Publicado originalmente el 8 de octubre de 2009
Ayer me invitaron a formar parte del grupo “Día de la Memoria Histórica en Canarias”. La invitación llegó de Canarii Historia de Canarias, el grupo en Facebook de la Revista de Historia Canaria que tan buen trabajo está haciendo en cuanto a la divulgación de los avatares de nuestro pequeño país atlántico. Se trata de instaurar el próximo 19 de octubre, aniversario del asesinato de Juan García “El Corredera”, Juan “El nuestro”, como fecha para el recuerdo por los fallecidos y represaliados del fascismo en Canarias. Inmediatamente me adherí y saludé la iniciativa. Sin embargo, hice no una objeción sino un comentario. Básicamente, me limité a expresar mi opinión de que, como bien dice el articulista Francisco Javier González en Magec, en Canarias “hay más de una” memoria histórica. Reducir los debates sobre la memoria histórica a las consecuencias de la represión del bando alzado y el gobierno de la Dictadura en las islas sería no sólo imitar acríticamente los debates acerca de la cuestión en el resto del Estado español, caer una vez más en el empobrecedor sucursalismo. También implicaría cercenar una vez más la Historia de Canarias presentándola –voluntaria o involuntariamente- como ese “feliz encuentro de pueblos y culturas” con el que la historiografía franquista quiso adornar la conquista y posterior colonización para mayor gloria de España. Hablar de memoria histórica en Canarias debe suponer hablar de Fyffes y la Sima de Jinámar, así como del “perdón” de los gomeros o Alonso Fernández de Lugo. Debe tener que ver con figuras históricas como “El Corredera” pero también con Secundino Delgado, víctima del “carnicero de Cuba”, Valeriano Weyler. Un día de la Memoria Histórica en Canarias no debe ser como un Día de la Memoria Histórica en Cantabria, La Rioja o Murcia. Nuestra historia es distinta, somos distintos. No puedo pensar en más flaco favor a la memoria que la desmemoria selectiva, ahondar en esa visión neblinada acerca de nuestra historia según la cual Canarias es siempre en función de España, nunca por sí misma. Sólo evitando esto último podremos comenzar a cerrar heridas.