Esto pasa en Venezuela: producir situaciones positivas para crear consecuencias negativas. Básicamente, ésta es la estrategia y ésta es la tragedia. Por ejemplo, ofrecer ayuda humanitaria como si solo fuera con propósitos humanitarios. Una propagandística actitud de altruismo deshumanizado, altruismo que nunca se dio en el pasado, para señalar con el dedo al maléfico gobierno venezolano que no lo permite por razones obvias. O, mismamente, la quema de camiones de ayuda humanitaria que, por accidente de los propios centuriones de Guaidó, se aprovechó para decir que fueron los de Maduro. Camiones, que, por otra parte, no llevaban medicinas como se decía. Nadie cuenta la historia completa, solo el dolor que causan los enemigos, cuando en realidad los amigos solo duran lo que los propios intereses.
En fin, no es mi objetivo tejer mi reflexión sobre el reparto de maldades del estilo y “tú más”, hechos demostrables o no para quien realmente se quiera molestar en contrastar diversas fuentes de información y tenga un esquema mental de cómo funcionan las relaciones de poder en el mundo, sino de mostrar que, una vez más, se cumple lo que dijo y escribió el siempre clarividente Eduardo Galeano: “las venas abiertas de América Latina”. Desangradas, sí, cabe añadir, por actores políticos siempre presentes en el espectáculo teatral de la deshumanización del enemigo, aunque sus actos sean tan moralmente reprobables como las de tu “amigo”. Desangradas porque no me creo ningún discurso que venga de quien tiene intereses nacidos de ocupar cualquier poder político, por muy menguante que sea. Maduro tendrá sus luces y sus sombras, pero, como decimos en psicología social, la situación fuerza a las personas.
Para empezar, no olvidemos que cuando asumió el poder quiso hablar con las élites económicas de Venezuela para modernizar el país. Le hicieron el vacío, cuando con esta voluntad de modernizar Venezuela estaba diciendo claramente que no renunciaba a las posibilidades del capitalismo. Las élites y sus dueños de Estados Unidos no lo querían y se acabó el cuento. Que hay corrupción y tráfico de favores lo sabemos. Ahora bien, ¿es un problema exclusivo del presidente venezolano? ¿Tal oprobio justifica castigar a todo un país? ¿Qué hay de los políticos españoles que han hecho de la corrupción una mutación genética?
El cinismo del votante al corrupto es el mismo cinismo de quienes demonizan al presidente venezolano ¿Qué significa? De nuevo la psicología social me dicta que perdono a los que considero de los míos por la vía de la desconexión moral; también el principio situacionista entra en juego: si vivo en un país con escasa tradición democrática, con una transición que no ha revisado la historia criminal de la dictadura (Alemania y su reacción contra el nazismo es el caso contrario) y solo se queja si vive en propia carne las consecuencias del mal, todo lo cual ha producido un país con escasa cultura política (con un voto muy volátil) y un estado de bienestar paternalista que nunca educó en los derechos y siempre justificó las cadenas clientelistas de recompensa.
Si a todo esto unimos que perdonamos a nuestros corruptos si percibimos que el país va bien y que no depende del político cuestionado las desgracias que nos asolan, seguimos dándole el voto porque deposito mi bienestar en la confianza de sus aciertos y no en sus debilidades. Venezuela no va bien, pero no se percibe a más culpable que a Maduro y su régimen bolivariano. Buscan en su personalidad la explicación de sus actos, dejando fuera la situación política y económica, mediática y propagandística del tsunami de intereses que le rodean (el petróleo, el primero; el efecto del mal ejemplo en un continente que es el patio trasero de Estados Unidos, el segundo).
