
Publicado originalmente el 10 de diciembre de 2014
Decía Luis Morera en la entrevista concedida para la serie “De un tiempo, de un país”, en Tamaimos, que la identidad canaria se había convertido en un souvenir. Lo repite tres o cuatro veces a lo largo de la entrevista, recalca que no hay voluntad de exportar una verdadera cultura de las islas y denuncia el falseamiento de la misma. Morera usa la palabra souvenir por considerar que es un producto que únicamente sirve para venderse al turista y que no reclama la verdadera idiosincrasia del Archipiélago. Recordé las palabras del vocalista de Taburiente mientras visitaba la XXX Feria de Artesanía Canaria que se celebró este año en el Parque de Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria. Pero hasta el calificativo de souvenir le viene grande a la artesanía canaria, relegada al desinterés.
Normalmente esta feria suele ubicarse en Infecar cuando toca celebrarse en la capital grancanaria. El cambio de este año responde a la llegada de más de 16.000 turistas a bordo de diferentes cruceros en la nueva explanada de atraque cercana al parque capitalino. José Miguel Bravo de Laguna, presidente del Cabildo de Gran Canaria y Paulino Rivero, presidente del Gobierno de Canarias, auguraban un récord de ventas y promoción en el certamen de este año. A priori todo pintaba bien, pero los comentarios de los artesanos al final de la Feria y sus caras de decepción, demostraban otra cosa. “En cualquier municipio venderíamos lo que hemos vendido en esta Feria”, decía una artesana que añadía que “muchos cruceristas paseaban pero muy pocos compraban una pieza de artesanía”.
Pero el problema de la artesanía en Canarias tiene raíces más profundas que las pocas ventas de unos días en los que se esperaban récords de ingresos. Para empezar tienen que ver con la obligación de rendir cuentas a Hacienda cada tres meses para poder vender artesanía, una disposición que ya dejó en la cuneta a un nutrido grupo de artesanos que eran pensionistas o ejercían otro tipo de actividad porque la artesanía no les daba de comer. Más que profesionalizar la actividad artesana la ha precarizado o la ha prostituido. La ha precarizado porque muchos artesanos han terminado pagando el IGIC de su bolsillo porque si suben los precios un 7% venderán menos de lo que todavía vendían y la ha prostituido porque han entrado en escena los “artesanos profesionales” que usan materiales baratos importados y solo los adornan. Ellos posiblemente sí tendrán ganancias porque pagan su cuota de autónomo y podrán contar con mucha mercancía porque es muy barata y poco costosa. El resultado es que las Ferias se acaban convirtiendo en una extraña mestura entre la identidad de los oficios tradicionales al lado de vendedores de baratijas disfrazadas de artesanía. Todo ello pese a que Bravo de Laguna se llenaba la boca en la presentación hablando de “estrictos controles de calidad” en el producto a la venta, pero una vuelta por los 152 puestos evidencia el intrusismo de la baratija frente al producto artesanal.
De otra parte está el desprecio institucional al artesano. Los trabajadores artesanales situados en uno de los costados del Edificio Miller se quejaron de que los representantes políticos no pasaron por sus puestos, ni siquiera para sacarse la foto. Lo mismo ocurrió en Telde hace unas semanas en la Feria de Artesanía que tuvo lugar en el Parque Franchy Roca por las fiestas de San Gregorio. Allí directamente no apareció ningún representante político del imputado Ayuntamiento. Ya hablaré con más profundidad de esta feria en la próxima entrega. Si nos vamos al coste monetario, los artesanos ahora pagan donde antes cobraban o por lo menos no pagaban. Si hablamos de Telde ahora es necesario abonar en torno a 30 euros donde antes se cobraba. En la Feria de Artesanía Canaria los artesanos pagan la nada desdeñable suma de 100 euros solo por el puesto. De esta forma, muchos no solo luchan por ganar algo de dinero, sino que se esfuerzan en cubrir gastos. Pero no podemos dejar de lado los grandes beneficiados del evento de Santa Catalina. Por un lado el binomio de empresas Seguridad Integral Canaria y Ralons, encargados de la seguridad, mantenimiento y montaje de los puestos. Por el otro el Parking Elder de la empresa Sagulpa, que ofertó a los artesanos una plaza de aparcamiento por 30 euros por día de Feria. Ahora nos empezamos a entender…