Publicado originalmente el 25 de enero de 2016
Traición del subconsciente, rayo de lucidez, enajenación momentánea… se desconocen los motivos que impulsaron a Fernando Clavijo a decir, en una entrevista que le hizo Txema Santana allá por julio del año pasado, que hacía falta limitar el número de turistas en las Islas Canarias.
El titular corrió de red social en red social, casi a tanta velocidad como las rectificaciones del Presidente, y les reconozco que en aquel entonces, una parte de mí, supongo que emocional, inocente, se resistía a creer que el debate sobre el modelo turístico canario en las instituciones canarias fuera a durar lo que tardó en llegar a la oreja de Clavijo el tirón de ya saben ustedes quién: los que pagan las campañas, los que no se presentan a las elecciones, los detentadores del verdadero poder.
Coalición Canaria, la Coalición Canaria que nos ha llevado en volandas a este sistema económico debilitado, subdesarrollado, la del discurso pedigüeño y victimista de la ultraperificidad (ahora sorprendentemente asumido de buen grado por todas las fuerzas políticas parlamentarias), la misma Coalición Canaria que dice estar dispuesto a gobernar con quien sea en el Estado, la genuflexa a Soria y al Rey. La Coalición Canaria que no se entera de nada de lo que está pasando, que se está abriendo el melón del encaje territorial y su única diputada en el Parlamento español se dedica a dar palos de ciego entre artículos dando lecciones de ética política, críticas al nacionalismo (?), y remarcando su alergia a la política más allá del bipartidismo.
Esa Coalición Canaria, nunca ha dudado de cuál es el modelo que quiere para Canarias, y el otro día en Fitur Fernando Clavijo reforzó la línea que han venido desarrollando en las instituciones canarias prácticamente desde su existencia como organización.
Que el actual sistema económico solo reparta enormes riquezas a una parte muy minoritaria de la población canaria y que al resto solo le de empleo precario, unas tasas de desempleo escandalosas, cuantiosos problemas medioambientales, datos de pobreza alarmantes, corrupción institucional, etc… es un hecho para Coalición no muy significante.
Al menos, en primer lugar, es una realidad sobre la que, según ellos, no merece la pena legislar, ni regular, en todo caso se puede recomendar al lobby hotelero que haga lo que pueda, y que ya, en todo caso, se encargue la mano invisible del mercado.
Y en segundo lugar, en caso de intervenir, que sea para liberalizar suelo, eliminar «la maraña legal», finalizar la moratoria, y facilitar la implantación de más hoteles; que estas medidas, a juicio de Coalición, son las causantes de la situación tan crítica que viven las Islas Canarias.
Así como la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas o la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), Coalición Canaria tiene claro su modelo, siempre lo tuvo claro: lo poco que tiene de turístico es para enriquecer a una minoría hotelera ocupadora de suelo, extractora de capitales, potenciadora del turismo de masas y devoradora de productos vendibles.
Y lo mucho que tiene de especulativo pasa por volver a la construcción, la especulación inmobiliaria, a la sobresaturación de las costas canarias, y a la vorágine de las camas hoteleras.