El poeta Horacio en sus Épodos escribe supuestamente sobre Canarias: «Nos llama el Océano circunvago. Y en él copiosos campos e islas privilegiadas nos esperan”. Hesíodo, considerado el primer historiador, se refirió a Makaron Nesoi, islas de los Bienaventurados o de los Afortunados, y dicha arcadia se presume que se sitúa en Canarias:
“A los otros el padre Zeus Crónida determinó concederles vida y residencia lejos de los hombres, hacia los confines de la tierra. Éstos viven con un corazón exento de dolores en las Islas de los Afortunados, junto al Océano de profundas corrientes, héroes felices a los que el campo fértil les producen frutos que germinan tres veces al año, dulces como la miel; allí los bienaventurados de las islas oceánicas son envueltos por brisas». (Los trabajos y los días, 167-176).
No es que los autores clásicos fueran unos mentirosos. Nuestro corazón no está exento de dolores, los frutos si germinan «dulces como la miel» los monopoliza alguna empresa que nos da las migajas y nuestra relación con las brisas tiene más que ver con que los derechos laborales y nuestras oportunidades de vida que se las lleva el viento. Solo algunos datos para ilustrarlo. El INE, a través de su Encuesta de Condiciones de Vida (EPV), determina que los canarios sufrimos las peores condiciones de vida del Estado. El 52,4% de las familias no pueden afrontar gastos imprevistos, el 44,2% no puede irse de vacaciones, el 30,5% están en pobreza o en riesgo de pobreza y tenemos los ingresos medios anuales más bajos del Estado, 8.863 euros.
Un estudio más reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sitúa a las familias canarias entre las que peor situación tienen para llegar a finales de mes, con un 43,3% de hogares con dificultades para afrontar los gastos cotidianos, solo superadas por familias baleares y andaluzas. El Banco de España también determina que la precariedad de los canarios y canarias es la más alta del Estado. Según este estudio, el 23% de los hogares, unas 483.000 personas, no podrían sobrevivir si pierden su renta principal. El 36% de los isleños, 756.000 personas, excedieron sus gastos a sus ingresos en el año 2016, probablemente para atender sus necesidades básicas. En torno a 280.000 personas tuvieron que pedir dinero prestado o adelantos de sueldos y de ellos 98.000 practicaron descubiertos no autorizados o pospusieron sus pagos. Solo el 35% de los habitantes de las islas cuentan con ahorros y el 16% tiene un plan de pensiones.
En Las Afortunadas, algunos afortunados consideran que la desaceleración afectará a sus ingentes ingresos y ya están poniendo la venda. Lo dice, entre otros, José Carlos Francisco presidente de la CEOE en Tenerife. Crecer por debajo de lo esperado, pero seguir creciendo al fin y al cabo, dicen que «por inercia», es un «frenazo» a la economía. Un descenso en la llegada de turistas del 2,5%, no olvidemos que tras años de récord, es un dato que les genera incertidumbre. Añaden la bajada de las ventas en comercio o la venta de coches y, por supuesto, critican la subida del SMI (Salario Mínimo Interprofesional). Nos quieren pobres y siendo partícipes de las pérdidas, pero nunca de las ganancias.
Pese al alarmismo de algunos, el BBVA afirma en un estudio que en Canarias será la segunda comunidad donde más se genere empleo en 2019 y 2020. Sabemos que en Canarias crear empleo no es gratis y la previsión de dicho trabajo es que el PIB canario suba un 2,4% en 2019 y un 1,8% en 2020. Seguramente el trabajo que prevé el BBVA será como el actual, precario y temporal, pero dicha previsión no abunda en el victimismo empresarial que reina con el Brexit y la desaceleración en el horizonte.
No creo que Canarias esté sometida a una plaga bíblica por la cual el paraíso se convirtió en infierno social, pese a los alarmistas analistas y titulares de prensa, que hablan de las consecuencias del cambio climático mientras siguen promocionando coches y pidiendo más carreteras. Tampoco creo en aquella cita de Platón, que se presume habla del continente mítico que albergaba las islas: “tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra y la isla de la Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar”. Quizá estamos tan lejos del paraíso pregonado en la antigüedad por nuestra propia desidia, nuestro conformismo y una economía destinada al expolio continuo. Claro que, como diría un ínclito ex director del Servicio Canario de Empleo, en Canarias podemos soportar peores condiciones de vida porque tenemos buen clima. Tópicos coloniales y amables al servicio de la desigualdad en Canarias. ¿Hasta cuándo?