Acabo de leer el acuerdo electoral firmado por Nueva Canarias y Coalición Canaria y que recoge setenta medidas específicas articuladas en catorce bloques de contenido, encabezados por el epígrafe “Derecho a…”. A falta de un análisis más detallado, es un texto que se ubica claramente en la socialdemocracia canarista con tintes liberales: reclamación de competencias y compensaciones al poder central combinadas con políticas que basculan entre la intervención pública en un sentido garantista y protector y los estímulos a la actividad económica. Todo ello partiendo de la exigencia de diálogo y cooperación bilateral al mismo nivel: se coopera en Madrid a cambio de mejoras concretas de todo tipo para Canarias. En caso de conseguirse, serán unas mejoras que beneficiarán, como debe ser, al conjunto de la sociedad pero que también aprovecharán políticamente fuerzas y representantes públicos en algunos casos contrarios al acuerdo que las haría posibles. Está bien que así sea. No puede ser que las conquistas sean para unos pocos dependiendo del color político de la administración correspondiente. Sin embargo, llegado el caso, no vendría mal cierta honestidad a la hora de reconocer méritos, por encima de los legítimos desacuerdos. La esperanza me mantiene.
El programa representa, a mi juicio, con bastante exactitud el equilibrio político-ideológico y la alianza del centro liberal y progresista que encarnan ambas fuerzas en su conjunto y también cada una en sí misma. Un instrumento posible ante el probable escenario de un gobierno estatal con mayoría del PSOE y necesitado de alianzas estables. Reconozco que me gustaría saber cuántas de mis amistades, conocidos, etc. leerán este o cualquier otro programa electoral. Y eso que algunos se leen muy rápido, especialmente si uno se centra en los contenidos referidos a Canarias, directamente porque no existen o porque son brevísimos y en muchas ocasiones copiados de aquí o allá ante la falta de reflexión propia autocentrada en Canarias. Sin embargo, siempre será más fácil atrincherarse en la autoficción de que uno/a es más radical y está más a la izquierda de un programa que no ha leído. O, simplemente, formarse una opinión mientras uno ve “La Sexta Noche” y se indigna, muy progresistamente eso sí, sobre la última batallita de Errejón, Colau, Iglesias,… o cualquier otro político profesional del Norte, de ésos que vienen a vernos en la campaña electoral, a contarnos sus problemas en las sociedades continentales europeas, jaleados por esos candidatos y candidatas designados a dedo desde Madrid por arte de la nueva política… cosa que la mar no tiene.