Publicado originalmente el 28 de febrero de 2016
Las elecciones de mayo y diciembre han supuesto una alteración absoluta del marco político en las Islas Canarias y el Estado Español. Si bien no siempre se ha traducido en un cambio en los detentadores del poder real, la correlación de fuerzas en las instituciones y en la calle, entre los partidos políticos tradicionales y nuevos actores socio-políticos, ha virado completamente.
Es reconocible la existencia de un sustrato cada vez más numeroso de canarias y canarios que votan y simpatizan con opciones políticas nuevas, que aportan diferencias en la forma y el fondo del ejercicio del servicio público, y que además se encuentran repartidas por todo nuestro territorio. Lejos de obviar la influencia de los medios de comunicación y las campañas de marketing, nuestro pueblo, considerado evidentemente adulto en su elección política, ha cambiado el signo de su militancia en algunos casos, y también de su voto.
Esto se ha materializado en los resultados en mayo de Somos Lanzarote, Las Palmas de Gran Canaria Puede, Unidos se Puede, Sí Se Puede, Ando Sataute o Podemos, que no solo entró en el Parlamento de Canarias sino que también fue la fuerza más votada en las elecciones de diciembre en Lanzarote, Fuerteventura o Las Palmas de Gran Canaria.
Con una parte nada desdeñable de nuestra población fuera de las zonas de influencia de los partidos tradicionales, y un acentuamiento de las contradicciones derivadas del modelo socioeconómico de las Islas Canarias, nos encontramos en un momento propicio para profundizar en un sujeto político canario, autónonomo, autocentrado, que consiga aunar las ansias de cambio de una mayoría social en las Islas Canarias, y que permita posicionarnos en una situación mejor al ejercicio de nuestra soberanía en todos sus ámbitos, y por lo tanto, de los Derechos Humanos en el Archipiélago.
Para ello, debemos considerar que la situación del Estado Español es distinta a la que nos hemos encontrado históricamente, no hablamos únicamente de un Estado inmovilista y tardofranquista, sino que existen nuevas fuerzas políticas manifestadas en Compromis, En Comú Podem, En Marea, Podemos, que buscan cambiar las dinámicas y los conceptos sobre los que se funda el Estado, con más o menos acierto, con las filias y las fobias que trae cada uno de casa, pero que intentan elaborar un relato adaptado a sus particulares necesidades y demandas de cambio.
Las Islas Canarias están prácticamente fuera de ese relato, ni el escueto y desacertado programa electoral en lo referente a Canarias, ni el nulo peso de los problemas y demandas canarias en su hoja de ruta, ni la ausencia, reconocimiento y defensa de los derechos de este pueblo, ni de respeto de los movimientos socio-políticos previos, hacen creer lo contrario. Tampoco cabría esperar nada, una alternativa progresista autocentrada en Canarias solo se construirá desde aquí, por lo que, su inexistencia, tiene un solo culpable: nosotros.
Esta tesitura, al margen de que finalmente se convierta en un cambio absoluto o en un fracaso, es convulsa, movida, y se están poniendo en la agenda pública muchos asuntos que es necesario decantar de nuestra balanza. A su vez, la victoria de Podemos en País Vasco, o en Cataluña de En Comú Podem, sumado a la excarcelación de Arnaldo Otegi, auguran al menos un replanteamiento de los nacionalismos progresistas periféricos en su relación con las fuerzas centrales del Estado, en la búsqueda de acompasar procesos en los que deberá reflexionarse sobre la existencia de los suficientes espacios comunes como para evitar el conflicto electoral.(*)
En esa batalla de rearme ideológico, social y estratégico está por tanto uno de nuestros retos esenciales, que nos haga por un lado, tener la fuerza suficiente para resistir ante cualquier intento de sucursalización y descafeinización de nuestras demandas políticas y sociales. Y por otro lado, constituirnos como interlocutor válido, en vías de madurez, que posibilite que ante un hipotético proceso de reforma en el Estado, la posición canaria sea defendida sin folclorismo, sin medianeros de caciques, sin victimismo dependentista o sin complejo de inferioridad.
(*) Bildu ya llegó a un acuerdo con Podemos en Navarra para las elecciones al Senado, además, tras perder gran parte de su electorado necesitarán replantar en profundidad su relación con una fuerza que ha modificado la línea marcada por la izquierda abertzale, ocupando gran parte de su espectro político. Las CUP ya exploran vías de diálogo con En Comú Podem, y algunos de sus ex-diputados ha declarado sus simpatías hacia este partido.