
El sistema sanitario ha pasado, en 15 años, de ser un orgullo (relativo) a un motivo de preocupación en Canarias. La respuesta a la crisis económica dada por el Estado español, en la que una gran carga de la responsabilidad del déficit ha recaído en las Comunidades Autónomas (el 68% del presupuesto actual del Gobierno de Canarias va a Sanidad y Educación[1]), ha tenido mucho que ver.
No obstante, sería tramposo afirmar que la financiación ha sido el único aspecto que nos ha llevado hasta esta situación. Queremos hablar aquí de otro de esos factores: el estímulo del sector sanitario privado en esa dirección, y su responsabilidad en algunas de las políticas sanitarias de la última década.
Para empezar, el crecimiento (y subsistencia) del sector privado en Sanidad es posible principalmente por dos grandes caballos de Troya:
Por un lado, el aumento de las necesidades sanitarias de la población, a un ritmo superior a la oferta y flexibilidad del sistema público (por medio de procesos como la medicalización y la medicamentalización). El sistema sanitario en Estados Unidos tiene «buenos» ejemplos: en el metro de las grandes ciudades es común ver hospitales ofertando sus servicios, y en especial chequeos cuya evidencia científica resulta muy discutible.
Por otro, la destrucción de la competencia (en este caso, el sistema público). ¿De qué manera? Principalmente dos: las listas de espera y el descrédito.
Pongamos el ejemplo de Candelaria, una señora de 70 años, con “juanetes” muy dolorosos. Cuanto más aumenta el tiempo de espera para su operación, que no son un riesgo vital pero provocan dolor y discapacidad, Candelaria tendrá mayor necesidad de un sector privado dispuesto a salvarle. Así, se penetra cada vez más en las clases que pueden permitirse un seguro privado, excluyendo al resto, y provocando lentamente que el sistema sanitario público se convierta en un sistema de beneficencia.
Aunque el nuevo gobierno del Estado ha vuelto a universalizar la Sanidad, la legitimidad hoy día se batalla tristemente en las porciones acomodadas de la población. Por una razón: ningún sistema sanitario de beneficencia puede ser eficaz. Sólo puede dar paso a un sistema, en esencia, desacreditado por las élites. De ahí la aspiración histórica de tener a la ciudadanía con poder fáctico, como gobernantes y funcionariado, en el sistema público.
El Ministerio de Sanidad español realiza el Barómetro Sanitario, una encuesta anual para valorar la satisfacción con los servicios sanitarios. Desde 2005, Canarias no ha dejado de ser el territorio del Estado con menor valoración de su sistema sanitario. No sorprende otro aspecto: territorios como Catalunya o Galicia, donde la penetración del sector privado es mayor, también tienen una nota baja[3]. El punto de vista es el siguiente: sería muy difícil para el sector privado crecer donde la sanidad pública tuviera una satisfacción alta.
Esta insatisfacción viene precedida de un descrédito[4], al mismo tiempo real y de relato. En Canarias, este descrédito ha permitido al sector privado la entera sustitución de unidades clínicas dentro de hospitales públicos[5]. También ha permitido acceder a dirigir la Consejería de Sanidad a perfiles como el de Baltar, similar al de Boi Ruiz en Catalunya.
Además, la evolución del sector sanitario privado ha tenido una peculiaridad con respecto a la Educación: no solo ha crecido, sino que en este tiempo ha pasado a concentrarse en pocas manos. El paradigma de sanidad privada ha pasado en Canarias de médico/a del sistema público con «prestigio» y consulta privada por las tardes, a hospitales privados cuyo control está en manos de pocas empresas (buena parte de capital extranjero).
Esta acumulación de médicos asalariados trae consigo una dificultad creciente para revertir esta situación. Resulta difícil pensar que esta evolución cambiará únicamente por un aumento del presupuesto en Sanidad. De la misma forma que su evolución en la última década es una decisión política, su involución es pura política.
Tenemos las elecciones canarias en unos meses. Es necesario incorporar la Sanidad en la discusión política; hay que luchar para que Candelaria, si algún día de verdad tiene “juanetes”, sólo necesite su cartera para sacar la tarjeta sanitaria.
2.https://www.eldiario.es/canariasahora/sociedad/datos-oculta-Sanidad-listas-espera_0_731077145.html
3.Barómetro Sanitario. https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/BarometroSanitario/home_BS.htm
* Francisco Rodríguez Cabrera es egresado en Medicina por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, MIR en Salud Pública de la Escuela Nacional de Sanidad (Madrid) e investigador visitante en la Universidad de Harvard. Este artículo fue remitido por su autor por correo electrónico.