A las puertas de la segunda presentación de Libertad de actuar. Argumentos poli(é)ticos de disenso, Pablo Utray, en colaboración con todo el Clan del Don, continúa la amena conversación que ya iniciamos la semana pasada. En esta parte nos centramos en temas más enjundiosos y que se refieren sobre todo a los contenidos del volumen. Destaca lo insuficiente del Estatuto de Autonomía, plantea la necesidad de abrir un proceso constituyente canario que sea resultado de un buen pleito nacional canario, se decanta por el autodeterminismo como opción más incluyente y democrática, y considera que hay mucho que desaprender y reaprender del conflicto catalano-español. Mensajes y discursos que no tienen cabida en la opinión publicada en Canarias, sometida a la agenda de los poderes económicos y políticos hegemónicos. Mañana tienen una oportunidad de debatir, disertar y disentir con la excusa de este tomo que abre la Colección Biblioteca Habitada. Será en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, en La Laguna, a las 19:00 y acompañado de José Miguel Martín, editor de la obra y presidente de la Fundación Canaria Tamaimos.
Continuemos la conversación. Tu libro Libertad de actuar parece un elogio de la “libertad de acción”. ¿Podrías definir esa libertad en sentido amplio?
La “libertad de actuar” que defiendo en este libro va pareja de la “necesidad de comprender” que resaltará el volumen siguiente. Esto es, vincular la teoría con la práctica y la práctica con la teoría. Desde un punto de vista ético-político ambas deben ser congruentes aunque no se deban ni fusionar ni separar, sino estar en una razonable tensión. Comprender bien la realidad de partida es una necesidad imprescindible para toda buena praxis; y actuar en libertad es una exigencia obligada para todo buen conocimiento. Debe haber un equilibrio reflexivo y una permanente autocorrección entre ambas. Por debajo de la relación entre comprender y actuar late la vieja e irresoluble antinomia entre libertad y necesidad. Con ella hemos de vivir y en ella la vida humana se hace valiosa a la vez que trágica.
¿Cómo entiendes la acción política libre, en concreto?
“En principio fue la acción…”, según pienso, empezando por la acción de hablar, por la palabra como acto de habla. Pero si la acción humana no es libre —es decir, si la voluntad está sometida a constricciones opresivas y discriminatorias, más allá de las determinaciones histórico-naturales— se pierde la dignidad atribuible a toda persona. La igual libertad ciudadana solo es posible desde la libertad de acción de todas y cada una de las personas de una comunidad. Por eso, en democracia la acción libre debe estar garantizada por los derechos políticos de protección, participación y prestación. Y si se infringen estos, se está atentando contra la ciudadanía y la democracia misma.
¿Existe en Canarias libertad de acción, existen derechos de ciudadanía?
En las dictaduras no hay derechos, ni libertad de acción; y en las democracias realmente existentes ahora se restringen los derechos y se manipula la libertad de acción. Por ejemplo, cuando la mayoría desfavorecida de una sociedad vota a la minoría que la sojuzga (como ocurrió hace poco en el Brasil del ultraderechista Jair Messias Bolsonaro) quiere decirse que la democracia política está corrompida. Y la mayoría social está engañada, porque actúa de hecho a favor de la desigualdad, esto es, en contra sus propios intereses. Lo que hay en las sociedades entonces es una libertad de acción solo formal —en papel mojado—, pero no material —con sustancia real—, condicionada por la ideología ultraconservadora y ultraliberal de los poderes fácticos (militares, económicos, culturales, religiosos, mediáticos…). Las protestas de los “chalecos amarillos” de estas semanas en Francia son un ejemplo de libertad de acción no normalizada, excepcional. Cuando en una democracia avanzada los cauces legales para expresar el desacuerdo son bloqueados la ciudadanía se ve obligada a actuar así. Los Macron del mundo occidental deberían saberlo…
«Si la acción humana no es libre —es decir, si la voluntad está sometida a constricciones opresivas y discriminatorias, más allá de las determinaciones histórico-naturales— se pierde la dignidad atribuible a toda persona»
¿Y en Canarias? Insisto…
Las sociedades actuales son muy complejas —y la canaria es una de ellas—, de modo que la libertad de acción (individual, grupal y societal) se ve interferida y constreñida, desde fuera y desde dentro, por poderes oligárquicos y narrativas distorsionadoras de la realidad —compuestas a base de mentirosas “posverdades” e inexistentes “hechos alternativos”—. Es lo que explica comportamientos tan irracionales como el optar por preferencias que van contra la satisfacción de las auténticas necesidades de las mayorías desfavorecidas. Esas narrativas se producen y distribuyen de forma masiva e intencionada, para engañar y meter miedo, y se consumen de forma inconsciente y a veces ingenua. Cuanto más incomprensión menos acción libre. También entre nosotros. ¿Cómo, si no, se podría explicar el mantenimiento “consentido” de la pobreza, el paro, las desigualdades, la incultura durante décadas de democracia en nuestra sociedad y en tantas otras? Te podría poner mil ejemplos…
¿Qué modelo de sociedad defiendes para Canarias?
