Dice Nora Navarro en un reportaje sobre la serie ‘Hierro’, disponible en Movistar +: «sitúa a Canarias en el mapa nacional a través de una mirada honesta, desestereotipada y casi mística sobre la realidad y los paisajes de El Hierro, con imágenes de una espectacular factura visual, que se sustenta, además, en la calidad interpretativa de numerosos actores y actrices isleños que insuflan vida a distintos personajes con su propio acento canario». Si algo tiene la serie del gallego Jorge Coira es normalidad. Los actores hablan normal, como canarios, como cualquier persona de El Hierro. La mayoría del elenco es de aquí, de las islas, reforzando el talento canario. La isla es mucho más que el simple escenario para ser parte, por sí misma, de la historia. Son cosas normales, pero que generan extrañeza porque estamos acostumbrados a poner el decorado y las ventajas fiscales a las producciones que vienen al Archipiélago.
En el curso «Canarias y la mirada decolonial» de la Universidad de Verano de Maspalomas que organizó la Fundación Canaria Tamaimos en 2016, José Antonio Ramos Arteaga advirtió que las producciones que estaban viniendo a las islas estaban convirtiendo a Canarias en un plató que bien puede ser Casablanca, Grecia o Guinea Ecuatorial. Nuestro territorio se disfraza para contentar al creador y nunca para promocionar a las islas como tal. ‘Hierro’ es un cambio de paradigma; El Hierro es El Hierro, con su Bajada de la Virgen, sus fondos marinos, sus vistas, su artesanía y sus funcionarios que llegan a la isla absolutamente perdidos y sin conocimiento de la idiosincrasia de la isla del Meridiano. La potencia que desprenden los paisajes herreños no envidian en nada a los mejores espacios cinematográficos. Todo ello, además de poner en valor un territorio y una cultura, significan en sí mismo una promoción mayor que una ciudad de Las Palmas convertida en una ciudad marroquí en la postguerra europea o una de Santa Cruz de Tenerife disfrazada de ciudad griega. No nos llevemos a engaños, es así y El Hierro de manera indirecta se apunta un tanto.
Por otro lado, el acento canario es dominante en la trama. Los personajes canarios hablan canario, no fuerzan, no quieren hablar de otra forma. Los pibes de El Hierro se relacionan como se relacionarían unos pibes normales aquí. Candela, la jueza, hace de jueza que va medio desterrada desde la Península Ibérica, no hay máscara, no intenta ser otra cosa. Incluso Darío Grandinetti se esfuerza con un acento canario propio de un empresario platanero en la isla asimilado al territorio después de muchos años. No hay trampa ni cartón. La normalidad en los dialectos de los personajes es otro de los rasgos que, seguramente, enganchen de la misma. Por suerte ya es normal ver producciones con acentos propios sin que eso las hagan menos universales, el colombiano en ‘Narcos’, el mexicano en ‘Narcos México’ o la polémica ‘Roma’ o el gallego en ‘Fariña’. Pero en Canarias no es tan normal, acostumbrados a producciones donde nuestro acento no está y nuestros paisajes son simples escenarios, incluso con nuestras instituciones aportando dinero y con nuestra televisión pública detrás. De esto se ha quejado Luifer Rodríguez, el abogado Bernardo en ‘Hierro’. Rodríguez ve con normalidad que nuestro acento pueda contar historias para nosotros y para el mundo entero. Se lamenta, asimismo, que tenga que ser Movistar + quien ponga estos rasgos en valor y no nuestra radio televisión pública.
La serie cuenta además con un elenco de unos 60 actores y actrices canarios, lo que pone en valor nuestro talento. Además de los veteranos Luifer Rodríguez, encarnando al abogado del oscuro empresario Antonio Díaz, Yaiza Guimaré en el papel de Elvira, mujer de Díaz, o Maykol Hernández como el Guardia Civil Braulio, destacan otros más jóvenes como Isaac B. Santos, en el papel del joven Yeray, Saulo Trujillo, como el introvertido panadero Daniel o Tania Santana encarnando a Idaira. Todo ello refuerza la escena canaria, la pone en boca de todos y la visualiza en una serie exitosa. Además haciendo de gente canaria, de aquí, ¿cuántas veces nos han dicho que los actores canarios tienen que cambiar el acento si quieren trabajar? A ver si ahora alguno va a tener que hacer el proceso al revés…
La serie de 8 capítulos ha sido un éxito de crítica y público. Afirma Ángel S. Harguindey en El País que «en pocas ocasiones el impresionante paisaje en el que se desarrolla una trama policíaca (…) se ha incorporado con mayor poderío al resultado final del proyecto». En términos similares se expresa P. Zárate en Vertele, que considera la historia un thriller correcto. Borja Abelleira en Fórmula TV destaca que «‘Hierro’ es otro ejemplo de que lo plural siempre es mejor». El portal Filmaffinity la valora en un 7,2 de 10 con 1.420 votos. IMDb, por su parte, la califica con un 7,8 de 258 impresiones.
El éxito no solo ha sido de crítica sino también de público. Tanto es así que Movistar se plantea rodar una segunda temporada. Algo que no es sencillo. Series de Movistar + como ‘La Zona’ se quedaron sin segunda temporada, y eso que ya estaba definida y que la historia en sí es inconclusa. El éxito de ‘Hierro’ es, en parte, el éxito de una apuesta de sus impulsores gallegos y franceses, pero, de otra parte, también es la victoria de la originalidad, dentro de lo que es normal, de todo el ambiente canario que rodea a la producción. Hay que agradecer a Jorge Coira su dedicada documentación sobre aspectos de la isla y la propia idiosincrasia de la misma, supo ver dónde estaba el filón. También habría que anotarle el tanto a los actores y actrices de las islas, por su magnifica interpretación y por sacar la cabeza en una profesión sumamente difícil, llena de estereotipos y falsos egos. Movistar también se apunta el hecho de haber apostado por una serie que Atresmedia finalmente rechazó, pero en el top de los perdedores, como bien dice Luifer Rodríguez, está la Radio Televisión Canaria, por su falta de apuesta y por no liderar la producción canaria de calidad, que cuente historias para Canarias y el mundo. ‘Hierro’ le muestra las vergüenzas a más de uno y cuestiona certezas que se dieron por sentadas.