Aunque le pese a muchos comentaristas, articulistas, tertulianos,… el nacionalismo canario existe. Pretender equiparar el mapa electoral canario con el de La Rioja o el de Ceuta forma parte del mundo de fantasía en el que a algunos les gustaría habitar. Así, todo sería más fácil, si el análisis se hubiera de limitar al eje derecha-izquierda y nos dejáramos de historias. Sin embargo, la tozuda realidad indica que la sensibilidad política nacionalista es relevante y, sobre todo, persistente.
Una cuestión previa: no faltará quien diga que el nacionalismo canario realmente existente, especialmente el de Coalición Canaria, no debiera ser calificado como tal, dada su escasez de pegada; que mejor haríamos en calificarlo de regionalismo. No les falta razón pero eso ahora es irrelevante. El lenguaje debe servir antes que nada para comunicarnos y si la mayoría de la población usa la palabra “nacionalismo” para referirse a lo que representan Coalición y Nueva Canarias, es una pérdida de tiempo marcar distancias con el resto de los hablantes en algo así porque lo que ellos entienden por «nacionalismo» no es lo que a nosotros nos gustaría. No se trata de escribir un tratado de teoría política a cada rato ni de marcar distancias. Si se piensa bien, lo mismo se podría aplicar a palabras como “socialismo”, por ejemplo. Primero, entendernos; luego, todo lo demás.
Dicho esto, la fotografía que devuelven los resultados electorales del pasado 26 de mayo no es sino una cuenta más en el collar de resultados del nacionalismo canario moderno tras la llegada de la democracia. Para no aburrirles con datos, les diré que el eje nacionalismo-centralismo (o españolismo o sucursalismo o dependentismo o…) se ha movido históricamente, desde 1987, entre un mínimo de un 26’65% del voto emitido (2003) y un máximo del 42’72% (1999). Queda claro que me estoy refiriendo a la suma total de las cifras obtenidas por las distintas formaciones nacionalistas, o de obediencia canaria. No hablo aquí del voto recibido por las organizaciones nacionalistas que no alcanzan representación parlamentaria ni de la abstención nacionalista.
En las elecciones celebradas este domingo la suma del voto obtenido por Coalición Canaria-Partido Nacionalista Canario, por un lado, y Nueva Canarias, por otro, arroja un saldo total de 290.322 sufragios, es decir, un 32’58%. Una cifra, como vemos, en la media de lo obtenido históricamente y desde luego nada despreciable. De hecho es superior a la alcanzada en número de votos en 2015 -260.613 votos- aunque no en porcentaje pues hace cuatro años hubo un 38’3% de voto nacionalista. Estamos hablando de que el nacionalismo canario, a lo largo de su etapa reciente, no ha bajado de un cuarto del voto emitido, con frecuencia se ha acercado a la mitad y su media está en un considerable tercio del electorado. Un espacio electoral que abarca desde el centro-derecha hasta el centro izquierda y que hoy se presenta fragmentado por razones por todos conocidas.
Sin embargo, los medios de comunicación parecen más dispuestos a obviar esta tozuda realidad que mencionaba al principio de este artículo, priorizando siempre el eje izquierda-derecha, como única referencia a la hora de analizar la compleja realidad de nuestro complejo país. Curiosamente, la izquierda realmente existente ha fluctuado históricamente entre un 12’4% (1983) y un 24’3% (2015). En estas pasadas elecciones, la suma de Nueva Canarias y Podemos a la lista nacional alcanzó un total de 158.259 votos, un 17’76% del electorado. Una nota de interés: la suma de votos a la lista insular, sumadas todas las islas, es ligeramente inferior al haber un diferencial negativo entre la lista insular y la lista nacional en contra de esta última en la candidatura de Podemos. No incluyo en estos datos ni al PSOE ni a ASG, que aunque sociológica y electoralmente puedan ser considerados “izquierda”, políticamente son más bien otra cosa.
El hecho de incluirlos variaría las cifras, por supuesto, pero no la contundente persistencia de una sensibilidad cultural, política y electoral que, con sus particularidades y limitaciones, también existe. Quien no entienda esto, no entenderá jamás Canarias. O no quiere entenderla, que también puede ser.