Publicado originalmente el 18 de octubre de 2018
Alguien calificó la foto que encabeza este artículo como la muestra de cuando alguien sobra en una mesa, que no está en su sitio. Se refería al presidente Fernando Clavijo, en la misma mesa que Pedro Sánchez y Antonio Costa, presidentes español y portugués respectivamente, en Lanzarote. La mirada perdida del presidente canario denota distracción mientras los dos presidentes ibéricos sonríen juntos. El acto que juntó a los mandatarios estaba enmarcado dentro del vigésimo aniversario del Premio Nóbel de Literatura a José Saramago.
Pedro Sánchez, además de acudir al acto, se vio con miembros de su partido en Canarias. Sin embargo, no pudo atender el requerimiento del presidente canario y del presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, que le solicitaban una reunión para tratar qué hacer con las personas que estaban llegando en pateras. El Gabinete de Sánchez contestó que no podía por problemas de agenda, cuando se le pidieron quince minutos. En cambio, cuentan que atendió a Ángel Víctor Torres por espacio de dos horas. Pedro Sánchez demostró que pone por delante su condición de Secretario General de su partido a su condición de presidente del Gobierno.
Como era de esperar Coalición Canaria montó en cólera. A través de distintas voces, declararon el enfado por la negativa del presidente, que añadía tensión a la disputa entre el gobierno canario y estatal desde que triunfara la moción de censura. Todos los partidos de la cámara canaria criticaron el ninguneo y, de una forma u otra, tiraron de las orejas al ejecutivo español. En definitiva, la relación entre los gobiernos vuelve a verse resentida, sumando causas para que Coalición Canaria se arrime a la oposición.
Es verdad que Coalición Canaria lleva más de 20 años de gobierno errático, lo suelen indicar agentes políticos como el secretario general del PSOE en Canarias, Ángel Víctor Torres. Es verdad que este gobierno es el de la Ley del Suelo, el del Macromuelle de Agaete, el de los e-sport o el de las derivaciones a la sanidad privada con descaro. Es verdad que Clavijo primero ninguneó y luego apartó al PSOE del Gobierno canario. Es verdad que desde entonces gobierna en minoría como si fuera con mayoría absoluta.
Es palpable que el Gobierno del señor Fernando Clavijo es más beligerante con el gobierno de Sánchez que lo que lo fue con el de Rajoy. Es evidente que Clavijo gusta en el Partido Popular y que el Partido Popular le ha servido de sostén a su gobierno despótico de mochilas y constructoras. No es menos cierto que usa una propaganda rancia, casposa y grandilocuente para enaltecer su labor, su gobierno y su partido.
Pese a todo lo anterior, en este caso no hablamos de un desplante a un presidente pésimo y al presidente insular de Lanzarote que es de su mismo partido, sino que es un menosprecio en toda regla a las instituciones canarias. Pedro Sánchez tenía la obligación de atender a San Ginés y Clavijo, no por quince minutos, sino al menos por media hora. El tema lo merece y ha sido bandera populista de su corto mandato: la inmigración.
Los presidentes de Canarias y Lanzarote querían trasladar a Pedro Sánchez, el presidente que ofreció puerto al Aquarius, la problemática de los inmigrantes que están llegando a Lanzarote. Ahora mismo están acampados a las afueras de Arrecife, a la espera de encontrar un lugar donde ubicarlos. Sánchez, si es hombre de izquierdas, por lo menos debía haber recibido a los dos representantes canarios y dejarle claro que los Centros de Internamiento de Extranjeros son un sistema macabro y habría que buscar otra solución que no fuera esa ni los campamentos. Si no para relativizar la llegada de inmigrantes por mar, como hizo el brillante Padylla en su viñeta de ayer.
Pedro Sánchez se rió en la cara de las instituciones canarias y si criticamos que Soria ignorara el rechazo unánime de las administraciones canarias en el tema del petróleo, ahora debemos criticar de manera enérgica el desprecio de los de la rosa. Sinceramente me es indiferente que las competencias en materia de menores extranjeros las tenga el Gobierno canario o el español, un presidente está mucho más que para reírse con Costa, para soltar una frase manida sobre Saramago y para departir durante largo tiempo con el Secretario General de su partido en Canarias. Eso, al menos, mientras el estado de cosas sea como es. Evaristo Quintana lo calificó de trato colonial. También se ha repetido bastante que en Cataluña o el País Vasco no lo hubiera hecho. Pues eso.