Una bandera española cubre y daña (no sabemos si irremisiblemente) grabados indígenas en la Montaña de Jaifa, Fuerteventura. El simbolismo es claro: el pasado indígena de los canarios es incompatible con lo español. España se impuso y se impone sobre lo indígena, que desprecia y rechaza. Ser español es abandonar lo indígena, lo guanche, lo maho, la cultura canaria antigua no tiene posibilidad ninguna de integración y acogida en su historia o cultura. La asimilación es la única opción. La uniformización, el olvido de nuestros orígenes. España no tiene sitio para ellos. Ese es el mensaje que transmite este atentado contra el patrimonio cultural, fiel reflejo del ambiente asfixiante que ha terminado por instalarse en todo el Estado. No hay que olvidar tampoco la avasalladora presencia del ejército en Fuerteventura.
«El centralismo, para que el pueblo apresado en sus redes no logre escapar, juega con todas las amarras y, entre ellas, el anti-indigenismo –desvalorización de la historia anterior a la conquista–. Desfigura así y distorsiona nuestro pasado indígena al que tilda de nefasto, cargado de incultura y caracterizado por la superstición. El anti-indigenismo –creado por el centralismo– juega así con la perversión de la verdad para abortar nuestro recuerdo al pasado, al que temen porque lo descubren denso y fecundo de liberación«. MANUEL ALEMÁN ÁLAMO: Psicología del hombre canario, 1980