La mejor noticia que dejó en Canarias el fenómeno de la llamada “nueva política” de 2015 fue, en mi opinión, el nacimiento de Somos Lanzarote. Lejos de otros fenómenos miméticos, que se limitaron a reproducir los clichés importados desde la Puerta del Sol, el surgimiento de esta fuerza venía gestándose en el seno de la sociedad conejera, entroncando con la más reciente ola movilizadora que originó la lucha contra los intentos del Gobierno español de imponer prospecciones petrolíferas -en concesión a Repsol- en aguas cercanas a Lanzarote y Fuerteventura. Fue un proceso gestado desde dentro y desde abajo, no desde ninguna cadena de televisión española. Se dieron entonces las condiciones para que un grupo de jóvenes, en un primer momento, emigrantes retornados, altamente cualificados, se pusiera al frente de una iniciativa a la que pronto se sumaron ciudadanos y ciudadanas de los más variados sectores de la isla, de otras generaciones, etc.
Lo que vino después es bien sabido: un apoyo popular nada despreciable que se tradujo en la obtención de un consejero en el cabildo y nueve ediles en cuatro de los siete municipios de la isla. Más importante incluso que todo eso es, diría yo, el hecho de que cuatro años después Somos Lanzarote puede presentar una inmaculada hoja de servicios a su isla. Por supuesto, ni la más mínima sombra de corruptela, como debe ser, pero además una oposición seria, consecuente, proactiva y propositiva, que no se queda jamás en la crítica por la crítica sino que va más allá y mete las manos en el fango para construir futuro, llegando a acuerdos con fuerzas de signo contrario si es preciso. Que no teme innovar e ir por delante en temas en los que otros tiran de argumentario, también importado. Una constante búsqueda de un equilibrio entre la presencia seria y firme en las instituciones y el trabajo constante en la calle, al lado de la gente que más puede necesitar de un instrumento como Somos. La demostración cotidiana de que no todo está perdido en política.
A Somos Lanzarote se le presenta ahora una encrucijada. En un panorama político tan complejo, que un partido pequeño sobreviva, por muy bien que lo haya hecho, ya es todo un reto, no digamos aspirar a que crezca. En el 2015 no tuvieron miedo, fueron asertivos y no corrieron a entregarse a la marca de moda, como sí hicieron otros. Tuvo su recompensa más que merecida. Ahora bien, las elecciones de 2019 serán especialmente complicadas y parece lógico que Somos busque alianzas tácticas que apuntalen el trabajo realizado en un contexto en el que partidos paracaidistas pueden recibir un aluvión de votos sólo porque algunos medios de comunicación, o sea empresas, han decidido trabajar con ese objetivo. Es en este contexto en el que la fuerza conejera debe mirar a su lado y ver con qué cuenta, quiénes pueden ser mejores compañeros de viaje en esta coyuntura, con quiénes va a ser mejor valorado y tenido en cuenta su bagaje intachable.
No perderé más tiempo para dar mi modesta opinión. No creo que en el avispero de Podemos y alrededores esté el sitio de Somos, que desde sus inicios siempre fue algo diferente, y pienso que, de optar por esa vía, el peligro de desaparición progresiva es cierto. Miremos el ejemplo de la agonizante SSP en TF, que ha perdido identidad propia hasta en el logo, o la extinta SSP en GC, que nunca tuvo la más mínima posibilidad desde que decidieron unir debilidades con Podemos. Detrás de los cánticos a la unidad de la izquierda, viene el abrazo del oso. Si encima hablamos de fuerzas con acreditados problemas internos, luchas de poder, facciones, etc. menos acertado me parecería que Somos pusiera el rumbo en esa dirección, precisamente ellos que han sido hasta ahora todo un ejemplo de elegancia en las formas, tanto dentro como fuera de la organización.
Resumiendo, mi apuesta, y esto es casi un deseo por Navidad, es que Somos sea capaz de llegar a algún tipo de alianza táctica con Nueva Canarias, que respete la condición de Somos como fuerza más votada en la isla y por tanto lidere ese proceso estableciendo una fórmula (SL-NC) que permita que Somos encabece las planchas a Cabildo y Parlamento, constituyendo listas conjuntas en todos los municipios y respetando la realidad ya consolidada en cada uno de ellos. A partir de ahí, respeto y libertad absoluta para lo que NC acuerde en cualquier otro ámbito. En ese escenario, no sólo la continuidad de Somos quedaría garantizada sino que el nacionalismo en Lanzarote dejaría de ser una exclusiva del centro-derecha. Además, Somos ganaría una proyección fuera de la isla que sería de mucho aprovechamiento para quienes estén atentos a las experiencias políticas autocentradas y desde la izquierda de las que andamos tan necesitados. Liderando esta iniciativa y renunciando a ser el convidado de piedra de otros, Somos ganaría en identidad propia y en definición del proyecto. Sería, en definitiva, una jugada necesaria para poder seguir construyendo otra forma de hacer política desde Canarias, sin tutelas ni enredinas.