Pago yo. Mejor dicho, pagamos nosotros. Vete a Fitur y échate algo a nuestra costa. Está justificado. Turismo, empleo y desarrollo económico para las islas. Cada año visitan Fitur concejales, consejeros, presidentes, alcaldes, asesores, empresarios y todo un espectro representativo de las islas, tenga o no que ver con el turismo. Los datos hablan de 611 empresas y más de 1.000 personas acreditadas bajo el paraguas de Canarias. Paga Canarias. Del coste poco se sabe, se hará público probablemente en próximos meses, pero eso sí, Canarias se hizo este año con el premio al mejor stand. No es moco de pavo. Además, gracias a estas ferias vienen a Canarias unos 16 millones de turistas, nada más y nada menos. Pero pongamos freno a la euforia, los empresarios dicen que viene un Brexit a las malas que a ellos les sirve para volver a llorar.
Los más listos completarán el tour en el World Travel Market de Londres y en la ITB de Berlín, pero Madrid y Fitur tienen un color especial para una gaviota canaria que va a defender los encantos de Canarias entre vinos de La Rioja y chuletones de Ávila, todo ello cuando las luces de Ifema se apagan. El mejor stand, nada más y nada menos, para sentirnos orgullosos. También que vengan más de 15 millones de turistas que están tirando de la economía, qué ecotasa, qué limitación turística, qué capacidad de carga. Ellos vienen, los empresarios hacen caja. Nos paseamos por Fitur hablando las maravillas del destino y atrayendo al turismo «peninsular», no de Jandía ni de La Isleta, sino de la Ibérica, la de los caldos de calidad que paga el contribuyente, la de las comidas copiosas y, dicen las malas lenguas, la de los burdeles nocturnos que metemos como gastos.
Pero más allá de los presuntos límites de la desvergüenza de algunos, Fitur sirve para atraer ese turismo de la Ibérica península. Eso sí, las agencias de viaje piden a los hoteleros que adelanten ofertas y bajen los precios (Canarias 7, versión impresa, viernes 25 de enero, página 26). Con ello pretenden compensar las temidas consecuencias del Brexit y la previsible bajada del turismo europeo. Con todo, si tenemos que bajar los precios para que vengan, el interés por venir en verano a Canarias no ha de ser demasiado alto. Además, si las condiciones de los trabajadores no han mejorado con los precios más altos, si vienen menos y bajamos los precios, la situación se va a estancar cuando no a empeorar. La cuenta de resultados tiene que cuadrar, que para eso vamos a Madrid a representar a Canarias.
Cuando el presidente Clavijo hable de diversificación económica, recuerden sus halagos al empresariado turístico canario en el Foro Líderes de la Agencia EFE, con la presencia de José Carlos Francisco y Agustín Manrique de Lara. No solo eso, cuando tengamos dudas de por qué se ha permitido que con récords turísticos las condiciones de los trabajadores fueran tan paupérrimas, recordemos los guiños incesantes del Gobierno y sus altos cargos a estos empresarios turísticos que miran por su bolsillo. Otro con el que Canarias ha tratado y que ahora pasa a ser enemigo público número 1, es David O’Leary, director general de Ryanair. O’Leary, dentro de su juego de ajedrez empresarial, afirma que la gente en Europa está harta de Canarias y prefiere volar a Israel.
Mira que Canarias ha cedido a las pretensiones de la low cost irlandesa. Subvenciones, la ampliación de horarios de aeropuertos por sus retrasos o la certeza de que Ryanair, una de las compañías que más vuelan a Canarias, no lo olvidemos, era indispensable para traer turismo a Canarias. Ahora O’Leary pronuncia estas declaraciones y a mí solo se me ocurren dos reflexiones: uno, quién le puso en bandeja de plata subvenciones y privilegios, cuando luego dan un giro de volante y dejan el destino tirado y dos, por qué tenemos que seguir dependiendo de las veleidades de compañías aéreas extranjeras y no nos preocupamos de asegurar compañías aéreas canarias que realmente se beneficien de la llegada de turistas y garanticen el servicio. El pan para hoy y hambre para mañana, la visión cortoplacista y un mercado cautivo, son las claves para entender por qué ahora el tal O’Leary es un ser odiado en la opinión pública que controla los touroperadores que ponen el dinero en los medios.
Una última reflexión es que, los que ahora se quejan de que O’Leary reclame a Israel, son los mismos que fomentaron y se aprovecharon del turismo prestado del norte de África. Ahora allí comienza una leve recuperación y las compañías internacionales buscan, por otro lado, nuevos destinos. Nosotros esperamos a seguir contando los turistas en una espiral que no lleva a ningún sitio más que al beneficio de unos pocos, que tienen todos los derechos y casi ninguna obligación, además del favor de la mayor institución de Canarias. Si este modelo caduco cae, los principales afectados serán los trabajadores, nosotros, como siempre, aunque no participemos de las ganancias más que levemente. Ellos se irán a Agadir en Marruecos, San Luis de Senegal, Islas de Sal en Cabo Verde o Banjul en Gambia. Clavijo ha estado estos días tendiendo puentes. Allí el personal es todavía más barato. Mientras, nos seguirán contando que somos los mejores porque nuestro stand en Fitur fue premiado. ¡Échate algo en Fitur, caballero! ¡Paga Canarias! Las soluciones económicas de futuro, para otro día.