Milan Kundera, en su obra El libro de la risa y el olvido, escribe: «Para liquidar a las naciones lo primero que se hace es quitarles la memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su historia y luego viene alguien y les escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra historia. Entonces la nación comienza lentamente a olvidar lo que es y lo que ha sido. Y el mundo circundante lo olvida aún mucho antes». En el caso de Canarias esos libros que cuentan la historia de las islas podrían ser las crónicas, escritas por los vencedores de la Guerra de Conquista o por encargo de los mismos. Luego ni siquiera eso valió y fue necesario ir amoldando la historia y la idiosincrasia a los tiempos y a los monocultivos económicos. Con el franquismo hacía falta un relato que justificara buena parte de las condiciones de vida de las personas que habitaban el Archipiélago y el turismo modificó, nuevamente, el discurso histórico.
Para evaluar el caos que existe en Canarias con respecto a nuestra historia y patrimonio, solo hace falta hacer una encuesta entre la población local y visitante, de unas 10 muestras por categoría, y encontraremos, a buen seguro, una disparidad enorme de interpretaciones con respecto a nuestra historia. Luego están los empresarios turísticos o con intereses en ese sector. Son recurrentes sus interpretaciones sobre la historia y patrimonio canario como algo menor, chiquitito, que no interesa a nadie y que más que mostrar hay que esconder. Para muestra un botón. Juan Carlos Arricivita, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos de Canarias, declaraba en una entrevista en el Diario de Avisos que «es verdad que a nivel histórico no tenemos mucho que ofrecer, pero tenemos un clima espectacular, un paisaje maravilloso y una gastronomía para comérsela».
La frase encierra dos vertientes. Por un lado, la parte «no tenemos mucho que ofrecer» incluye implícitamente o un complejo de caballo o una ignorancia galopante. En los dos casos, la patología es grave. Por otro lado, destacar el clima, el paisaje e incluir la gastronomía, porque es parte interesada en esa rama, remite a tópicos turísticos manidos, antiguos y coloniales. Arricivita no es el único. Para bloquear la tasa turística varios empresarios turísticos y asociaciones empresariales han aludido a que en Canarias no se puede cobrar tasa turística porque no es París, Barcelona o Florencia. Seguramente porque somos menores a nivel histórico, patrimonial y monumental, a juicio de ellos. No me imagino a un empresario turístico tunecino, esloveno o colombiano dejando de menos su historia y patrimonio cultural en relación a otras ciudades que podrían ser hasta competidoras. Con todo, su actitud es propia de un sistema turístico colonial y expoliador, sin ningún tipo de empatía a la historia y al entorno de las islas y sin voluntad de hacer crecer el espectro de turistas ni la experiencia turística de los visitantes. Aquí solo hay buen clima y paisajes. Punto.
Con todo, la actitud de desprecio hacia nuestra historia y memoria es recurrente en todo tipo de ámbitos. Por ejemplo, el viernes pasado en La Cosmológica de Santa Cruz de La Palma, durante la presentación de Identidad canaria una persona del público aludió a la proliferación de telescopios en el Roque de los Muchachos, lo que orillaba todo tipo de investigaciones sobre otras cuestiones, tanto de biodiversidad como históricas. Por supuesto el Roque de los Muchachos debió ser un lugar muy especial para los antiguos palmeros que, sin embargo, el arrastre de la ciencia y los telescopios impiden que hoy en día sea posible ningún tipo de investigación. Mientras, la resistencia es exigua, nadie tiene quien defienda los yacimientos indígenas y los lugares sagrados de los antiguos canarios, Tindaya es un gran ejemplo. Sin embargo, Hawaii, otro archipiélago, nos demuestra que existe otro camino. Entre 2014 y 2015 pararon la instalación de un telescopio en el Mauna Kea por ser un lugar sagrado. ¿Adivinen dónde se instaló el TMT? ¡Bingo! en el Roque de los Muchachos, otra montaña que se intuya que también debió ser un lugar sagrado para los antiguos canarios. El colmo de las comparaciones.
Hawaii no solo se defiende de los telescopios en lugares inadecuados sino también del turismo de masas, como en Molokai. En Canarias todas esas cuestiones son acusadas de turismofobia. Si se pone en cuestión la instalación de infraestructuras científicas, poco menos que de pensamiento retrógrado. Así funciona la agenda setting de los poderosos en Canarias. Siguiendo con otro elemento de esta agenda, el desprecio a nuestra historia, la prueba de que nuestra historia no es tan menor son los notables éxitos de la isla de Gran Canaria en el terreno de la Canarias indígena. La Cueva Pintada, y ahora Risco Caído, ponen en valor que hablamos de una sociedad mucho más avanzada de la cultura neolítica que en ocasiones pintan. Seguramente algunos le vieron el filón, pero empresarios como Arricivita, eso ni lo atisban o lo ignoran porque quieren seguir con las mismas recetas de los últimos 50 años, valga el símil gastronómico. En cualquier caso, como sociedad no nos merecemos que desprecien nuestro pasado, que lo dejen de lado, que no solo nos adoctrinen convenciéndonos de que no vale, sino que además nos dejen claro que no se lo podemos mostrar al mundo porque ellos tienen cosas mejores. Si de algo puede servir que Risco Caído sea declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO es por la propia autoestima de nuestro pueblo, porque sea ejemplo de que nuestra historia sí tiene mucho que ofrecer. Por desgracia, sin refrendo fuereño no somos capaces de valorar nuestras potencialidades…