Todavía resuena en el lector avezado y en los seguidores del proyecto Tamaimos, el eco de su anterior obra, El fútbol canario. Identidad, Valerón y otros desmarques. Fue el primer libro de la carrera de un periodista experimentado, valorado por su rigurosidad y que aporta cordura a las tertulias donde participa. Cuando lo entrevisté para Tamaimos.com en aquella ocasión, me contó que estaba preparando una publicación sobre la Transición Política en Canarias. Yo ignoraba por aquel entonces que lo iba a hacer con Ediciones Tamaimos, pero la noticia me produjo alegría, que después, tras conversaciones con el Presidente, sería doble.
Cuando estudiaba Historia en la ULPGC, el proyecto de la UPC, y su hito de llegar a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, era como una historia oculta para nosotros y que queríamos por todos los medios descubrir. Pertenecíamos a la generación que nació cuando la Unión del Pueblo Canario ya había perecido y los textos de la Revista Canarii no saciaban nuestra curiosidad. La conclusión a la que llegamos fue que en algún momento alguien se debía meter en la Hemeroteca y analizar aquella época, pero en nuestra contra estaba la enorme distancia en el tiempo entre los hechos y nuestro año de nacimiento. Por lo tanto, el análisis, que no historia de la UPC que hace Enrique Bethencourt, llena un vacío enorme en la revisión del pasado reciente de nuestro país. Tuve la suerte de leer el libro en su fase de preparación y entendí que estábamos ante un texto de historias que iba a aportar mucha luz sobre una época que había estado ocultada por el poder, por lo que entendí que la revisión de Bethencourt iba a llamar la atención de los curiosos lectores que se acercan a la producción de la Fundación Canaria Tamaimos.
Dice Pablo Ródenas en el prólogo, cuyo contenido adelanta su heterónimo Jorge Stratós en Tamaimos.com: «Fueron muchas las incompetencias y miserias, las renuncias y dejaciones políticas a las que se tuvo que enfrentar UPC en solitario y que luego han sido, poco a poco, ocultadas bajo una alfombra embaucadora. Por ejemplo, sin ir más lejos, la imposición estatutaria de una autonomía de segunda división, que nos vendieron como óptima e inapelable, sin que apenas hubiese exigencias desde Canarias, ni tampoco discusión del traje que el Madrid metropolitano nos cortó y confeccionó a su medida, como camisa de fuerza (aunque con algunos adornos embellecedores)». Ródenas también destaca que «fue la mayor experiencia participativa de la historia de Canarias». Concluye el ex profesor de Filosofía que «hasta el momento, las imitaciones de aquella llamarada social y política han carecido de lo principal: del coraje que tuvo UPC inicialmente para ir a las raíces del problema nacional canario, sin componendas con la subordinada casta oligárquica canaria y con la cordura de defender un programa amplio, pluralista e inclusivo, un programa democrático y autodeterminista que rompiese con la subalternidad que durante siglos le ha sido impuesta a la sociedad isleña». El próximo martes 27 de noviembre el libro se estrena en la escena pública en el Patio del Cabildo de Gran Canaria. Allí estarán el autor, Enrique Bethencourt, y el prologuista Pablo Ródenas Utray. Los acompañan el editor de la obra y presidente de la Fundación Canaria Tamaimos, José Miguel Martín, y el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales.
¿Supone para ti una responsabilidad escribir la historia de la UPC?
No me atrevo a pensar, sería muy atrevido, que la obra sea “la historia de la UPC”. He escrito un libro sobre la Unión del Pueblo Canario que analiza mucho de lo que fue, sus luces y sus sombras. Su importante grado de unidad y sus estériles sectarismos. Sus éxitos en la gestión del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria -como es el caso de la municipalización de las guaguas- y sus debilidades por falta de experiencia y formación, así como recursos económicos, para la enorme tarea que les cayó encima. Su visión del autogobierno, de la autodeterminación o de la universidad nacional canaria con, a mi juicio, muchas lagunas. La insuficiente presencia de las mujeres en sus planchas electorales… Un acercamiento crítico, pero no destructivo. Y que, estoy seguro, animará a realizar más obras sobre aquella etapa tan apasionante de nuestra historia reciente.
¿Qué puede aportar a la Canarias actual una revisión de la historia de la Unión del Pueblo Canario?
