
Publicada originalmente el 28 de abril de 2016
En el hospital psiquiátrico de Menlo Park se usaban métodos expeditivos con los pacientes. Estas prácticas extremas las probó el criminal Randle McMurphy, que se hace pasar por loco para no ir a la cárcel. El desmemoriado Soria acudió al agasajo generalizado de su partido. Entre vítores, sus compañeros lo despedían tras 17 años. La situación fue digna de un cuadro de Dalí: un ex presidente del partido se va por no saber explicar la existencia de empresas instrumentales en un paraíso fiscal y tras muchas mentiras para intentar excusarse. Sus compañeros de partido, en vez de recriminar su actitud, lo despiden en olor de multitudes, como si su marcha fuera voluntaria y no precipitaba por las circunstancias. Pareciera que los militantes del PP allí presentes hubieran sufrido una lobotomía en Menlo Park y no recordaran nada de lo que pasó. Los votantes del Partido Popular se pueden sentir engañados por no encontrar la menor autocrítica interna.
El cambio, que no es cambio sino continuación, es un hombre de Soria, Asier Antona. Un presidente palmero, con la polémica que eso ha levantado, pero muchos pensarán que es un presidente florero. Un buen recambio de urgencia, afín a la dirección general y al antiguo presidente del PP canario, que, afiliados dicen, esperan que sepa explicar su situación para una posible vuelta y en cualquier caso lo quieren tener cerca. ¡Maldita democracia que no permite que uno tenga unos ahorrillos en paraísos fiscales! Un recambio que viene dado desde Madrid, aunque afiliados pataleen y nieguen la mayor. Cospedal fue mandada por Rajoy para dejarlo todo atado y bien atado. Vino con la intención de vestir a Antona de alto mando y de nada valió la perreta de Enrique Hernández Bento porque su jefe no va a ser grancanario.
Pero estas decisiones teledirigidas por prestidigitadores ungidos desde Madrid, no son exclusivas ni muchísimo menos del Partido Popular. Solo hace falta recordar el nombramiento a dedazo de Victoria Rosell como candidata de Podemos a las Generales por la provincia de Las Palmas, pasando por encima de primarias, asambleas, votaciones digitales o posible disenso interno. Una decisión que ha costado cara a la formación morada, dado que entre los numeritos en el Aeropuerto y la sombra del presunto retardo malicioso en las diligencias abiertas a Miguel Ángel Ramírez, el nombre de Podemos se está relacionando con la corrupción, precisamente lo que supuestamente venía a eliminar del panorama político. La pregunta es, ¿qué pensarán algunos compañeros de partido del presunto retardo en la administración de justicia de un empresario como Ramírez, precisamente Ramírez? Lo cierto es que la querella ha sido admitida a trámite y la jueza ha dimitido. Entre otros muchos condicionantes, Rosell y su marido se atrevieron a volar sobre el nido de Soria.
La centralidad del tablero se observa hasta en la discusión política cotidiana. El lunes un tertuliano pedía con una vocecita en medio del gallinero, tras 15 minutos hablando de pactos, cuentas y reproches, que se iba a acabar el tiempo y no se hablaría de ningún tema canario. Era una tertulia vespertina en Canarias Radio, la radio pública. Los políticos de los partidos centralistas usan Canarias como escenario de batalla de una guerra que se libra en Madrid, como si Canarias no tuviera problemas específicos. Me detuve el sábado, leyendo La Provincia, en una entrevista a Isabel Rodríguez, Secretaria General del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Tras toda la entrevista criticando a Iglesias y hablando de la buena voluntad de Pedro Sánchez, casi al final habla de Canarias. Su proyecto de Canarias se resume en dar una palmadita a su amiga Patricia Hernández y en afirmar que Pedro Sánchez tiene un compromiso especial con Canarias. Me recuerda a esos reyes absolutistas de la Edad Moderna que concedían algunos derechos a la población con una Carta Otorgada. Puro despotismo ilustrado: todo para Canarias, pero sin Canarias.
Todavía hay más; parece ser que Podemos e Izquierda Unidad-Unidad Popular quieren llegar a un pacto para ir juntos a las elecciones. Leo el titular: «Podemos e IUC buscarán la fórmula para alcanzar en Canarias una confluencia como la gallega o catalana». ¿Qué significa a la gallega o a la catalana? ¿Se trata de organizaciones con su propia agenda de problemas, con sus propias líneas rojas? No amiga, amigo, a la gallega o la catalana porque mantendrían la independencia de sus siglas. Así de simple. Tanto unos como otros hablan de país, pero ese país es España y en su terrero principal los puntales son Alberto Garzón y Pablo Iglesias. Lo que decidan ellos va a misa, digo a las urnas.
Siempre nos quedarán las formaciones canarias, pensarán ustedes. Pues todos parecen estar en la misma dinámica. El presidente Clavijo usa sus poderes con la Virgen de Candelaria para pedirle que no haya elecciones, mejor para él, imagino, si está su amigo José Manuel Soria. Pedro Quevedo, diputado de Nueva Canarias, está haciendo fuerzas para que el PSOE llegue al poder, incluso repitiendo coalición si hace falta. Un PSOE que piensa como piensa, con políticas de cartas otorgadas por el líder. Los internos de Menlo Park se preocupaban más de sus problemas cotidianos que nuestros representantes. Absolutamente de locos y que me perdone McMurphy.