El Buen Autogobierno debe ser la política de un partido nacionalista, de amplia base social, que represente la canariedad popular y proyecte sus mejores valores, acometiendo los desafíos de una sociedad moderna como la canaria con voluntad inclusiva, cohesionadora, redistribuidora e insistiendo en la principal virtud del nacionalismo: hacer coincidir la toma de las decisiones que afectan a una sociedad precisamente con esa sociedad, siendo en esencia un movimiento de profundización y mejora de la calidad democrática. Que todo lo que afecta a Canarias se decida exclusivamente en Canarias por aquellos que vivimos en Canarias. Aquí vivimos, aquí decidimos.
Que la sociedad canaria pueda contar con ese partido, dedicado a ejercer el Buen Autogobierno, dependerá de muchísimos factores, entre los cuales es condición necesaria la existencia de una sociedad civil lo más fuerte y articulada que sea posible; una cultura política propia, enraizada en nuestra realidad; partidos transparentes y políticos con inequívoca vocación de servicio; también un ecosistema nacionalista, que vaya más allá de los propios partidos y que sirva no sólo de espacio nutriente sino también de habitat de coexistencia crítica,… Nos hacen falta muchas cosas, especialmente porque el nacionalismo realmente existente de CC y NC se ha dedicado principalmente a la pelea por el poder y la gestión política, olvidando la tarea fundamental de cualquier movimiento nacionalista digno de tal nombre: la construcción nacional.
Sin embargo, como tampoco partimos de cero y siempre podemos aprender de la Historia, creo que podemos extraer unas cuantas lecciones para el presente y, sobre todo, para el probablemente cercano escenario de reunificación y refundación. Nos hace falta una UPC para el siglo XXI, que no pivote sobre la extrema izquierda pero que sí busque recoger todo aquel entusiasmo popular y fundacional que los partidos se encargaron de cortocircuitar para que las cúpulas pudieran tenerlo todo atado y bien atado. Nos hacen falta unas AIC, que lean el país en toda su extensión y con todas sus realidades, implantándose por toda nuestra geografía, acomodándose al hecho insular diferencial como un guante pero sin fomentar el insularismo, la pelea cainita por los recursos, el enfrentamiento entre canarios. Nos hace falta una AHI que sepa representar la identidad popular de una isla, ahora a escala nacional, con voluntad transversal, orientación progresista, empuje constituyente e indudable voluntad transformadora a la hora de garantizar las mejores condiciones de vida para la sociedad canaria. Todo eso nos hace falta.