
A la hora que sale publicado este artículo, nada me asegura que no haya una novedad más, una reacción más, una vuelta de tuerca más, de lo que es el culebrón político del verano en Canarias. Se las prometían muy felices en las islas las personas que iban a viajar o tenían que hacerlo a la Península Ibérica, el descuento que paga el Estado pasaba del 50 al 75%. En varias entrevistas escuché decir a Pedro Quevedo que el 29 o 30 de junio iba a estar habilitada la prima, que esperaran para comprar los billetes, que se iban a ahorrar un pico. A día 5 de julio, y al menos a la hora de publicación de este texto, que nace con vocación desfasada, el descuento sigue siendo del 50%.
El problema estriba en una supuesta mala redacción en la elaboración de la Ley que, presuntamente, y siempre según José Luis Ábalos, Ministro de Fomento, impide la aplicación de la Ley hasta finales de año. Ábalos lo soltó como una bomba en las Cortes, generando la teatral indignación de Ana Oramas. En ese momento, en el que se paró el reloj y dejaron de salir llenos los aviones a Madrid y Barcelona (modo ironía), había que buscar culpables en este culebrón. El Partido Popular redactó mal la Ley, lo que evita su aplicación inmediata. ¿Lo hizo para ganar tiempo y ahorrarse unos meses en el pago de la prima? ¿Preveían la Moción de Censura de Pedro Sánchez y le quisieron dejar el marrón? Hay que ser muy retorcido para creer en algunas de las dos teorías, pero en el mundo de la política todo es posible.
De esa redacción errónea no se percató ningún diputado canario, ni siquiera los que han apadrinado la iniciativa, Ana Oramas y Pedro Quevedo. Y mira que era distinto al texto que posibilitó la entrada en vigor del descuento del 75% en los billetes interinsulares. Aparte de la dejación de la función parlamentaria, además habiendo encabezado la iniciativa, queda ahora poco creíble todo lo que ha venido y vendrá. Nueva Canarias rompió el pacto que le unía al PSOE, en protesta por la no aplicación del descuento del 75% y a su vez tener unas prisas tremendas por poner en marcha el decreto ley de RTVE. Con acusaciones cruzadas, reproches y culpabilidades de todo tipo, se mueven los partidos políticos, a ver quién puede rentabilizar el conflicto, o al menos no quedar en ridículo.
El PSOE en el Gobierno, con los socialistas canarios en el papel de torpes bomberos, disimula afección y estudia aprobar el descuento del 75% este mismo viernes, mañana mismo. Por eso decía que este texto nace con fecha de caducidad, como un yogur de marca blanca que bajaron de precio. Sin embargo, para que el lector no piense que es una estafa, apuesto porque, efectivamente, durante este mes, si no mañana mismo, se aprobará el Real Decreto que permitirá a los canarios descontar el 75% al precio del billete a la Península Ibérica. En una escena emotiva, Quevedo y Oramas aplaudirán que Ábalos hizo en ese momento lo que pudo hacer el viernes pasado, empero en ese caso nos hubiéramos perdido esta interesante congreso-novela. Con todo, el PSOE conseguirá arrogarse el papel de salvador de la prima por billete y NC y CC se anotarán el tanto de la presión, que derribó el infranqueable muro de la burocracia. Ya Coalición está en ese camino. El PP dirá que lo dejaron todo preparadito, que los presupuestos son los mejores para Canarias gracias a ellos, y Ciudadanos… son muy españoles y mucho españoles. Mientras tanto Podemos dirá que son todos unos cafres menos ellos. El último punto será la reconciliación entre Nueva Canarias y PSOE. Las peleas de estos días en tertulias y las declaraciones cruzadas, dejarán paso a la reconciliación.
En un panorama en el que todos se quedarán contentos, en el que todos ganarán, como en las Elecciones, y en el que permitirán que los canarios alivien el precio del billete, planteo una nueva reflexión, y ahora sí me pongo serio. La corriente informativa ha sido asfixiante desde que se supo que no se iba a aplicar el descuento del 75% por un error de redacción en la Ley. Portadas, multitud de tertulias y columnas de opinión, sobre un affaire político y una ventaja cuyo impacto es relativo. El acento se sitúa en el plano de la grandísima ventaja que va a ser contar con billetes más baratos, o al menos, al nadie poder asegurar ese extremo, más subvencionados. Pero, ¿a cuántas canarias y canarios va a favorecer? Sin datos de por medio, el relato habla de personas que tienen que viajar para pruebas médicas, ver a familiares, estudiar una carrera o por motivos laborales. Lo sigo diciendo, en términos numéricos, ¿cuántas personas son en total? ¿Por qué no financiamos un billete médico a Estados Unidos, el billete a Venezuela para que los canarios se reencuentren con sus familiares o un billete desde Bélgica o Gran Bretaña porque un trabajador viene a ver a su familia? Yo no cuento con datos, pero conozco los casos. Ellos tampoco tienen…
En definitiva, se trata de, a falta de datos de necesidades perentorias, percepciones mediante las cuales ir a Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia tiene que ser financiado, mientras que ir a Bruselas, Caracas, Chicago o Düsseldorf, no tiene que serlo. Se ha escapado mucho en el debate de esta semana que la gente está esperando el descuento para comprar sus vacaciones. ¿El Estado tiene que sufragar las vacaciones de un ciudadano? Y sobre todo, y esto es más importante, ¿qué pasa con los canarios que no pueden viajar, esa importante masa de emergencia social desatendida? ¿No se podrían hacer muchas cosas para esta población con el dinero con el que se financian los billetes a España? Volviendo a los datos, ¿merece la pena una inversión de ese nivel para una minoría de la población? En el fondo percibo un halo de dependencia, financiamos que vayas a la Península Ibérica y desde aquí lo tiñen de necesidad, sin datos, claro. Y lo dice un estudiante que cursó sus estudios en Madrid y que se gastó mucho dinero en billetes carísimos, sobre todo porque no se controlan los precios máximos de las compañías aéreas, pero eso no puede estar por encima de todo lo demás.