Publicado originalmente el 8 de abril de 2009
He hecho últimamente bastante referencia a textos que considero de importancia fundamental para comprender Canarias política y culturalmente en sus coordenadas históricas y geográficas. Los conocen de sobra, supongo: Psicología del hombre canario, de Manuel Alemán; Ensayos sobre la cultura canaria, de Ángel Sánchez; Entender Canarias, de José A. Alemán; Canarias Libre, la colección de textos políticos de Secundino Delgado con la excelente introducción de Manuel Hernández González; En defensa del habla canaria, de Marcial Morera, Historia del nacionalismo canario, de Domingo Garí Hayek, aún con mis diferencias; Desarrollo y subdesarrollo de la economía canaria, de Óscar Bergasa y Antonio González Viéitez; Sobre la indiferencia y el ocultamiento: la indefinición cultural canaria, de Manuel Padorno, la bibliografía entera de Víctor Ramírez y tantos otros textos de la literatura canaria, … Quizás ustedes mismos puedan añadir alguno más. No son textos perfectos, ni falta que les hace, pero representan una muy loable voluntad de construir cultural y políticamente –es lo mismo- Canarias sin intermediarios. Sin embargo, llama la atención de que en general suelen ser obras que cuentan ya con algunos años. Prácticamente todas fueron publicados en el siglo pasado. Esto en absoluto las desmerece puesto que leer implica siempre por parte del lector un viaje en el tiempo del que poder extraer los elementos más útiles para el presente. Ahora bien, ¿no hay ya reflexión sobre Canarias? ¿Estamos condenados a importar de la metrópolis también el pensamiento como si fuera un producto más en nuestros supermercados? ¿En qué cosas anda la intelectualidad canaria, tan productiva décadas atrás? Quizás alguien me pueda acusar de tener un escaso conocimiento sobre la producción intelectual actual en las islas, que estoy dejando fuera a numerosos autores, textos, revistas,… en los que se reflexiona hoy sobre Canarias como una realidad en sí misma, no subsidiada,… Nada me alegraría más. Brindo desde ya este espacio para acoger esas reflexiones pues no se trata de minusvalorar a nadie, sino de, como se suele decir ahora, empoderar a todo aquél que esté en el mismo empeño, declarado o no, el empeño por la construcción nacional de Canarias.