Si en España se dice que todos los políticos son igual de corruptos, justifico seguir votando a mi favorito, en Venezuela se dice que el único corrupto es Maduro y el que viene es nuestro valiente arcángel San Gabriel de Guaidó, cachorro de la CIA, con sus falsas letanías mesiánicas de redimir a los pobres y amaestrar las diferencias sociales. ¿Verdad que la vara de medir se les ha quedado corta para calcular la altura moral de uno y otro? Ante todo este panorama, perderán los de siempre, la mayoría de los de abajo. De hecho, muchos votantes operan mentalmente la disonancia de votar a corruptos justificando que votan al partido, no a la persona. Y si son muchos los corruptos de un partido, pronto se les ve como aprovechados del poder (quién no caería en esas mieles…), pero que no contradicen ideológicamente mis creencias de cómo debe ser una sociedad ordenada y correcta. Curioso que las corrupciones del gobierno venezolano sean mosquito sin pico comparados con las avispas venenosas de España, que no mejoran a nadie, pero da cuenta del necesario cinismo de quienes los quieren hacer comparables para seguir presionando hasta la llegada del verdadero mesías, Guaidó y sus centuriones, porque son el corifeo redentor bendecido por la gracia de Estados Unidos, como Franco lo fue por la gracia de Dios.
¿Quién es capaz de negar que si las venas abiertas del “patio trasero” de Estados Unidos se desangran es por intereses político-económicos y no por ideales democráticos o humanitarios? Ideales democráticos que no se atribuyen a los chavistas de Chávez, a quien ya se intentó hacer caer mediante otro golpe de Estado y varios atentados, mientras el guapo y joven Guaidó habla continuamente rodeado de micrófonos o sale en las fotos con su mujer, o con su mujer y su hija. En las antípodas, el anti-fotogénico Maduro que, casualmente, siempre flashean con gestos autoritarios, sin mujer e hijas enternecedoras que lo humanicen. Hagan un análisis de contenido en el buscador de internet, solo imágenes, y vean los contextos de las fotografías, las ropas y los gestos.
Si hasta Obama, con tan buena prensa que se le ha dado, pero tan parecido a sus antecesores en el trono del imperio quirúrgico que desangra América Latina, se negó a reconocer la victoria electoral de Maduro en 2013, incluso con la constatación por todos los observadores extranjeros de que no habían visto fraude alguno. Y, también Obama, declaró a Venezuela como amenaza a la Seguridad Nacional para imponer sanciones selectivas, que empeoraron la deriva del país cuando Trump puso las cosas económicamente peor con sus restricciones financieras internacionales. Incluso la ONU emitió un informe donde dejaba claro qué se estaba haciendo con la economía de Venezuela desde, especialmente, Estados Unidos. Trump, una vez más, confesión de sus asesores, baraja si intervenir o no militarme en Venezuela. De paso, ya que se tomó un café con Kim Jong-un, que se tome otro con Maduro, su economía no va tan bien como la de Corea del Norte, pero no tiene bombas nucleares amenazadoras debajo de su trasero y sí mucho petróleo.
Los manuales de sabotaje para aplicar en América Latina, editados y distribuidos por la CIA, decían y dicen claramente que los gobiernos marxistas eran miserables y traidores a su pueblo, que los mataba de hambre, no eran democráticos y un largo etcétera que animaba, textualmente, a los demócratas amantes de la paz y la libertad a deshacerse de la tiranía de los gobernantes que no fueran proclives a Washington y a la gran industria, petrolera o no. En uno de esos manuales de la CIA, editado en los 80, se enseñaban distintas formas de desestabilizar a los gobiernos izquierdosos, entre ellas la de crear situaciones aparentemente benefactoras para la población, pero que en realidad eran anzuelos psicológicos para que picara el gobierno y así justificar atacarlo con más vehemencia e intensidad. Los sabotajes en Venezuela son del Freedom Fighter´s Manual y se puede descargar en la red internet, es el recurso preferido de la CIA extendido como operaciones encubiertas en Cuba, Latinoamérica, Libia, Siria o Yemen. Las redes eléctricas son objetivos prioritarios para esta forma de terrorismo, ya que, la CIA dixit, es una forma de acción muy efectiva para desmoralizar rápidamente el estado de ánimo de una población. De eso sabe mucho el senador norteamericano Marco Rubio, de esto y del sabotaje a la red eléctrica del país bolivariano.
