Fue un 7 de marzo de 2013, día que difícilmente olvidaré. Yo era un joven estudiante de último curso de periodismo haciendo las prácticas en Canarias Radio La Autonómica. Ese día me mandaron al barrio de El Caracol, donde se iba a completar un desahucio en la calle Tamadaba. Me hizo ilusión, lo reconozco, mi visión del periodismo incluye la sensibilidad hacia los más débiles, hacia los desfavorecidos, hacia los nadie, que hablara Eduardo Galeano. Retórica que en aquel momento debía poner en práctica. Antes de las 8:00 estaba allí. No había llegado mucha gente, apenas unos cuantos activistas y algunas personas que querían impedir el desahucio de Ithaisa. Ithaisa y José Antonio tenían una deuda que no llegaba a 2.000 euros en sus rentas de alquiler. La joven pareja, con cuatro hijos que mantener, no tenían ningún ingreso, recordamos que estamos en lo más crudo de la crisis económica, y se alimentaban gracias a los Servicios Sociales y a la ayuda de familiares.
La jornada comienza cargada de ganas de parar el desahucio. Idas y venidas informan de lo que está pasando en el Juzgado de Telde y a las puertas del Ayuntamiento de Telde, los otros dos puntos calientes de la jornada. A eso de las 9 vuelvo a entrar en directo, en esta ocasión con Ithaisa, a la que convenzo para que hable. Ithaisa y yo estamos en el descansillo de su vivienda y yo le pregunto que qué va a hacer. «No tengo a dónde ir», responde y se llena de lágrimas su rostro. En aquel momento me doy cuenta que el periodismo que yo quiero hacer tiene una carga emocional que hay que tener en cuenta. Tomo la palabra y paso a Ithaisa con la entonces conductora del Buenos Días Canarias. Ithaisa, muy nerviosa, explica su situación. Despido la conexión con un nudo en la garganta. Pero como también tengo que realizar mi trabajo, me gano la confianza de la familia. Subo al balcón de la vivienda, desde donde está realizada la foto que encabeza este texto. Hago varias entrevistas en la calle a activistas de Stop Desahucios, la Federación Anarquista de Gran Canaria o Telde Responde, y a cargos políticos como el diputado Pedro Quevedo. Pero ya yo tomé partido de manera inconsciente, me puse del lado de la familia, y a ellos quiero dar protagonismo. El periodismo, que diría Kaspuscinsky, es intencional. La frase me convence de que así debo hacerlo.
Cada cierto tiempo vuelvo a entrar en antena y explico la situación. Las noticias que llegan son confusas. Dicen que el desahucio ha sido paralizado, pero nadie se fía hasta que no cierren los Juzgados a las 14:00. Las reacciones políticas que llegan también son confusas. Cuentan que el concejal de Asuntos Sociales en aquel momento, Guillermo Reyes, amenaza a cámara apagada a la familia con la posibilidad de quitarle los hijos si siguen haciendo ruido. El bulo, que nadie es capaz de confirmar, provoca un ataque de histeria y varias personas tienen que ser atendidas por las ambulancias por ataques de ansiedad. La misma Ithaisa corre desesperada calle abajo. Otro momento tenso lo protagoniza la llegada de Carmelo Martín, entonces director de Radio Aventura, radio local pegada a los intereses de aquel grupo de gobierno y en concreto de CIUCA. Las personas congregadas expulsan con insultos a Martín, que en días previos se ha encargado de criticar a la familia en las ondas, con la compañía ineludible del Padre Báez. Pese a los momentos de tensión, lo peor ha pasado. El desahucio, fijado para las 9:30, no se ha producido y, aunque hay escepticismo, a las 14:00 todavía nadie se había personado para echar a Ithaisa, José Antonio y sus cuatro hijos de su casa.
Hace pocos meses, en el programa especial por el décimo aniversario de Canarias Radio, recordaba el hecho en antena, como el más significativo de mis tres meses de prácticas en la Radio Pública. No solo aprendí a hacer periodismo, sino también aprendí el bando que han de elegir los periodistas, sin duda, el de los más débiles. Recordé esta vivencia con los hechos acaecidos con las viviendas de Añaza, en Santa Cruz de Tenerife. Recordemos, unas viviendas públicas donde residen varias centenas de familias que acaban siendo posesión del Santander. El Banco Santander procede a desahuciar a las familias ante la presunta venta a un fondo buitre. La entidad bancaria no responde a las instituciones, que acaban retirando sus fondos de la misma. Sin embargo, finalmente todo da un giro y el Gobierno de Canarias se compromete a comprar (debería decirse a re-comprar) las viviendas. Caso cerrado, negocio realizado por los de siempre. O no… ¿Quién vendió las viviendas al Banco Santander si era vivienda pública con personas residiendo gracias a un alquiler social? Nadie ha sabido responder a esta pregunta o al menos yo no he entendido qué pasó. La incógnita de la compra, anunciada a bombo y platillo, sigue en el aire y los vecinos no se fían. Veremos cómo termina este otro desahucio paralizado, al menos de momento.
En todos estos casos es esencial el papel de los medios de comunicación como altavoz y como agente implicado con los derechos de los más desfavorecidos. Además, como agente crítico de la situación social que tenemos, de la cual no puede estar ajeno. Por un lado, debemos tener en cuenta los paupérrimos datos sociales que tenemos, con notable desempleo y con una tasa de precariedad muy alta. Con ese panorama, empezamos a hilar datos. «El precio medio de una casa en Canarias se encuentra un 34% por encima del presupuesto disponible», según un estudio de Century 21. Si miramos el alquiler, hablamos de un repunte del 18,67% con respecto a 2017. La renta media es de 801 euros al mes, que, como comprenderán, es bastante inaccesible para los sueldos de las islas. Datos extraídos de un estudio de Pisos.com. Todo ello con un plan de vivienda pública paralizado, con una década congelado, coincidiendo con los estragos de la crisis y sin visos de retomarse por el momento más que en las intenciones. ¿Quién compra las viviendas con este panorama? Casi un tercio los extranjeros, que ven en la adquisición de viviendas un negocio o una oportunidad para vivir aquí. Ante esto no es extraño que cada cierto tiempo salga a la luz la precaria situación de la vivienda en Canarias, un déficit que no parece estar en la famosa y cacareada «agenda canaria», pero que merece una reflexión sesuda y efectiva.