La Radio Televisión Canaria debe evolucionar. Esa es la primera premisa de este texto. Con la llegada del nuevo gobierno, ya no hay excusas. El cambio tiene que llegar también a nuestro imprescindible ente público. Esa es la segunda premisa. La tercera, que debe abandonar los laberintos políticos y tiene que caminar como un medio de comunicación al servicio de las canarias y canarios. La cuarta, que no puede seguir siendo cuna de los contenidos casposos y debiera aspirar a ser una referencia del periodismo serio, riguroso e independiente en Canarias. La quinta, la Radio Televisión Canaria tiene que tener como misión que se sientan representados todos y cada uno de los canarios, uniendo las islas y ofreciendo un servicio público de calidad. Y la sexta, una verdadera apuesta por la difusión de nuestra cultura e identidad y un tratamiento informativo autocentrado en las islas.
La evolución del ente público pasa por la independencia. El Parlamento sentaría las bases, previo acuerdo amplio empujado por el mandato de la ciudadanía, de un medio independiente. Para ello es indispensable justamente eso, que las organizaciones profesionales de la comunicación en Canarias y la ciudadanía en general hagan suyo el proyecto de la Radio Televisión Canaria y lo mantengan alejado de vaivenes políticos. Que de igual que pasen gobiernos de flores, de coalición, de derechas o nacionalistas, que la Radio Televisión Canaria seguirá siendo un faro de equidad, rigor y vocación de servicio público. No sorprendo a nadie si digo que no siempre ha sido así. Las noticias ya venían dictadas, hubo preguntas que no se pudieron hacer y cuando se hicieron costaron puestos de trabajo, y la agenda la marcó el político de turno que puso al gestor. Si este gobierno de progreso quiere cambiar Canarias, un punto importante es cambiar también esta tendencia ante el vicio de controlar la comunicación del medio público.
Por otro lado, la Radio Televisión Canaria debe huir del escándalo. Los laberintos políticos han provocado menos libertad, pero también inestabilidad y hasta en algunos casos una voluntad no declarada (o sí) por cargarse nuestro necesario ente público. Los EREs y los recortes han dejado muy mermadas las redacciones de la radio y la televisión pública. Es increíble que a día de hoy Canarias Radio no tenga delegaciones en Fuerteventura y Lanzarote, y solo tenga una periodista en La Palma. Ya no hablemos de La Gomera y El Hierro. Durante mucho tiempo los redactores de informativos de la televisión eran empleados privados y los editores trabajadores públicos, unidos por un coordinador de la empresa. La comunicación entre editor y redactor ha de ser frecuente y fluida, ambos trabajando para la misma causa. Por ello es esencial también que se elimine la externalización de los servicios informativos y que sean gestionados por el ente público.
Un capítulo aparte merecen los contenidos que se ofrecen. Mi deseo es que los contenidos casposos y sensacionalistas sean sustituidos por programas referencias, de calidad, que inviten a la reflexión y al debate. En cuanto al entretenimiento, los programas deben caminar en pro de generar autoestima entre nuestra población y no a burlarse de ella. Me refiero tanto a los programas de reportajes como a los de humor. Todo ello, porque es ingenuo pensar que no es posible, con un acentuado sentido crítico. Siendo originales y sin copiar formatos, podemos conseguir productos tan exitosos como el de otras cadenas autonómicas. Para ello hace falta nutrirse de profesionales y artistas comprometidos con todo este proceso.
Hay muchas cosas que rescatar de la Radio Televisión Pública. Una de ellas es la unión que hace de todas las islas. Un gomero de Alajeró podrá conocer las noticias que suceden en La Oliva (Fuerteventura), así como un orotavense estará puntualmente informado de la última iniciativa en La Graciosa. Eso ya lo tenemos, pero debemos ser muy cuidadosos con los equilibrios, esos que generan tantas susceptibilidades. Rigurosos hasta el extremo y no dar nada de cancha al insularismo incendiario. Todo ello desde una perspectiva autocentrada en Canarias, sin estar pendientes acríticamente de la agenda de Madrid, Londres o Bruselas y trayendo todos los temas para aterrizar en Canarias. Con profesionales que cultiven su acento y habla original, el habla canaria en este caso. Con una marcada sensibilidad con la cultura e identidad canaria. Una cultura canaria en evolución, basta del folclorismo, reducirlo todo a la imagen del ruralismo canario, para abrir horizontes y mentes.
Como ven, son medidas simples y que no serían excesivamente difíciles de implementar. Los obstáculos son sobre todo políticos. «Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”, dijo Riszard Kapuscinsky. En este caso, más que negocio se busca un aliado informativo no hostil. El espacio mediático en Canarias está menguado. Editorial Prensa Ibérica compró El Día y eliminó La Opinión. La radio y la televisión de El Día fueron eliminadas. Antena 3 Canarias dejó de emitir su informativo canario. Si vemos lo que hay, da un poco de pudor. Las radio-televisiones públicas española y canaria, las radios estatales más potentes (Ser y Onda Cero principalmente) emitiendo en Canarias, alguna radio muy menor (7.7 Radio, en algunos momentos asociada a ES Radio), dos medios digitales con sus no disimulados intereses empresariales, Canarias Ahora y Canarias en Hora, y en cuanto a prensa escrita, Editorial Prensa Ibérica con La Provincia y El Día, Diario de Avisos aliado con El Español, de Pedro J. Ramírez, y Canarias 7, con sus evidentes problemas de viabilidad. Los medios canarios como tal casi no existen. Ahí debe ser vanguardia, por lo tanto, el ente público. Si es necesario reducir los niveles de pobreza y precariedad, si hace falta acabar con los chiringuitos de Coalición Canaria, como alguien apuntó, también va en la cuota del cambio una reorientación de un servicio esencial en las islas, nuestro medio público.