El pasado sábado 10 de noviembre, más de 10.000 personas volvieron a oponerse al Macromuelle de Agaete. No voy a entrar en números, pero más de 10.000 eran seguro. El Gobierno de Canarias, inflexible, vuelve a ignorar a la ciudadanía organizada y asegura que el proyecto está en marcha. La movilización tiene un mérito enorme, tanto en cuanto hay muchas aristas en juego. En primer lugar, la firme decisión del Vicepresidente del Gobierno de Canarias, Pablo Rodríguez, de llevar a cabo la construcción. En segundo lugar, la movilización ha arrastrado a la política y no al revés. Es habitual, pero no deja de ser meritorio nuevamente. El papel de Nueva Canarias en este tema, ha sido, cuanto menos, difuso. En tercer lugar, porque defender el medioambiente frente al progreso nunca deja de ser un proceso arriesgado, parece que te opones al desarrollo y encima ellos lo pregonan sostenible.
Un lema muy repetido en estas protestas, que ya han sido varias desde que se proyectara el Macromuelle, es «no perdamos el norte». Aunque parezca un juego de palabras es una amenaza en toda regla: en Gran Canaria está en juego el norte de la isla. El sur turístico está masificado y gentrificado, el norte mantiene cierta esencia. La carretera de La Aldea toca el pulmón de la isla, el Pinar de Tamadaba y la sospecha de un desarrollo descontrolado en la costa que conecta Las Palmas con Agaete y Agaete con la Aldea de San Nicolás, tiene en vilo a las personas que defienden la verdadera sostenibilidad de las islas. Estas personas frente a Coalición Canaria, que vuelve a estar de lado de los constructores y los especuladores. El tripartito que lleva gobernando Canarias desde la Transición política, tiene claro que esta es la forma que tiene de defender el desarrollo sostenible y diversificar la economía.
Nuestra biodiversidad también está siendo atacada por un telepredicador con sotana al servicio de un partido político insularista que, por cierto, ahora irá en coalición con Coalición Canaria. Solo hay que ver uno de estos vídeos que genera tanta risa para ver que, detrás de la defensa de las cabras, el sector primario y los restos indígenas, se esconde un desprecio total y absoluto por nuestro medioambiente. Pero la sostenibilidad en Canarias se integra, irremediablemente, en tres patas: la naturaleza, el patrimonio histórico ignorado y el territorio. No se puede hablar de verdadero desarrollo sostenible ni de autoestima de nuestro pueblo sin unir estos tres elementos, digan los curas de amarillo lo que digan, digan los consejeros de CC lo que digan. No hay ni un solo estudio económico que avale esta instalación. Lo último que hemos conocido es que el número de pasajeros del Puerto de Agaete ha descendido con respecto a 2017, un dato que el Gobierno de Canarias ha intentado ocultar.
Es el modus operandi del tripartito canario, en especial de Coalición Canaria. Con el territorio ya lo hicieron. Implementaron la Ley del Suelo, que acaba con el órgano de control a nivel autonómico, creando un problema técnico a los Ayuntamientos de Canarias. No solo eso, sino que cualquier proyecto de interés insular o autonómico se puede llevar a cabo aunque esté en suelo rústico. Una ley que pretenden llevar al patrimonio con la nueva Ley de Patrimonio que está pendiente de ser debatida en el Parlamento, en la que los municipios, sin capacidad técnica, deben gestionar el patrimonio de sus municipios. Si a esto unimos las especies eliminadas del Catálogo de Especies Protegidas para llevar a cabo el Puerto de Granadilla, podemos concluir de manera muy sencilla que si la Ley no sirve a los interese especulativos de Coalición Canaria, ponen la misma a su servicio, con la connivencia, participación o desidia de PP y PSOE.
La actividad económica no se va a diversificar si el poder insiste en el modelo turístico y constructivo depredador. El desarrollo sostenible no es compatible con cargarse el medioambiente, presionar el territorio hasta la extenuación ni ignorar el patrimonio por cuestiones coloniales y clasistas. La triple dimensión de la sostenibilidad en Canarias incluye los tres elementos, indivisibles, en el camino por garantizar el futuro de nuestra tierra y nuestro imaginario colectivo. El tripartito que lleva gobernando Canarias desde que hace varias décadas no lo ve así, por lo tanto no lo va a defender. Las mismas personas que se oponen de frente al dislate de convertir el norte en el nuevo sur de Gran Canaria, si defienden un verdadero desarrollo sostenible de Canarias, deberían estar frontalmente en contra de la Ley del Suelo y su hermana pequeña Ley de Islas Verdes, y sería lógico pensar que defienden una verdadera defensa del patrimonio de las islas, en especial del más desfavorecido, el indígena, de zonas rurales y que corresponden a las capas sociales más humildes del país. O lo que es lo mismo, estar en contra del Puerto de Granadilla viene a ser lo mismo que del proyecto de Chillida en Tindaya o de Ibarrola en Garafía, y, su vez, defenderán un respiro para el territorio y no más presión. Solo así podríamos hablar de desarrollo sostenible.