¿Puede el nacionalismo canario estar vivo y muerto al mismo tiempo al igual que el gato de Schrödinger? ¿Puede haberle ido bien y mal en las últimas elecciones al Parlamento de Canarias? Veamos. Hay dos fuerzas nacionalistas realmente existentes y para simplificar el análisis nos limitaremos a observar con cierto detenimiento el comportamiento de ambas en las pasadas elecciones de mayo de 2019.
Coalición Canaria obtuvo veinte diputados, mejorando los dieciocho de la pasada legislatura. Tres diputados por La Palma, uno por El Hierro, cinco por Tenerife, dos por Gran Canaria, tres por Fuerteventura y tres por Lanzarote. Sólo en La Gomera no obtiene representación al Parlamento. La lista nacional, que algunos querían ver como la espada de Damocles de Coalición Canaria, les concede otros tres diputados, demostrando lo que sólo lo más ingenuos no querían ver: son, junto con el PSOE, la fuerza con más y mejor implantación en todo el país. Suben un 3’57% en cuanto a voto emitido a nivel nacional y obtienen casi 30.000 votos más. En casi todas las islas se mantienen, con bajada insustancial en FV o de mayor entidad en EH, o suben, destacando especialmente la isla de GC donde no estuvieron lejos de doblar los resultados de 2015, obteniendo 42.507 votos.
Nueva Canarias obtuvo la misma representación parlamentaria: cinco diputados, si bien es verdad que ahora en un parlamento con setenta escaños, no con sesenta. Tres de esos diputados son obtenidos en la isla de GC, uno por FV y el quinto, por la lista nacional, aunque casi un ochenta por ciento de los votos llegaron también desde GC. Al contrario que en el caso anterior, estamos claramente ante una fuerza de ámbito casi exclusivamente grancanario, al menos en lo que hace a la representación en el Parlamento de Canarias. Nueva Canarias pierde unos trece mil votos a nivel nacional, aproximadamente un 1’2%, de los cuales, nueve mil se pierden lógicamente en la isla de GC, bastión natural de esta fuerza.
En el primer caso, tanto número de votos, como porcentaje, diputados y distribución territorial, nos devuelven una fotografía de una fuerza política sólida, con anclajes y extensión, que no sólo no acusa especialmente el desgaste de las décadas en el poder y escándalos varios sino que se consolida y hasta mejora resultados notablemente en la circunscripción que tradicionalmente se les ha resistido: Gran Canaria. En el segundo caso, una mirada a los mismos indicadores nos habla de una fuerza política con probadas dificultades a la hora de obtener representación más allá de Gran Canaria, en un proceso generalizado de retroceso en cuanto al voto a niveles de 2011, no así en el número de diputados. Su espacio electoral se encoge ligeramente.
Sin embargo, y aquí es donde viene la paradoja, tal y como señala en su reciente artículo “La centralidad perdida de CC” el ex presidente Paulino Rivero “el resultado de las elecciones se mide en dos tiempos (…) el momento que se vive tras el recuento de los votos y, en segundo término -sin duda el más determinante – (…) después del periodo que abren las distintas fuerzas políticas para alcanzar acuerdos que garanticen mayorías estables de gobierno.” Especialmente, añado yo, cuando uno tiene la flexibilidad suficiente como para poder permitirse alianzas varias como las que ha sostenido históricamente Coalición Canaria o la propia Nueva Canarias en su pacto con el PIL en 2011, por citar un ejemplo. O en el más que sensato y coherente acuerdo entre las dos fuerzas nacionalistas para las elecciones al Congreso y Senado españoles también en 2011 y con resultados aceptables para ambas opciones.
Ahora bien, ¿cómo les ha ido a ambas fuerzas en este segundo periodo a partir de sus respectivos resultados electorales? Simplificando mucho, la deriva derechista y españolista de Coalición en la última legislatura ha provocado que prácticamente la única posibilidad de alcanzar el Gobierno para esta fuerza fuera articulando un bloque de centro-derecha, con la participación de Casimiro Curbelo y su ASG, cediendo no sólo ante éste sino también ante las exigencias de Ciudadanos en cuanto a la presencia de Fernando Clavijo en el Ejecutivo, por no hablar del episodio surrealista de ofrecer la Presidencia al Partido Popular. Nada parece quedar de la Coalición Canaria que ocupaba la centralidad del tablero, que no es igual al centro político, que podía pactar tanto a su derecha como a su izquierda, entre otras cosas porque contaba con un ala izquierda y que no generaba los niveles de animadversión tan profundos que parece generar no sólo en otras fuerzas políticas sino en amplios sectores de la sociedad canaria.
En cambio, Nueva Canarias, con sus modestos resultados al Parlamento, cuya principal virtud parece ser la de mantener el mismo número de diputados con menos votos y en un contexto que se auguraba complicado, obtiene, precisamente por la habilidad de sus negociadores, estatus de pleno miembro del próximo Ejecutivo, ocupando además la Vicepresidencia y la cartera de Hacienda y Planificación. Es una fuerza que no tiene los altos niveles de centralidad de la antigua Coalición, en la que ya participaron como ICAN, pero que tampoco es equiparable a Podemos y su nula centralidad, pues ocupa la casilla de la extrema izquierda del tablero y su única opción de participar en un Gobierno es precisamente la que se ha dado, la de un Gobierno liderado por el PSOE. La principal fortaleza de NC es, inequívocamente, la de hacer mucho con poco. Veremos si el abrazo del oso del PSOE no sigue recortando el espacio electoral de este pequeño pero meritorio partido.
Resumiendo, en contextos muy plurales, con importante peso del factor territorial, creciente multipartidismo, etc. unos buenos resultados electorales no parecen serlo todo, especialmente si has perdido por el camino la centralidad que te permita trabar alianzas múltiples en función de tu programa político. Ahora bien, fiarlo todo a la habilidad de tu equipo negociador y al alineamiento de los astros, no garantiza la supervivencia del proyecto político cuando los astros se sitúen en otra posición y el electorado se exprese de otra forma. En mi opinión, ambas fuerzas nacionalistas deben realizar un análisis sosegado y con cierta distancia del momento actual; una autocrítica interna que no descarte, más adelante, sopesar fórmulas de equilibrios y complementariedades que hagan recuperar la centralidad perdida, en distintos niveles, a ambos actores. Después de todo, lo del gato de Schrödinger no pasó de experimento ficticio pero aquí estamos hablando de la continuidad en las mejores condiciones posibles del nacionalismo canario, un proyecto político absolutamente necesario y pertinente, como las urnas siguen demostrando.