La sociedad canaria se ordena según un sistema político que perpetúa la desigualdad y la injusticia. Un sistema controlado oligárquicamente, que quiere decir gobernado por unos pocos que además representan a la minoría privilegiada. Negarlo es hipócrita. Creo que desde el punto de vista de la mayoría de la población, las Islas que tenemos no son las Islas que queremos. No podemos querer tantos niños mal alimentados y mal educados, que es una hipoteca insalvable para el futuro. No podemos querer el abandono de tantas personas mayores, no pensionistas y pensionistas, ni tantas personas discapacitadas desatendidas. En fin, no podemos querer tanto paro, trabajo precario, escasez de viviendas, deterioro del medio ambiente, etcétera, etcétera. Es la realidad, por muy maquillada y domesticada que quieran presentarla y mantenerla. Todo ello es producto del sistema de dependencia y subordinación que padecemos.
¿Cuál es la alternativa?
Nos han impuesto un destino que no queremos. Defiendo que la ciudadanía canaria pueda decidir su destino democráticamente, con libertad. Es la única posibilidad que tenemos de lograr una sociedad mejor. Por tanto, la Canarias a la que aspiro, en consonancia con las necesidades de la mayoría ciudadana, es una sociedad de más bienestar, con más derechos, efectivos y garantizados, con más cultura, igualdad y justicia social. Una Canarias democrática, en definitiva. Esto implica que haya más igual libertad para toda la ciudadanía y con más participación política en los asuntos públicos. Una Canarias con derecho soberano a decidir colectivamente su modelo de desarrollo, con más equilibrio económico, con más bienestar, con más trabajo y cultura. Una Canarias que se autodetermine de forma democrática para avanzar desde lo que se tiene hacia lo que se quiere. Nunca llegaremos a ella desde el continuismo de lo que hay…
«La sociedad canaria se ordena según un sistema político que perpetúa la desigualdad y la injusticia. Un sistema controlado oligárquicamente, que quiere decir gobernado por unos pocos que además representan a la minoría privilegiada. Negarlo es hipócrita»
Tras la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía, ¿qué análisis harías? ¿Oportunidad perdida o avance democrático?
Leí tu artículo “Habemus Estatuto: algunas medidas interesantes, pero sin refrendo del pueblo”. Estoy de acuerdo contigo, que ya en el título lo dices todo. En efecto, qué duda cabe, como señalas hay normas “interesantes”, aunque solo “algunas” (y yo añadiría que además son más bien “insignificantes”), aprobadas además en las Cortes metropolitanas a espaldas de la población canaria. Lo más grave ha sido la representación teatral de unos políticos canarios, bastante ineptos para defender los intereses reales de nuestra sociedad, que han actuado al dictado de lo que se les viene indicando desde arriba y desde hace más de una década. Y quedan para la historia del esperpento canario sus ridículos aplausos, amontonados en las gradas del Senado. Una oportunidad perdida más.
Dices en el libro que tu propuesta de una Canarias más democrática implica un proceso constituyente canario. ¿Nos lo puedes explicar?
Para llegar a una sociedad democrática con más autogobierno soberano, con instituciones y hacienda propia necesitamos entrar en un proceso constituyente que desemboque en una constitución canaria que pueda regular la vida en las Islas desde los ideales de la igual libertad, la justicia y la paz. Pero continuar con los malos arreglos habituales no nos lleva más que a perpetuar nuestras lacras. El problema nacional canario exige un cambio de rumbo, la declaración unilateral de lo que llamo un buen pleito Canarias-España, mostrando como sociedad nuestro desacuerdo con el sistema de dependencia y subordinación. Catalunya ha sabido plantear su desacuerdo con el Estado pero Canarias no. Cuando logremos hacerlo podrá abrirse el proceso constituyente y reivindicar buenos arreglos bilaterales para nuestra sociedad y para las demás que estén implicadas en el pleito. Pero declarar el pleito con el Estado en vez de entre las Islas, exige un debate social sobre la insuficiencia de las políticas públicas y su transformación. Y una voz canaria unida y mayoritaria de representantes del Parlamento, Cabildos, Ayuntamientos, Universidades, organizaciones civiles y sociales, etcétera, que manifiesten de forma inequívoca su desacuerdo con la situación actual y su exigencia de un gran acuerdo nacional-estatal que vaya mucho más allá de los actuales Estatuto y REF.
¿Es posible un proceso constituyente como ese en la Canarias actual y con la clase política que tenemos?