En primer lugar, conocer más y mejor ese momento, justo cuando salíamos de una dictadura violenta y tremendamente centralista y eran enormes las ansias de libertad y de expresión de la canariedad. También eliminar tantos complejos que todavía viven. Hay gente que admira a los nacionalismos vasco o catalán y desprecia al nuestro; y que, en cierta medida, les encantaría copiar otros modelos. En el 79, sin experiencias previas, sin contar con burguesía nacional ni partidos nacionalistas conservadores, como sí existían en las comunidades citadas, aquí se levantó un proyecto propio que unía a grupos y personas socialistas, comunistas, autogestionarios, socialdemócratas o independentistas, bajo el lema de la autodeterminación y con un programa democrático radical que, junto a las reivindicaciones nacionales, contenía exigencias sociales muy avanzadas y que pretendía sacar a Canarias de su pobreza y atraso.
Esta pregunta es muy difícil, pero te pido algunos esbozos. ¿Cuáles fueron los principales errores de la Unión del Pueblo Canario?
En mi opinión, ser incapaces de abrirse y dejar participar a cientos de personas que querían formar parte de la organización y que esta dejara de ser una exclusiva coalición de partidos. También su propia limitación a las islas capitalinas y, dentro de estas, a sus núcleos urbanos. Las peleas internas entre sus distintos partidos que, a veces, vemos reproducidas en las izquierdas de hoy. La incomprensión de lo que podía suponer la autonomía para las Islas. Una visión muy pancanarista que no siempre comprendió los hechos insulares…
«Hay gente que admira a los nacionalismos vasco o catalán y desprecia al nuestro; y que, en cierta medida, les encantaría copiar otros modelos. En el 79, sin experiencias previas, sin contar con burguesía nacional ni partidos nacionalistas conservadores, como sí existían en las comunidades citadas, aquí se levantó un proyecto propio que unía a grupos y personas socialistas, comunistas, autogestionarios, socialdemócratas o independentistas, bajo el lema de la autodeterminación y con un programa democrático radical que, junto a las reivindicaciones nacionales, contenía exigencias sociales muy avanzadas y que pretendía sacar a Canarias de su pobreza y atraso»
¿Y los principales aciertos? Porque es verdad que aparece y desaparece en cuestión de años, pero consigue varios hitos en aquella incipiente democracia.
Para mí, fundamentalmente el hecho de confirmar que era posible generar una organización pensada desde Canarias y para Canarias sin tutelas externas de ningún tipo. Con un programa propio y con alternativas que buscaban soluciones autocentradas a los graves problemas del Archipiélago. Y que esta era la mejor alternativa para que Canarias fuera escuchada por el poder central del Estado; lo que creo que sigue siendo válido hoy, cuarenta años después. Asimismo, su capacidad movilizadora y su apoyo a las luchas de los trabajadores y trabajadoras, así como al conjunto de movimientos sociales. En la gestión municipal hubo de todo: aspectos positivos y negativos. En el caso del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, se trabajó en las peores condiciones, con muy escasos recursos, con concejales y concejalas cualificados y otros no tanto; y con necesidades de todo tipo en una ciudad desestructurada y con grandes carencias.
¿Qué queda de aquella experiencia en el nacionalismo canario actual?
Tengo la impresión de que sin aquel no hubiese sido posible este, en sus diferentes conformaciones. Serían en todo caso distintos. No lo digo solo por el nacionalismo de izquierdas, que luego vio nacer a ICAN en los noventa o a Nueva Canarias ya en este siglo. Pienso, también, que la existencia, aunque efímera de UPC, animó a aquellos sectores de UCD que, tras su disolución, dieron el salto a las AIC y posteriormente constituyeron, con ICAN, AM y los centristas de Olarte, Coalición Canaria. Luego cada experiencia es distinta y cada situación social, económica y político-institucional, también. El mundo no acabó con la UPC; el nacionalismo, tampoco.
Planteas que el nacionalismo canario debe ser europeísta, democrático y mestizo. ¿Puedes concretar esa reflexión?
Sin olvidar nuestra histórica vinculación con América y nuestra situación geográfica, al lado del continente africano, nuestras relaciones económicas, políticas y culturales se producen fundamentalmente en el ámbito europeo y, desde nuestro papel de nacionalidad de apenas dos millones de habitantes, considero que debemos apostar por una Europa social y una Europa de los pueblos; respetuosa y diversa, plurinacional. Y, más aún, en momentos en que crece la insolidaridad y las posiciones xenófobas y racistas en la vieja Europa. Lo de democrático parece algo formal, pero cada vez lo es menos, por los vientos autoritarios que asolan al mundo y, asimismo, porque aquí sufrimos déficits, como el sistema electoral más desequilibrado e injusto, ahora moderadamente corregido. Y lo planteo también desde la modificación de nuestras profundas desigualdades sociales. Y, por último, creo que esta tierra ha sido siempre una tierra de mestizaje, de encuentro de culturas. Y que nuestro nacionalismo, al menos desde la UPC, nunca fue étnico.