En este mismo sentido, asistimos en Venezuela a una obra maestra de desestabilización de un gobierno legítimo. El poder del jeque de Arabia Saudita llega al asesinato impune del periodista Jamal Khashoggi, no es una democracia y tampoco hay que imponérsela a base de cañonazos, tampoco imponerle penas ni nada de nada, no sea que nos vire la cara y se enroñe. Por mucho que los personajes del gobierno venezolano nos disgusten, los otros personajes solo son positivos porque, como en todo escenario teatral existe entre bambalinas, detrás del escenario, en el backstage, otros actores políticos que manejan con mucho arte un conjunto de dispositivos propios del marketing de la política internacional y las guerras psicológicas. Tan bien lo hacen que consiguen el milagro de convertir en pecados las virtudes de los enemigos y en virtudes los pecados propios y de los amigos. Asombra, cada vez menos, cómo se silencia y tergiversa el apoyo popular a los chavistas, se oculta su representatividad y se les hace únicos responsables de meter al pueblo en una crisis y no saber salir de ella. ¿Acaso creen que los ricos países democráticos son indiferentes con los más pobres del mundo? Los economistas saben que la acumulación de riqueza depende de la pobreza, además de hacer creer en las denominadas ideologías de la justificación del sistema cuya idea central es que el sistema social de desigualdad y de injusticias se mantiene y se perpetúa gracias a los estereotipos y prejuicios utilizados como recursos cognitivos de legitimación ideológica del orden social. Los países del sur son culpables de su propia pobreza, por ser perezosos (aplatanados), pusilánimes y faltos de iniciativa, etc. Los del Norte asumen el darwinismo social cuando dicen que las desigualdades sociales son inevitables e incluso buenas, ya que contribuyen a la supervivencia de las personas o grupos más “aptos”. El sur se lo ha buscado.
Los espectadores apenas perciben, intuyen a veces, otras prefieren no saber o, simplemente, les crea disonancia ideológica reconocer esta existencia y eligen hablar de la personalidad de los actores más que de los complejos intereses de poder y dominación en el backstage de todo escenario político. Por ejemplo, los felices “falsos exiliados” venezolanos como el padre de Guaidó en Tenerife; el cantante Carlos Baute o los de “adopción” como Alejandro Saz que poco o nada hablan de política, y menos en sus canciones, ahora por lo visto sí que saben de política, y eso que Baute llegó a decir en una entrevista que hablar de política en sus canciones le da pereza y prefiere corromperse con la belleza de la mujer. Es un chico bello y simpático, como voy a meterme con él, si tampoco parecen haberlo hecho las feministas aún después de decir que su motivación principal es educar a la juventud en la galantería hacia las mujeres (no en la solidaridad y la justicia social), en que los jóvenes las traten como reinas porque tales gestos se han perdido un poco con eso de la igualdad. Al contrario, las alabanzas vinieron de la extrema derecha venezolana en la diáspora. Fíjense, si no, que como Guaidó no era extremo izquierdo de ningún equipo de fútbol, fue fichado y preparado por la CIA de Donald, que lo seleccionó para jugar en la extrema derecha mundial de estos magníficos juegos olímpicos de la política que ahora se juegan en Venezuela y, mañana, cuando decidan los bienhechores seleccionadores, ya verán en qué campo mundial se va a jugar.
Mientras Baute canta a las bellas, el «Plan to overthrow the Venezuelan Dictatorship – “Masterstroke”» para derrocar al gobierno venezolano, escrito por el Almirante Kurt W. Tidd, ya está en marcha hace tiempo, una vez vaya progresando esta primera etapa de guerra psicológica propagandística y mediática, de persecución y desprestigio, así como ridiculización de Maduro, mostrando que la situación venezolana es fruto de su incompetencia y su torpeza. No se extrañen del extraño arte de la política internacional y sus nada graciosos comediantes entre bambalinas. Como sucedió en Nicaragua a partir de 1979, se prepara una “contra” con base en Colombia. Detrás de los escenarios nos aguardan secretos que, pobres mortales que somos, jamás podremos desvelar sino cuando la historia revele el dolor de las venas abiertas de América Latina una vez más. A lo que más llegaremos es a colar algún estribillo de contrabando en las canciones de Baute a la belleza de las mujeres. Ah, y a la juventud no hay que enseñarla a pensar la política, sino en cómo ligar con una mujer bella; porque las demás mujeres, por lo visto, no valen la pena.
*El autor es José Antonio Younis y lo publicó Attac Canarias. Compartido con el permiso del autor.