Estoy completamente seguro de que es posible. Pero no es probable si no se crean las condiciones adecuadas. La clase política que nos gobierna no está por la labor. Con las élites de poder que controlan nuestras instituciones en la actualidad lo más probable es que las cosas de Canarias que he venido subrayando no vayan a mejor; pueden incluso empeorar. La acción política libre debe impugnar, por tanto, de forma democrática y pacífica, lo que es más probable que pase, dado que consiste en perpetuar la dependencia y la subordinación, la desigualdad y la injusticia. Es decir, reproducir una y otra vez el paro y la precariedad laboral, la falta de vivienda, la privatización de la sanidad, los recortes educativos… En definitiva, otra Canarias es posible, pero dejando las cosas como están no será probable.
«Para llegar a una sociedad democrática con más autogobierno soberano, con instituciones y hacienda propia necesitamos entrar en un proceso constituyente que desemboque en una constitución canaria que pueda regular la vida en las Islas desde los ideales de la igual libertad, la justicia y la paz. Pero continuar con los malos arreglos habituales no nos lleva más que a perpetuar nuestras lacras»
¿Cómo ves a la sociedad canaria actualmente para recibir este tipo de discursos? ¿Crees que está preparada?
Claro que sí. Pero ni se producen, ni se oyen; se silencian, no llegan. Así no se puede madurar como sociedad nacional. Estamos ante la colonización de todo el espacio público de la comunidad por el sistema político de dependencia y subordinación.
Mencionas a Cataluña y se habla mucho de ella en el libro. ¿Qué enseñanzas se pueden extraer del tema catalán en Canarias?
La segunda parte del libro esta dedicada al análisis paso a paso de los cruciales acontecimientos ocurridos desde agosto del 2017 a agosto de 2018. Porque entender bien el conflicto Catalunya-España es importante para Canarias. Ese pleito ocupó toda la agenda mediática del curso 17-18. Se trata de una disputa de la que mucho se puede aprender, tanto en positivo como en negativo. A mi juicio, es un pleito del todo necesario, con una ciudadanía catalana ejemplar capaz de exigir de forma democrática y pacífica su derecho nacional al autogobierno soberano. Esta es la principal lección que debemos aprender en relación a nuestra pasividad como sociedad. Porque nadie vendrá a ayudarnos desde fuera para resolver nuestros problemas.
¿Cómo ves ese pleito?
Creo que las cúpulas dirigentes de las dos minorías de poder enfrentadas han extremado sus acciones y sus exigencias de manos de las ideologías excluyentes del ultraespañolismo, centralista y anticatalán, y del ultracatalanismo, separacionista y antiespañol. El españolismo democrático fue arrinconado por el ultraespañolismo y el catalanismo democrático está siéndolo por el ultracatalanismo. Los poderes del Estado se han empleado a fondo, con todas sus armas gubernamentales, jurídicas y policiales contra la sociedad catalana y sus poderes autonómicos. Han llegando incluso a suspender a la Generalitat durante más de siete meses, de modo que aún permanecen en la cárcel o en el exilio una parte significativa de sus miembros legítimos de finales de 2017. El conflicto continúa, y continuará, mientras no se impongan actitudes y exigencias democráticas por parte de los contendientes. En relación al pleito Canarias-España, tenemos mucho que desaprender y mucho que reaprender de lo que está sucediendo.
«Entender bien el conflicto Catalunya-España es importante para Canarias. Ese pleito ocupó toda la agenda mediática del curso 17-18. Se trata de una disputa de la que mucho se puede aprender, tanto en positivo como en negativo. A mi juicio, es un pleito del todo necesario, con una ciudadanía catalana ejemplar capaz de exigir de forma democrática y pacífica su derecho nacional al autogobierno soberano»
Para terminar, ¿qué es más fuerte en Canarias, el autonomismo, el independentismo o el autodeterminismo?
Son tres opciones distintas, cada una con sus propios relatos. Les dedico mucha atención en el libro, sobre todo en las partes primera y tercera. Es obvio que vivimos en un marco jurídico-político autonomista, que ha sido impuesto y a la vez consentido. Su función primordial —no se puede olvidar— es la de garantizar el sistema canario de dependencia y subordinación. En consecuencia, el autonomismo es hoy por hoy muy mayoritario, mientras que el independentismo es bastante minoritario. Pero bajo mi punto de vista ambos tienen el gran inconveniente de que son excluyentes. No admiten ninguna otra opción política. Son poco o nada democráticos en este aspecto. Por el contrario, el autodeterminismo, al margen de que actualmente sea tal vez más minoritario aún, se mueve en otro plano. Porque es incluyente y democrático. Incluye a todas las demás opciones, para las que exige que puedan ser expresadas de forma democrática y se pueda decidir libremente la opción que sea mayoritaria en cada situación. Por eso lo defiendo y creo que la corriente dominante del canarismo debería ser autodeterminista en primera instancia, como lo es la mayoría de la población catalana, ya sea unionista o separacionista en última instancia. Que decidan siempre las urnas.