Publicada originalmente el 28 de febrero de 2011
El turismo en Canarias está remontando antes de lo esperado, y ya lidera la recuperación del sector en todo el estado. Paulino Rivero lo anunciaba al comienzo del año, y no se equivocó. De hecho, ya vuelve a haber quien recuerda a los canarios que no se les ha perdido nada en las zonas turísticas (¿de qué me suena esto?) porque no habrá plazas libres en Semana Santa. Buenas noticias para la economía, dicen.
Lo que no nos cuenta nadie es cuánto dinero estamos pagando los canarios para traer a todos esos turistas. Porque, han leído bien, Canarias pone dinero para que vengan.
La noticia es reciente: Canarias lidera la cifra de pasajeros de low cost, lo cual no es poca cosa si tenemos en cuenta que la low cost por excelencia, Ryanair, ya es la compañía aérea que más pasajeros mueve en España, por delante de Iberia.
La irrupción de las aerolíneas de bajo coste como Ryanair o EasyJet ha traido consigo «un modelo económico totalmente diferente del que representan las aerolíneas clásicas». En lugar de vender un servicio de transporte a todo aquel que desee viajar, «ahora el transportista vende un producto (una cantidad de pasajeros, expresados en ‘unidades’) a los gestores de un aeropuerto […] a cambio de ventajas financieras de diverso tipo». «En el presupuesto de empresas como EasyJet o Ryanair el precio de los billetes no supone más que una fuente de ingresos marginal». El grueso de los beneficios lo aportan subvenciones y ayudas públicas.
Así, tenemos que Ryanair pactó en un año subvenciones por valor de unos 80 millones de euros en total, sólo en España, con la promesa de aportar un número equis de pasajeros a tal o cual aeropuerto. Lo de la promesa no es licencia poética: si las subvenciones se replantean, o no están en el nivel esperado, Ryanair tranquilamente se olvida de su promesa, cancela sus líneas y se marcha a otro aeropuerto que pague. Es lo que ocurrió en Galicia, donde directamente acusan de chantaje a la compañía, o más recientemente en el aeropuerto de Girona, donde amenaza con cancelar 18 conexiones. Y es lógico: una vez Ryanair se hace con una posición dominante en un aeropuerto, nada le impide aprovecharla para exigir más dinero.
Mucho más se podría hablar de las ventajas que se le conceden a Ryanair frente a otras compañías, de las condiciones laborales en las que trabajan sus empleados, de la seguridad, del trato que dispensan a sus pasajeros… Pero volvamos a Canarias. Con lo expuesto más arriba podemos concluir que buena parte de la primera industria del archipiélago depende de Ryanair (recordemos: Canarias, líder en low cost). ¿Cuánto dinero en concepto de ayudas le están pagando a la aerolínea irlandesa el gobierno canario, los cabildos y las corporaciones locales? Es la pregunta que nadie responde en estos días de recuperación turística y lleno para Semana Santa. Viendo que Ryanair se larga a las primeras de cambio si un destino ya no le paga lo que pide, y viendo los planes de expansión en las islas de la compañía, se diría que Canarias está siendo «generosa» con la empresa irlandesa. Ellos, por su lado, nos van avisando de que esto nos va a costar, y mucho.
Los canarios somos así. De tan amables, cosmopolitas y abiertos, nos engoda el primer extranjero que pasa y le ponemos la pasta en la mano sin pensarlo. Qué capacidad de gestión, qué visión la de entregarle el transporte de turistas a Ryanair. Cuando ya no compense darles trato de favor o pagarles lo que pidan (¿nos enteraremos de cuánto será?), oiremos amenazas de reducción de conexiones (como ocurrió ya en Fuerteventura) y lamentos varios sobre la volatilidad del turismo y la perfidia de aerolíneas y turoperadores. Todo por no ver más allá de nuestras narices. O del bolsillo de algunos.