En el Bucio 2018, convocado en Agüimes por la Fundación Tamaimos para dentro de un par de semanas, está anunciada —entre otras interesantes actividades— una conversación de José Miguel Martín y Juan García Luján con Pablo Utray, autor del libro sobre Canarias titulado Libertad de actuar. Argumentos poli(é)ticos de disenso. Conozco bien el libro y también al autor, que hace poco me decía que todavía no sabe, en concreto, de qué se va a hablar en el Encuentro. Cree que Josemi y Juan, “valiosos activistas culturales, en el mejor sentido de la expresión”, confían mucho en la espontaneidad, en línea con la concepción del Bucio como un motín de ideas.
Sin embargo, Utray esta convencido de que la “buena espontaneidad es sólo espontaneidad en apariencia” porque exige mucha reflexión previa, “como se comprueba en el buen teatro, que —a su juicio— no es más que una irradiación del teatro de la vida”. Por eso me espetó que era más partidario de las “autoentrevistas” que de las entrevistas, puesto que “el preguntarse a uno mismo es un elemento central de la condición humana y en eso consiste el filosofar que nos ha de caracterizar a todas las personas, sepámoslo o no”. Creo que en cierto modo Utray tiene razón. Es más importante saberse preguntar que saberse contestar, aunque ambas cosas sean necesarias y para nada fáciles. Porque del acierto en lo primero depende que haya posibilidad de lo segundo.
En su opinión, sería necesario que el primer interrogante fuese —aquí les dejo el recado, ustedes verán— la “pregunta por la situación”, que siempre es la pregunta-clave para muchas otras. Me explico. La palabra ‘situación’ alude al aquí-y-ahora de la existencia, al lugar y el momento en el que estamos como sujetos, puesto que la existencia es la realidad espacio-temporal absoluta. Y, por tanto, alude también a la necesidad de construir las fronteras que señalan el exterior de la situación, el entorno del lugar y el pasado-futuro del momento, es decir, el ahí-allí-y-allá respecto al aquí y el antes-y-después respecto al ahora.
Si de lo que se trata es de Canarias, como es el caso, entonces la primera cuestión es saber cómo hemos de caracterizar nuestra situación, es decir, la realidad actual de Canarias. Pablo Utray me plantea que la respuesta que se dé a este crucial interrogante político-social condicionará —para bien o para mal— todo lo que pensamos y hacemos. Y, en particular, condicionará también las repuestas a las otras preguntas que asimismo necesitamos hacernos: por ejemplo, cómo hemos de entender las relaciones de Canarias con el exterior de la situación actual, esto es, con su entorno geopolítico y con su pasado y futuro como sociedad.
De las respuestas a estas preguntas dependerá el cómo nos constituyamos como ciudadanía nacional. Entrando así en materia, las respuestas se pueden clasificar —a juicio del autor de Libertad de actuar— en unos pocos tipos básicos, algunos de los cuales, los más frecuentes, se apoyan en los más banales tópicos, con la peculiaridad de que conducen a errar continuamente en nuestra autocomprensión como personas y como comunidad. ¿Cuál es el problema? Que así se hipoteca la probabilidad de lograr un presente mejor.
A diario hablamos mucho de política, pero solo de lo inmediato recortado según los titulares que confecciona minuto a minuto la casta político-mediática. No reparamos, sin embargo, en lo inmediato que se oculta, y menos aún en las cuestiones de fondo, que necesitan reflexión, interpretación y argumentación para que puedan ser abordadas. Pensemos, por ejemplo, en nuestros políticos, sindicalistas, empresarios, periodistas, intelectuales, etcétera, todos muy especializados y documentados. Sin embargo, a juicio de Pablo Utray, la inmensa mayoría (salvando muy dignas excepciones) es incapaz de tener una idea elaborada y acertada de nuestra situación, de la realidad profunda, estructural, de Canarias.
No saben (o no quieren) responder, de forma rigurosa, a la pregunta por el sentido —por ejemplo— en el que Canarias es España. Porque la respuesta implica saber responder también a la cuestión de en qué sentido no lo es. Suelen ser incondicionales —más o menos encubiertos, más o menos progresistas— del Régimen del 78 (que ahora, dicho sea entre paréntesis, celebra —en plena caída libre— los fastos de su cuadragésimo aniversario, sin autocrítica alguna que se conozca). Se esconden tras la hueca caracterización de Canarias como comunidad autónoma española (tal que Extremadura, Rioja o Murcia) y al tiempo —¡tiene bemoles!— región ultraperiférica europea (al igual que Guayana, Martinica o Reunión, tan francesas como son). Solo de pensarlo da risa… ¡La colonialidad del poder convertida en colonialidad del saber!
Si se les pregunta en qué sentido Canarias forma parte de la nación española (como pretende la Constitución del 78), callan… Si se les pregunta por qué el español de Canarias no es oficial como el español castellano (como impone la Constitución), callan… Y así un largo etcétera. Cuando se yerra al tratar de conocer nuestro presente se errará al comprender nuestro pasado. Y de igual manera se errará al construir nuestro futuro. Pierre Vilar decía —por recordar un ejemplo de excelencia— que “comprender [el pasado] es imposible sin conocer [el presente]”. Y lo mismo podría decirse del futuro, parafraseándole: “construir [el futuro] es imposible sin conocer [el presente]”.
Los popes de nuestra intelectualidad, me dice Pablo Utray, se desentienden con descaro del problema nacional canario. No lo conocen. Lo des-conocen. La colonialidad y subalternidad canaria no se problematizan para nada, la dependencia y subordinación a los poderes fácticos (externos e internos) ni les ocupa ni les preocupa, la desigualdad y aculturación de la mayoría más desfavorecida no es asunto suyo. Así, los males que intencionadamente se ignoran, no se abordan. Por esta sinrazón, el autor de Libertad de actuar añade: “A presente domesticado, pasado tergiversado y futuro degradado”. En fin, no me corresponde a mí centrar ahora estas cuestiones. Esperemos que Josemi Martín, Juan García Luján y Pablo Utray puedan arrojar en el Bucio 2018 alguna luz sobre ellas.