
Publicado originalmente el 1 de septiembre de 2014
Anda Bravo de Laguna, presidente del único Cabildo que apoya las prospecciones petrolíferas, ocupado escribiendo cartas a Paulino. Es curioso que cuando es el Presidente del Gobierno quien escribe cartas a Rajoy, para los populares éstos son gestos inútiles, cachanchanadas, pérdidas del tiempo,… Nada de esto oímos cuando son ellos los que recuperan el género epistolar. En cualquier caso, decía que anda Bravo de Laguna intentando alzar un frente pleitista en torno a algo que tiene a los grancanarios preocupadísimos y es que la moratoria impide la construcción de hoteles de cuatro estrellas en la isla. No sé cómo la gente no se echa a la calle y más tras la soflama del Presidente del Cabildo, que de mal escrita que está, sabes que la escribió él mismo.
A mi juicio, lo importante de este texto, que pasará a la historia como uno de los peores escritos por un político canario, es el descaro con que se dejan caer las ideas acerca del crecimiento, que no desarrollo ni progreso, del Partido Popular para Gran Canaria. Una primera: priorizar la cantidad a la calidad. Ya hace tiempo que la isla colgó el cartel de lleno, sin embargo, no es suficiente para Bravo de Laguna. Hay que agotar las posibilidades del Plan Insular de Ordenación del Territorio y construir las 30.000 camas autorizadas, casi un cuarto de las actuales. ¿Por qué? Vagamente, Bravo de Laguna alude al drama del paro, aunque no explica por qué si las cifras del turismo son tan buenas, las del desempleo son tan malas. Pero no, y aquí viene la segunda idea: en Tenerife cuentan con más camas hoteleras y eso es por lo visto inadmisible. Hay que superar al eterno rival o morir en el cemento. Un político avispado vería en todo esto una oportunidad: apostar claramente por la renovación de la planta alojativa y, de paso, hacer de la isla algo más que un gigantesco hotel, tratando de diversificar la economía. Bravo de Laguna no, él insiste en ponerle un segundo piso a la isla y, de paso, agitar convenientemente la bandera del pleito insular, que siempre viene bien para tener a la gente distraída. Les recuerdo que estamos ante un político que calificó a la Charca de Maspalomas como “el único oasis de Europa”. Ése es el nivel. Así se explica que llegue Bravo de Laguna al corolario de su “pensamiento”: “A Gran Canaria se la condena a no crecer, sólo a renovar, que es cambiar plazas obsoletas por nuevas. Así de claro. Así de triste”. Sólo la prosa del patricio parece estar en peor estado de salud que la propia isla.
Cambiar la planta hotelera de los años setenta y ochenta que hace de lugares como Playa del Inglés un viaje en el tiempo hacia el cutrerío y la casposidad no sólo no parece una prioridad sino que para Bravo de Laguna es algo terrible, por lo visto. Lo que hay que hacer es llenar más barrancos con hoteles de cuatro estrellas no sea que Tenerife nos gane. Cuando hayamos construido esas 30.000 camas y la tasa de paro sea parecida, entonces no nos servirá esta excusa pero la vuelta de tuerca medioambiental que habremos dado a la isla será irreversible y costará recordar, perdidas en el tiempo, las razones por las que la gente venía a estas islas africanas, desde lugares lejanos, a pasar sus vacaciones.