
«Sagrario parece débil, pero en su interior sigue conservando una marcada rebeldía», cuenta Sigrid Ojel, que da vida a la protagonista en La Cueva de las mujeres. A medias palmera y granadina, su nombre se lo debe al cómic del Capitán Trueno, cuenta en una entrevista. Actriz, principalmente de teatro, Sigrid Ojel (Puerto de la Cruz, 1984) participó en 2014 en No somos nadie, una tragicomedia de Pablo Fajardo sobre la esperanza o la falta de ella en tiempos de crisis. Trabajó anteriormente con Armando Ravelo en La Tribu de las 7 islas (2017), donde da vida a Hiurma, una indígena palmera introvertida. Es fundadora y directora del grupo De Narices, asociación de artistas comprometidos que vestidos de payasos recorren hospitales. «Se trata de un proyecto que llena un anhelo que tuve desde que estudiaba interpretación, usar esos recursos para aportar mi granito de arena en el área social», explica. Además es profesional en las compañías teatrales Clownbaret y Helenaturbo Teatro. Hace unas semanas participó en la representación Mujeres con narices en el Teatro Guiniguada. A pesar de que reconoce que al principio le daban apuro las cámaras, ha aceptado el reto de protagonizar La Cueva de las mujeres. Ojel da vida a Sagrario, la mujer del Guardia Civil que visita los bailaderos junto al resto de mujeres calificadas de brujas, pese a la prohibición de su marido.
¿Cómo es Sagrario, tu personaje en La Cueva de las mujeres?
Sagrario es una persona que fue criada con unos valores y creencias, que por circunstancias de la vida tuvo que dejar a un lado. Quizá porque ella pensaba que iba a mejorar su realidad, pero pronto se da cuenta de que no es así. Pese a que en una primera impresión pueda parece débil, en su interior sigue conservando una marcada rebeldía. Se trata de un personaje muy fuerte, con las ideas claras.
¿Supone un reto para ti encarnar a esta mujer?
Desde el principio sentí que la entendía. Intenté no juzgar al personaje, para poder acercarme a ella y darle mi enfoque como actriz. Evité caer en el victimismo, una tentación que para una intérprete puede resultar peligroso a la hora de crear a un personaje con aristas, rico en detalles.
¿El personaje de Sagrario es el papel de tu vida?
Es uno de los papeles de mi vida. He tenido la suerte de representar a mujeres que admiro, ejemplos, no sólo para otras mujeres sino para toda la sociedad. Sagrario es una de ellas.
El papel de Sagrario es uno de los papeles de mi vida. He tenido la oportunidad de representar a mujeres que admiro
Trata un tema casi tabú y muy presente en la realidad canaria, como es la brujería, ¿crees que calará en la gente?
Es tan tabú que desconocía realmente lo que era la brujería en Canarias. Tuve que documentarme bastante en el proceso de creación del personaje. Me sorprendió descubrir que hay distintas corrientes de brujería en las islas y que se suele meter a todas en el mismo saco. Creo que va a calar porque el público va a descubrir una tradición canaria apasionante, se van a romper algunos esquemas.
¿Qué recorrido le prevés en festivales?
Ahora pienso en que la gente lo vea, en mostrar el trabajo. Ya llegará y espero que vaya bien, pero ahora estoy muy centrada en los tres estrenos que tenemos en la agenda.
¿Qué va a encontrar el espectador que acuda a ver el cortometraje?
Va a encontrar emotividad, ternura, misterio, rabia y dolor. Es el viaje que recorre el espectador durante el visionado del corto, con una última parada que no me gustaría adelantar.
Es la segunda vez que trabajas con Armando Ravelo, ¿qué tal te entiendes con él?
Es muy fácil para mí trabajar con Armando. Tiene las ideas claras, lo que hace que las líneas a seguir sean muy nítidas. Entiendo lo que quiere en cada momento y me otorga cierta libertad a la hora de crear que combinado con sus directrices terminan de dar el barniz adecuado para el personaje.
El espectador va a encontrar emotividad, ternura, misterio, rabia y dolor
Has sido principalmente actriz de teatro, ¿cómo te encuentras haciendo cine?
Antes de probar el cine, pensé que no me iba a gustar interpretar delante de una cámara. Quizá porque me sentía un poco cohibida, invadida por ese elemento que observa sin parar. Pero lo cierto es que he estado muy a gusto y con el tiempo me he podido abstraer y sentir la escena que al final es de lo que se trata.
Sigrid, llevas un proyecto que se llama De Narices, que son payasos que acuden a hospitales. Eres la fundadora y directora del mismo. ¿Qué nos puedes contar de esta iniciativa?
DeNarices es uno de los trabajos a los que espero dedicarme siempre. Se trata de un proyecto que llena un anhelo que tuve desde que estudiaba interpretación, usar esos recursos para aportar mi granito de arena en el área social. Mi deseo es que cada vez más compañeros y compañeras se sumen y pongamos nuestros talentos al servicio de la sociedad. Al principio trabajábamos en las plantas de pediatría y desde hace tres años hemos vinculado nuestra labor a la atención de los mayores, ya que pensamos que no se les tiene en cuenta como se debiera.
Tenemos que enriquecer nuestro trabajo, defenderlo y ayudar a las compañías a diversificar el panorama y que la industria crezca con fuerza
Para terminar, ¿qué potencialidades y qué trabas ves en la escena canaria en general?
Cada vez que salgo fuera a actuar con mis proyectos de teatro percibo lo difícil que es vivir de esto fuera, y que en Canarias no estamos tan mal como pensamos. Lo que tenemos es que enriquecer nuestro trabajo, defenderlo y ayudar a las compañías a diversificar el panorama y que la industria crezca con fuerza.
El tercer sector, todo el movimiento asociativo, es más complejo. Cuesta que se valore el trabajo pero seguimos picando piedra.
Y en cuanto al cine, tiene más dificultades porque faltan apoyos y porque no se cree en lo que hacemos aquí.