Aquello que se llama un “impasse teórico” en realidad no es otra cosa que un tropiezo de la práctica. Lo que Samir Amin expresaba era una deficiencia en el curso de la lucha que él llevaba adelante por todos los medios posibles contra el pensamiento colonialista e imperial mediante un respetable esfuerzo intelectual acerca del estado del mundo y su futuro; era sobre la teoría. En cuanto al momento por el que pasaba su vida, era un periodo caracterizado por la divergencia entre la necesidad de cambio después de la Gran Guerra y las condiciones sociales que se esperaba dieran una respuesta revolucionaria a esta necesidad. El problema era realmente importante; aun así las fuerzas con posibilidades de aportar una solución estaban dispersas y desorganizadas.
Cuando se consideran las tesis de Samir Amin sobre esta cuestión es muy difícil afirmar que su muerte es para nosotros “una pérdida irreemplazable”. Prácticamente, él hablaba al vacío. El alcance de su influencia no era capaz de convertirse en la respuesta a su gran esfuerzo. A pesar de haber sido seguido con avidez por un restringido círculo intelectual-académico, nunca consiguió acceder a la dinámica social que esperaba movilizar. Después de su muerte, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el de Bolivia, Evo Morales, hicieron declaraciones en las que transmitían sus condolencias. ¡Aunque parezca una broma para un teórico que no le atribuyó papel alguno al sector de la sociedad llamado “burguesía nacional” en la liberación de las colonias!
Indudablemente, no puede esperarse que examinemos aquí las tesis de Samir Amin sobre el imperialismo y las relaciones de dependencia, pero podríamos señalar algo acerca de la naturaleza del interés que ellas despiertan. Amin se enfrentó con las posiciones de los intelectuales de su época, que no albergaban esperanza alguna de una revolución proletaria y se habían planteado encontrar “una nueva teoría” que compensara esa desesperanza. A quienes disfrutaban paseándose en esos laberintos, proporcionó una base para deducir resultados que ni él mismo había imaginado. El principal aspecto del conflicto que abarcaba a todo el mundo en los sesenta y setenta del siglo pasado era la desintegración de las antiguas colonias y, en muchos países, el aumento de la lucha –particularmente en Vietnam– contra el imperialismo. Amin, que se había criado en una antigua colonia, pensaba que la cuestión, en lugar de estar basada en la relación de ciertos países con el imperialismo, tenía que ver con el momento que estaba viviendo el mundo. El camino que él tomó para analizar este momento desde un nivel teórico es –aunque difícil– una combinación de los opiniones de muchos intelectuales de Asia, África y América latina de ese tiempo. En resumen, podríamos afirmar: Samir Amin y muchos otros socialistas de las colonias estaban tratando de alumbrar el camino de sus respectivos países mediante una “teoría del socialismo” exento de Marx y Lenin. Particularmente los revolucionarios africanos, aunque por supuesto reconocían reverentemente a Marx, pero principalmente en la “teoría de la lucha de clases”, no creían que sus tesis contasen mucho en sus propias revoluciones. Y en cuanto a la consideración de que el concepto de lucha de clases tuviese que ver no solo con la relación entre la burguesía y el proletariado sino también con la relación entre opresor y oprimido a lo largo de la historia, ¡quizá no encontraran un momento para ello! No pudieron ver lo que El capital decía como “su propia historia”. ¡Este “relato” era el de la Europa del siglo pasado, y África no estaba ahí!
En esta línea, Samir Amín coincide fácilmente con Mao Zedong. Sobre todo, al considerar que el concepto de “Tercer Mundo” es eficaz e influyente, emprendió el trabajo teórico y organizativo en relación con esta cuestión. Podríamos definir su trayectoria como un intento de producir teoría en las fluctuaciones cotidianas del torbellino de las condiciones periódicas. Marx había fundado una teoría que era universal y que en su totalidad condensaba la historia y al mismo tiempo el futuro. Para los intelectuales de esta corriente, Marx fue ¡un pensador perteneciente al pasado! Vista desde este ángulo, “la imagen del proletariado” ¡no era la apropiada para encontrar un sitio en su búsqueda de la emancipación! Como tal, Samir Amin no objetó que de él se dijera que estaba “a favor de los marxistas”.
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Del otro lado, Samir Amin, en el entorno parisino en el que pasó casi toda su vida, jamás olvidó que había nacido en un país como Egipto, que había sido el centro del mundo durante miles de años aunque siglos después acabara siendo un país pobre, enfermo, ignorante y colonizado. Trabajó incansablemente no solo por su propio país sino también por la emancipación de todo un mundo compuesto por países como el suyo. Apoyó todas las luchas de este tipo en todo el planeta y participó en ellas. Todos sus artículos y libros están dedicados a la historia de las colonias y fueron escritos con sangre y lágrimas. No importa que sus tesis y su posición política puedan ser criticadas. La tenacidad de su apasionado antiimperialismo y la sincera devoción a la cultura en la que nació y a los pueblos merecen total reverencia.
* Artículo escrito por Aydin Cubucku. Originalmente publicado en Evrensel Daily, traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García. Samir Amin murió el pasado 12 de agosto. Fue un estudioso de las emancipaciones coloniales en todo el mundo y representa un pensamiento profundamente antiimperialista. El texto está publicado con permiso expreso de Rebelión.