegaron a Europa menos personas de forma ilegal, 139.000, el número más bajo desde 2013. La ruta canaria se reactiva a la vez que otras más complejas se van apagando. El Gobierno del Estado está a verlas venir.
En este periodo también tuvo lugar el naufragio más importante, cerca de Mauritania, donde murieron al menos 63 personas. En lo que va de 2020 han llegado nueve embarcaciones, donde han muerto cinco personas, dos de ellas bebés y las dos últimas recientes que llegaron en una patera cerca de El Hierro. En el perfil de las personas que llegan destacan mujeres, niñas, niños y familias. El África Subsahariana y el Magreb son dos de las regiones de donde más vienen las personas migrantes. Llama poderosamente la atención la llegada de mujeres de Costa de Marfil, un país donde todavía existe la ablación del clítoris.
Canarias ha sido desgraciado escenario de algunas tragedias humanas. La primera en noviembre pasado, cuando una patera volcó cerca de Caleta Caballo, en Lanzarote, y nueve personas murieron. A principios de enero una embarcación fue localizada a 15 millas de la isla de los volcanes. En ella nació un niño que murió en la misma. Canarias están en el centro del problema. Las cifras ya recuerdan a la crisis de los cayucos en 2006. Muchas de las personas huyen de conflictos o son perseguidos en sus respectivos países. Y en medio de todo esto, el Estado español está deportando a ciudadanos malienses a Mauritania, país que luego los devuelve a su país de origen. Malí es un país en conflicto, por lo que la seguridad de esos ciudadanos se puede ver comprometida con la connivencia del Estado. El Estado no se inmuta y niega la mayor.
Pero no es el único problema. Algunos inmigrantes de Fuerteventura tuvieron que dormir en la calle porque se saturó la red de acogida. El presidente del Cabildo de Fuerteventura, Blas Acosta, está pidiendo un CIE (Centro de Internamiento de Inmigrantes) mientras muchas organizaciones sociales y la sociedad los ponen en duda. De hecho el juez encargado de los CIEs, Arcadio Díaz Tejera, se ha quejado de las condiciones de estas instalaciones en las que se hacinan inmigrantes. Por lo tanto, Grande Marlaska se va a tener que enfrentar a un aluvión de críticas en su visita a Canarias, porque lo que es evidente es que no se han hecho bien los deberes.
Canarias está en una zona estratégica del planeta, en un punto entre América, Europa y África. La inmigración no se va a reducir en número, al revés, la previsión es que aumente. Cuando hablamos de inmigración solo pensamos en pateras, pero la mayoría de los inmigrantes llegan a Canarias en avión desde América, en los últimos tiempos sobre todo de Venezuela, y desde Europa. El grito en el cielo, los discursos xenófobos, se producen cuando viene una oleada de pateras. Influye un discurso sesgado por parte de los medios de comunicación, que contribuyen así a estigmatizar al migrante pobre, el más desesperado. África está sometida a expolio neocolonial, a pobreza, a guerras y a desastres climáticos, a pesar de haber aportado muy poco al calentamiento global. Por lo tanto, el fenómeno, que interesa a países del Magreb que se lucran con las devoluciones, va a seguir existiendo. Nadie se mete en una patera embarazada y con menores si de verdad no necesita cambiar su vida.
¿Por qué no una política migratoria canaria, gestionada desde aquí? Es evidente, y a los hechos me remito, que no se ponen los mismos medios en Madrid cuando arriban al Estrecho que cuando lo hacen a Canarias, salvo que Soria los mande en avión a la capital del Reino. Por lo tanto, Canarias debiera priorizar su política migratoria porque es un tema en el que debemos decidir, tener medios y ocuparnos de la gestión de esos seres humanos. Si hablamos de modelo migratorio, el canadiense tiene mucho de lo que se puede copiar. En el país norteamericano no buscan inmigrantes, buscan ciudadanos que se integren, que aporten y que trabajen. Una vez se cubren los cupos, las siguientes llegadas son ilegales. Es un modelo que podría servir a un territorio insular como el canario. Solo así podremos poner nuestras normas, sabremos qué hacer cuando hayan muchas llegadas y podremos desestimar las devoluciones lucrativas a terceros países. Es un reto del que hay que hablar, para el que hay que sentarse ya y que no admite visiones centralistas, que generalmente también son inmovilistas.