Publicado originalmente el 4 de febrero de 2010
Leo con interés y no sin asombro la entrevista que realiza Francisco Pomares a Manuel de Paz, Catedrático de Historia de la Universidad de La Laguna. ¡Cómo no hacerlo, si el título es “Con el odio al godo justificamos nuestra incompetencia”! Según avanzo en la lectura, voy comprendiendo que con tal frase no se incluye en “nuestra incompetencia” a periodistas y profesores de universidad, sino solamente al resto de los canarios, que aparecen dibujados así como seres inútiles, con poca capacidad de superación, siempre dispuestos a escurrir el bulto de su indolencia e ineficacia, utilizando para ello al godo como chivo expiatorio, ese sí, trabajador, esforzado y eficiente hasta los topes. Obviamente, no queda ahí el análisis, sino que en realidad apunta la proa de de Paz al independentismo de El Día. Nada se dice, como suele ocurrir en la prensa tinerfeña, de los ataques a Gran Canaria y sus habitantes. Debe ser que eso no entra dentro de la categoría de lo indignante. Ofender a un godo -todos sabemos a qué variedad nos referimos- es sacro delito. Ofender a un grancanario,… bueno, algo habrá hecho,… Total, aquí de lo que se trata es de vender tantos o más periódicos que Don Pepito y poco más, en realidad.
Continúa la entrevista revelando verdades ocultas como que “las cosas son muy complejas”, para descubrirnos los mecanismos de manipulación que siempre andan detrás de las ideologías nacionalistas, que ya tardaban en salir. Evidente: todos sabemos que la colonización de Canarias y los cinco siglos que vinieron después han estado exentos de mecanismos de manipulación por parte de lo que hoy llamamos Estado español, su gobierno. Lo de la manipulación empezó con Coalición Canaria, seguramente. Antes, no había mecanismos de manipulación, lo que pasa es que las cosas son muy complejas y ustedes no las entienden. El debate sobre si Canarias es o no, ha sido o no, una colonia, también ocupa espacio en la entrevista. Seguramente, para contraatacar al preclaro editor de El Día, asevera el entrevistado que en Canarias nunca existió el contrato colonial y por tanto hablar de colonia es una boutade. Mucho se ha escrito sobre el asunto. No falta quien dice que el auténtico pacto colonial entre Canarias y España es la Ley de Puertos Francos de 1852, aunque obviamente Bravo Murillo le puso un nombre más eufemístico, digamos. La diversidad de la legislación entre Canarias y su metrópoli hasta el otro día, eso que llamamos acervo, parece asentarse en un status particular que nada tiene que ver con el de las provincias supragibraltareñas. Por lo que uno va leyendo por ahí, poca cosa, el centralismo, el sucursalismo en cualquiera de sus variantes parece más interesado en eliminar cualquier rasgo de particularidad económica, fiscal, política, cultural, etc. de las islas con respecto a su metrópoli que en la explicación de la complejidad de las cosas. Y a estas alturas de la entrevista es cuando uno se pregunta cuál es el propósito de esta entrevista. Desde luego no es el de informar, porque información apenas hay. Se trata más bien de una agradable conversación entre dos personas de acuerdo en casi todo, muy especialmente en lo que hace a equiparar a los políticos canarios con los burros, auténtico broche de oro de la entrevista. Dicho lo cual, los políticos canarios, y por tanto incompetentes y con poca capacidad de superación, ven acrecentada su desgracia con la comparación con tan bajo animal, además de la eterna aflicción de no ser periodista ni profesor de universidad… Aunque ahora que lo pienso, los burros son animales bastante trabajadores. ¿Seremos burros también los canarios además de incompetentes y con poca capacidad de superación? Por favor, otra agradable conversación que nos lo aclare.