«La existencia, aunque efímera de UPC, animó a aquellos sectores de UCD que, tras su disolución, dieron el salto a las AIC y posteriormente constituyeron, con ICAN, AM y los centristas de Olarte, Coalición Canaria»
En estos días Roque Aguayro está cumpliendo 40 años, nació antes que la UPC, y todavía se mantiene. ¿Ha tenido más éxito el nacionalismo canario en la esfera municipal o a nivel nacional?
Roque Aguayro, en Agüimes, y Asamblea de Vecinos, en Santa Lucía, Telde o Las Palmas de Gran Canaria, tuvieron su estreno electoral en los comicios locales del 79, con notables resultados, los más contundentes en Santa Lucía; con un programa mucho más moderado que el de la UPC, autonomista y pegado a las realidades municipales. Su éxito es doble: haber transformado situaciones de enorme atraso social, cultural y en infraestructuras en las zonas más depauperadas de Gran Canaria, y haber evolucionado hacia el nacionalismo sin perder sus esencias originales, manteniendo elevados niveles de apoyo social; hoy son parte determinante de Nueva Canarias. En el libro hago referencia a ambos y, asimismo, a la relevancia de Asamblea Majorera.
En definitiva, ¿qué debilidades y fortalezas le ves al nacionalismo actual?
Las debilidades se encuentran, sobre todo, en el escaso peso económico y político que tiene Canarias en el conjunto del Estado. Y en que aquí no han existido partidos con la potencia del PNV o la CiU de hace unos años. Pero, al tiempo, como se ha demostrado en numerosas ocasiones, formaciones nacionalistas canarias han sido capaces de arrancar hitos históricos para nuestra Comunidad. Lo hizo CC en los noventa, logrando que el Estado invirtiera en las carreteras de las Islas, antes olvidadas por el poder central. Lo logró ahora NC con la bonificación al 75% del transporte marítimo y aéreo, interinsular y con el resto del Estado. Y los nacionalistas han conseguido, asimismo, la desvinculación de los recursos del REF de los de la financiación autonómica. Desgraciadamente para Canarias, el papel de los diputados y diputadas canarias de los partidos estatalistas es absolutamente secundario. Por otra parte, las formaciones nacionalistas divergen, y mucho, sobre las políticas en torno al territorio, la fiscalidad, el papel de los servicios públicos…
«Su éxito (el del nacionalismo canario municipalista) es doble: haber transformado situaciones de enorme atraso social, cultural y en infraestructuras en las zonas más depauperadas de Gran Canaria, y haber evolucionado hacia el nacionalismo sin perder sus esencias originales, manteniendo elevados niveles de apoyo social»
¿Piensas que el libro calará en una sociedad que tiende a orillar los nacionalismos, al menos los no hegemónicos?
Espero que sea leído con interés y sin prejuicios. Sin pensar que aquella fue una etapa en que todo se hizo bien, cosa que no es verdad; ni tampoco que fue un desastre sin paliativos, que tampoco es cierto. En nuestro caso, el canario, sigue habiendo un alto sentimiento nacionalista entre su población -como confirman numerosos estudios sociológicos- y creo que en pocos sitios se justifica tanto el nacionalismo como en nuestra tierra. Con el libro sobre la UPC no me dirijo solo a los que, como yo, vivimos con intensidad ese momento histórico, sino también a la gente joven que lo desconoce por completo.
¿El nacionalismo canario es futuro en las islas o es una reliquia, como la UPC?
Te respondería con una parte de la dedicatoria del libro. Si el nacionalismo canario es “moderno, acogedor, social, ecológico, feminista, democratizador, participativo, impulsor de la equidad, europeísta, abierto al mundo, mestizo y defensor de los máximos niveles de autogobierno y de capacidad de decisión desde Canarias”, como apunto en ella, tiene mucho presente y mucho futuro.
Por último, te pido un pronóstico, con las Elecciones Municipales y Autonómicas a vista de pájaro. ¿Se acabó el tiempo de Coalición Canaria, al menos al mando del Gobierno de Canarias? ¿Hay otro nacionalismo que lo pueda sustituir y ocupe tareas de gobierno?
Coalición Canaria sigue siendo fuerte en algunos de los territorios y sobre ella ha pivotado el Gobierno desde 1993; para mantenerse no ha dudado en suscribir pactos electorales para mayo de 2019 con personas y organizaciones que puede que sean nacionalistas, pero nacionalistas españolas. Con nueva ley electoral y un Parlamento con 70 escaños tiene mucho más difícil repetir al frente del Ejecutivo, pero lo intentará con PP, Cs y ASG. No he visto encuestas recientes, pero creo que hay posibilidades para un Gobierno progresista entre PSOE, Nueva Canarias y Unidos Podemos. La última palabra la tienen los ciudadanos y ciudadanas con su voto en mayo.