En febrero de 2013, y en calidad de filóloga hispánica, envié un comentario a la Academia Canaria de la Lengua, preocupada por el incipiente e insólito uso del vosotros en la población canaria nativa (pequeñas excepciones constituyen algunos lugares de La Gomera y El Hierro, que no son el objeto de este artículo). Uso que no se corresponde a nuestro dialecto, ni al del 95% (estimado) de los hablantes de castellano en el mundo.
En aquel comentario les exhortaba a tomar medidas oficiales al respecto, ya que si alguien tiene que ver con los usos, protección y difusión del lenguaje en esta nuestra tierra, son ellos.
El acuse de recibo de mi comentario/sugerencia/petición me llegó en noviembre; 9 meses y un parto después. La respuesta, nunca.
6 años más tarde este sigue siendo el estado de la cuestión. La crisis económica y su impacto directo sobre la población no rica, ha traído consigo crisis de valores, de identidad, y de cultura. Y en Canarias, desgraciadamente, se ha dejado sentir de manera estrepitosa.
En mis fugaces visitas a las Islas, cada año, me encuentro con situaciones lingüísticas aberrantes, propias del desconocimiento más absoluto, de la desidia académica, y de la deriva generalizada, que nos aboca a una globalización cabalgante, tan insulsa como estúpida, tan vacía como extendida.
Con ese pensamiento tan canario de que todo lo que viene de fuera es mejor, muchas personas han asociado el uso del vosotros como el correcto. Es lo que oyen diariamente en la televisión, en internet… como un bombardeo. Y nadie les está diciendo lo contrario. Nadie les está explicando que un camarero diciendo: “¿qué vais a tomar?”, está siendo maleducado. Y que un joven espetando: “vosotros beben cerveza”, está incurriendo en un chirriante error gramatical.
No se puede estar orgulloso de lo que se desconoce, no se puede defender lo que se ignora, y así, mientras mi generación creció escuchando los dibujos animados doblados en “español latino” -lo cual está infinitamente más cerca de nuestro uso que el español meridional-, los niños de hoy en día se meten un atracón de lo que, maquiavélicamente, se ha dado en llamar “español neutro”, que no es más que el dialecto castellano de la lengua (no hay usos neutros en ninguna lengua, todos hablamos un dialecto). Con esta homogeneización se arrasa cualquier particularidad de otras hablas y se consigue una uniformidad que no hace más que empobrecernos a todos. ¡Cuánto vocabulario no aprendíamos antes escuchando voces latinoamericanas!
El vosotrismo ilustrado nos está desdibujando como pueblo, acercándonos cada vez más, e identificándonos, con cosas que siempre estuvieron lejos. No es baladí. Si las instituciones responsables no hacen nada al respecto, y no lo están haciendo, en nuestras mañas está si queremos usar el canguillo o lo dejamos por pasividad en la brega.