Escuchar ejemplos de otros sures pueden hacernos reflexionar sobre cómo estamos viviendo y conviviendo nosotras aquí en las islas. Tomar referencias de pueblos que siguen ligados a la tierra, pues se sienten tierra y la respetan convocando un equilibrio constante entre la satisfacción de necesidades y la capacidad finita de los bienes comunes, nos ayudaría a replantearnos la tan normalizada separación «naturaleza – humanidad» que nos está arrastrando al envenenamiento progresivo de los pueblos.
La Feria Wallüng, en Chile, es un espacio que nace hace más de 15 años en Kurarrewe (localidad mayormente mapuche), como un espacio de conversa, intercambios y revalorización de la cultura y nuevas economías gestionado por la comunidad mapuche residente. Surge a raíz de una serie de capacitaciones para dirigentes mapuche (hombres en su mayoría) que ofrecía el gobierno chileno (CONADI: Corporación Nacional de Indígenas). En una de esas reuniones, algunas de las mujeres presentes comenzaron a reflexionar sobre la coherencia del discurso que ahí se conversaba (preocupación por la desaparición de la cultura, por los recursos de la zona, por la economía de las familias, etc.) y el entorno, sobre todo alimencio, en el que se propiciaban tales reuniones:
«Entonces yo me empecé a involucrar en la reuniones. Y hablamos también las mujeres del tema económico, de la alimentación. Entonces venía la gente de la CONADI, hacía a las reuniones. Y siempre se contemplaba la alimentación que traían desde Temuco: galletas, panes con cecina, bebidas, jugo, café en tarro… Y eso era la alimentación durante las reuniones. Entonces nosotros empezamos a alegar que de qué estamos hablando. Bueno primero partimos de que nosotras somos las mujeres que creamos, que hacemos, que ocultamente tenemos un poder muy grande en cambiar cosas, entonces hay que hablar de eso hay que hablar de por qué estamos comiendo estas galletas si aquí estamos hablando de la cosmovisión mapuche, de la tierra, del bosque, del agua. Entonces ahí como que fue tornándose un poquito más parejo la conversa»
(Extracto de la entrevista a Anita Epulef, cocinera y guardiana de semillas de Kurarrewe).
De la junta de estas mujeres que compartían la misma inquietud de recuperar las prácticas mapuche que establecían el Küme Mongen, el buen vivir de su pueblo, y con el que muchas de ellas habían crecido, nace esta Feria que hoy en día sigue celebrándose cada verano (Wallüng en la lengua mapuche) convocando al intercambio con otros territorios y generando alternativas a la economía así como un impulso en el proceso de revitalización cultural que está viviendo este pueblo.
La fiesta de La Rama de Agaete se establece como un festejo ligado a la cultura del pueblo canario, algunas expertas la relacionan con el mundo amazigh, otras con la castellanización de un ritual y con todas sus variables transmitidas a través del tiempo. Sea como sea, y sin entrar al detalle histórico o carácter religioso, es una fiesta que en la actualidad genera encuentros, remolinos de energía, alegría, identidad, una pausa en el ritmo frenético del día a día para mirar hacia el macizo de Tamadaba, a Faneque, al mar, a la tradición.
La Rama de Agaete, la Rama del Valle, la fiesta del Charco, entre otras, son espacios en los que se realza la cultura canaria, puentes entre el pasado y el presente que mantienen las tradiciones y la identidad del pueblo. Si esto es así, y queremos que siga siendo así, ¿por qué seguimos validando la venta de comida rápida o basura, teniendo un rico patrimonio gastronómico que podría alimentarnos con productos de la zona o zonas cercanas? La alimentación es parte fundamental de una cultura y su supervivencia, la buena alimentación es generadora de vida, de salud comunitaria y de parte de la identidad de un pueblo.
Tenemos ejemplos en las romerías o festividades de pueblos en la isla en los que se apuesta por ofrecer la gastronomía canaria a las visitantes y en los que se apuesta por ferias de artesanía de calidad y con sentido en el territorio. Sin embargo, estos otros grandes festejos, donde además se esperan miles de personas, como la Rama de Agaete, se permite la mala alimentación: fritangas, sucedáneos, congelados, más aceite, salsas. Todo esto es veneno. Y por si esto fuera poco, además ésta es una industria generadora de residuos plásticos innecesarios que, por cierto, van en contra de la filosofía de un pueblo que se resiste a la degradación de su entorno con proyectos de macromuelle, desarrollistas o impactos de plásticos en su tierra y océano.
Si bien no es objetivo de este artículo entrar a profundizar en las alternativas, sí que hay que tener en cuenta que estos puestos de comida rápida (no local e insana) implican puestos de trabajo y familias detrás, con lo que habría que estar sensible a esta situación para aportar medidas que puedan favorecer la reconversión de la comercialización de comida y transitar hacia una oferta más sana y local, sobre todo si hablamos de espacios tradicionales canarios.
Igualmente conviene resaltar que en esta gran fiesta canaria, las familias del pueblo, me aventuro a decir en su mayoría mujeres, siguen manteniendo su tradición culinaria, dedicándole el tiempo necesario a la cocina y comida que les alimentará durante las fiestas. No olvidar tampoco la comida que se elabora en algunos de los bares que ofrecen variedad gastronómica que alimenta a las visitantes y disfrutantes de La Rama.
Es decir, Fiesta de la Rama sí, a cualquier precio no. Generemos un proceso de reflexión y propuestas o alternativas en torno a la alimentación, la bebida y los residuos en este tipo de festejos, y en otros espacios de encuentro y reunión. Sobre esto último, habrá que plantearse un plan especial de residuos, pero no sólo para la recogida posterior sino para la reducción o no generación de los mismos. Como anécdota, este año que algunas fuimos con nuestros propios vasos, nos han rechazado rellenarlo, proponiéndonos que nos daban el vaso de plástico y que nosotras lo traspasaramos al nuestro. Situaciones como ésta en pleno siglo XXI son de un nivel de incoherencia grave.
Si somos lo que comemos y nos reflejamos en los residuos que generamos, ¿qué vemos?
* La autora es Nerea Santana Medina, Trabajadora Social y Máster de Antropología. Santana Medina tiene experiencia como Técnica de Proyectos de Desarrollo Rural. El texto fue remitido a Tamaimos.com por correo electrónico para su publicación.