En política a veces hay paradojas kafkianas. Se llevan a cabo pactos inverosímiles, se plantean programas de gobierno contrarios a alguna de las formaciones o se reduce la política al colegueo. Eso en territorio continental. En territorio de ultramar, en la llamada ultraperiferia, la que se siente lejos de sí misma (en sí esa percepción misma es un descentramiento) la política, así como otras actividades de la vida cotidiana, adquieren características propias y que rozan el absurdo. En la carrera por un pacto estable en el Gobierno de Canarias se está observando claramente. Antes era fácil: Coalición Canaria intentaba abrazar a quien gobernaba en el Estado y los otros pensaban que con el apoyo en Canarias, Coalición apoyaría en Madrid. No siempre se dio así. En otras ocasiones fue justo al revés, el flotador del partido de la oposición era hacer oposición desde Canarias y Coalición, si estaba descontento con el gobierno central, no veía con malos ojos estar con su rival en Canarias. El juego era más sencillo, más claro y más predecible.
En este caso lo único previsible es que, nuevamente, no íbamos a asistir a una negociación política sobre puntos concretos en Canarias, sino a una suerte de dictado de Madrid con los partidos centralistas. No tenemos más que recordar el debate de los candidatos y la candidata en TV Canaria. Un simple viento centralista bastaba para que Torres se alineara con Sánchez defendiendo lo indefendible, para que Antona reprochara al PSOE lo mismo que hace Casado o para que Santana sacara el argumentario exportado de Pablo Iglesias. No deja de ser un síntoma de una sociedad que, en términos mayoritarios, no tiene un discurso centrado en Canarias, pero a la clase política se le pide que, al menos, sea vanguardia y traiga los debates a nuestra realidad más cercana, la que más directamente nos afecta. Con los pactos la cosa se ha encanallado todavía más. El PSOE, fuerza más votada, tiene un ojo en Madrid a ver si Sánchez mueve el dedo y señala que los votos de Ana Oramas y Guadalupe González Taño son esenciales. Aunque se está descartando este pacto PSOE-CC, todavía no lanzaría campanas al vuelo, aunque parezca una guerra de todos contra Coalición.
Recientemente Asier Antona ha recibido la venia de su líder, Pablo Casado, para buscar el pacto que más le convenga en Canarias. La otra pata necesaria, el Partido Socialista, deshoja la margarita con respecto a los populares. Es verdad que les daría la oportunidad de acceder a varias instituciones como el Cabildo de Gran Canaria o el mismo Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, pero supondría un descrédito importante. En primer lugar, porque Torres lleva toda la campaña hablando del «cambio» y el Partido Popular no es percibido como tal. Segundo, porque, mirando a Madrid, eso dejaría al PSOE en una posición algo débil como fuerza pegada a la izquierda. No necesitarían nadie más, los dos suman 36. Pero seguramente para esa gran coalición, los socialistas deberían recibir el visto bueno de Sánchez. No olvidemos que fue el mismo Sánchez el que firmó el pacto con Clavijo en 2015.
Todo el resto de opciones tienen a la Agrupación Socialista Gomera como llave, que no tiene que preguntar en Madrid sino a Curbelo. Dicha posición privilegiada está facilitando que los gomeros estén solicitando que se vuelva a la triple paridad o que se mantenga la Ley de Islas Verdes, ante el temor de que un pacto progresista la derribe. La primera de las medidas citadas es inasumible y difícilmente entendible, la segunda choca directamente contra lo que debiera ser un gobierno que defendiera, de una vez por todas, el territorio. Sin embargo, los números son los números. Los gomeros pueden tirar por el pacto progresista con PSOE, NC y Podemos o con otro que incluya a CC, PP y Cs. Todos los intermedios también los pueden abrazar. Nueva Canarias ha sido claro y solo se plantea un pacto con el PSOE, progresista, para derribar a CC. Algo que, para alguien no iniciado, pudiera parecer extraño dado que el pacto de las dos fuerzas nacionalistas sería algo lógico en cualquier otro escenario. Sabiendo lo que sabemos, ya conocemos la historia. Para el PSOE el pacto progresista sería un pacto natural, pero ya sabemos que depende también de para dónde sopla el viento en Madrid. Si el viento va en favor de Podemos, pacto progresista con Podemos, aunque se quede fuera como se está planteando. Si el viento torna hacia Ciudadanos, el pacto podría variar o al menos se podría replantear y tornar hacia la centralidad, aunque ese espacio los naranjas lo han abandonado para escorarse a la derecha.
Si finalmente el «con Rivera no» se convierte en «con Rivera sí por la gobernabilidad, que quiere decir por los poderes financieros», no se puede descartar un pacto donde se excluya a Podemos de ese pacto progresista, aunque habría que ver cómo ve Nueva Canarias el cambio de actores. En este hipotético y poco probable pacto se sumarían 35 escaños, que se queda al borde de la mayoría. Siempre contando con ASG. Otra opción es incluir a Antona y a Ciudadanos, que aporta dos consejeros. Ciudadanos está loco por la música, tanto la de Torres como la de Clavijo. Pero ahí entra un factor inesperado en este culebrón: la imputación de Clavijo en el «Caso Grúas» y la previsible de Ángel Víctor Torres por la gestión del Gran Canaria Arena. Vidina Espino y los suyos no podrían pactar con investigados, aunque «crean en su inocencia». Eso es lo malo de hacer códigos éticos sin pensar en las consecuencias… Los naranjas, pese a su decepcionante resultado, tienen algo que decir en el signo del gobierno. El problema es que Rivera quiera quitar el veto a Pedro Sánchez y dejar que su partido entre en las corporaciones del PSOE que puedan, o que haya alguien lo suficientemente listo y que vaya y le cuente que CC es un partido nacionalista sí, pero que no es ni Junts Per Catalunya, ni PNV e igual ni siquiera llega a la altura de UPN. Creo que sería una buena solución que se lo contara Lucas Bravo de Laguna…
Con todo, se vuelve a repetir la jugada de que el centralismo y la disciplina de partido decide el pacto en Canarias. Esta vez, sin embargo, con más actores, con más aristas, con más lío. Por eso es más evidente. Todo esto demuestra que, más allá de lo que nos cuenten, la obediencia de estos partidos depende de las siglas que representan. Atentas y atentos al 15 de junio, fecha en la que se forman gobiernos municipales, pero sobre todo, atentas y atentos para observar los movimientos de Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Quien se mueve, no sale en la foto. Desde tan lejos no funciona el flash…