Se abre un tiempo nuevo, no sabemos por cuánto. La euforia en el PSOE, Podemos y otras formaciones de la izquierda estatal deberá ser moderada si la duración del proyecto no va a ser la adecuada. Como contaba la semana pasada la derecha está que trina. Viven obstinados desenterrando fantasmas del pasado, con la unidad de España y todo ello no es sino una máscara para defender a unos poderes económicos concretos. Con respecto a Canarias, el gobierno conformado se plantea como el menos malo. Para hacerlo bueno tendremos que esperar el devenir de los acontecimientos. Pero, a priori, se abre un tiempo nuevo, una ventana de oportunidad para estar presentes en un momento clave en la redefinición de un nuevo modelo territorial. Sin tener ni siquiera claro si estaremos a la altura de las circunstancias, con el temor de que otra vez nos coja con el paso cambiado como a finales de los 70, estimo oportuno dejar de lado la euforia en según qué sectores y prepararnos para exigir ciertas cuestiones claves para nuestro presente y futuro al gobierno entrante.
Primero lo obvio, hacer cumplir la ley. En ese sentido, debe exigir el cumplimiento del Estatuto de Autonomía de Canarias y la separación del REF de la financiación autonómica. De paso hacer el REF una herramienta más social, pero eso ya es cosa de nuestra gestión con esos fondos. Como explicaba en otro texto, el Estatuto es ciertamente limitado para las expectativas que debiera tener un territorio como Canarias, pero no deja de ser una vía de entrada para ahondar en un autogobierno que mejora la vida de las y los canarios. En cuanto al Régimen Económico y Fiscal, no podemos dejar que, junto a la Reserva de Inversiones Canarias, sea un instrumento al servicio de unos pocos, pero lo primero es garantizar su correcta financiación.
En siguiente lugar, es urgente emplearnos en la labor de mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora canaria. Actualmente los indicadores sociales en Canarias, ampliamente repetidos, contienen unas cifras preocupantes de precariedad, trabajos mal pagados e inestabilidad. Para ello no hay que dejar que el gobierno vacile a la hora de implementar un Plan de Empleo en peligro en etapas anteriores. La coordinación, en ese sentido, tendría que ser mejor dado que el signo político en el Gobierno de Canarias y en el Estado es el mismo.
Al nuevo gobierno hay que pedirle que sea leal con Canarias y que no vuelva a caer en la infrafinanciación de otras épocas. Para ello habría que exigirle, puesto que en el “pacto” hay muchos territorios representados que van a reclamar su trozo de mejora. Si ya vamos a lo ideal, Canarias tendría que ir preparando el terreno para poder contar con competencias en aeropuertos y aguas. La cuestión de las aguas con Marruecos y la privatización progresiva de Aena, nos alerta de la necesidad de tomar partido por cuidar seriamente de servicios básicos de conectividad y de recursos que se encuentran en nuestras aguas. Y no solo me refiero a minerales, también a la pesca que hemos ido perdiendo y por motivos de no tener voz potente ni en Europa ni en el Estado, está condenada a la marginalidad absoluta. El botón de muestra es la ridícula cuota de atún rojo que se permite pescar en Canarias.
Casado vaticinó el fin del régimen del 78. El gobierno que nace cuenta con gran pluralidad territorial, una cuestión a destacar aunque al centralismo recalcitrante le moleste. Lo que la derecha ve malo seguramente es positivo para las naciones del Estado. Sin embargo no hay que olvidar que lo comanda el PSOE, el mismo que ha gobernado la mayor parte de los gobiernos desde la aprobación de la Constitución y cuyo resultado es bien sabido por todos. Una actitud pasiva desde Canarias es un lujo excesivo que no nos podemos permitir.