Los cuentos son como la vida misma. Reafirman conceptos, creencias, generalizaciones falaces y clichés. Las historias que las factorías capitalistas enseñan a las niñas y niños son una serie de clichés preestablecidos que consolidan un pensamiento dominante en el que la mujer tiene un rol y el hombre otro. «Las madres se empeñan, basadas en las historias que leían y veían en su infancia, en inculcar a sus hijas e hijos las historias de princesas, cuando en esas historias el príncipe es un machista insoportable», señala Pepa Aurora.
El primer príncipe de este cuento es de izquierda, anticapitalista, pero tan machista como un varón de derechas. Siempre pone todas las aristas por delante de la lucha de las mujeres, la lucha de clases, la supremacía cultural, el estudio de los clásicos, llamados como tales a Marx, Engels o Lenin… Dice defender la igualdad, pero no la aplica. Es republicano, pero es un príncipe con un machismo insoportable.
El segundo príncipe de mi cuento es un nacionalista o independentista. Antes que la lucha de la mujeres estará la descolonización, la obtención de un Estatuto de Autonomía más avanzado, la identidad nacional, la cultura tradicional… Aunque detesta el colonialismo, es un príncipe que limita el espacio de las mujeres, su discurso asume la testosterona como algo recurrente y aparta a la mujer, porque la urgencia manda. Se sorprende por qué no hay muchas mujeres en su movimiento, pero el ambiente está hipermasculinizado y con una cierta carga de violencia.
El tercer príncipe es un modernito progresista cool. Sea un runner, un hipster, un consumidor de series americanas de violencia, este príncipe se caracteriza por el uso de expresiones racistas, machistas, de términos como feminazis y, a pesar de ser de izquierda, de palabra, y haberse leído a Varoufakis, haber votado a Pablo Iglesias o estar indignado por las condiciones laborales de su novia, no considera que la lucha de la mujer, la brecha salarial o el tratamiento como objeto sea un problema prioritario.
Tertulias, horas de tele y horas de radio han enfrentado a impulsoras y detractoras de la huelga. Unas que sí, que la brecha salarial es notoria, en Canarias se cifra en torno a un 15% y otras que no, que hay otras formas de protestar. La agenda política ha atendido la problemática por el eco que ha suscitado, pero las soluciones siguen siendo limitadas. El presidente del Estado decía hace unas semanas que no es una prioridad, pidiendo al entrevistador que «no nos metamos en eso». A veces el simbolismo vale más que las razones…
Pero incluso en ese terreno, en el concerniente a lo simbólico las razones para la huelga la convierte en necesaria. «Y uno de los delitos más graves que existía para el Tribunal de la Inquisición era el de ser bruja y practicar la brujería. ¡Pobre Juana Catalina que fue apresada por los inquisidores y separada de su familia…! ¡Cuánto sufrió la lejanía!», seguimos con Pepa Aurora, esto es un extracto de Juana Catalina: la última bruja de Canarias y sus descendientes en el siglo XXI y otros cuentos, en la que cuenta, en un tomo infantil, la historia de Juana Catalina, la última bruja juzgada por la Inquisición en Canarias. ¿Qué es la brujería sino la censura de unas prácticas ancestrales y eminentemente femeninas? Primer motivo, por brujas.
Canta la artista chilena Mon Laferte en su canción «Trátame bien»: «No me trates mal/ No me grites que la lengua se te puede quemar/ No me trates mal/ Que no entiendes que me duele tanto tanto/ Tratame bien, bien, bien, bien». Hasta suplicando tienen que pedir un buen trato muchas mujeres canarias, del mundo. Un principio, básico, esencial, inalienable a la condición humana. Mujeres mueren por el hecho de ser mujeres, mujeres viven oprimidas por el hecho de ser mujeres, mujeres viven asustadas por el hecho de ser mujeres. Segundo motivo, por maltratadas.
Aunque parezca una obviedad, el hombre que disfruta libremente de su sexualidad es un triunfador. La mujer una «cualquiera». Es una de las aristas de la mujer como objeto, de la cosificación de la mujer, el tercer motivo. Recuerden los fin de año y los debates sobre los trajes de Eloisa González. En ningún momento se argumenta la libertad de Eloisa de elegir su traje, del posible uso del marketing televisivo del cuerpo de la mujer, sino se ataca directamente a la protagonista.
Una de las cosas que más me llamó la atención de La última tentación de Cristo de Martin Scorsese fue que María Magdalena y otras mujeres estaban en la mesa con Jesús en la escena de la última cena. La religión, como aspecto histórico cuyo desarrollo es fácilmente manipulable, obvia la figura de la mujer. La Virgen María, en su pureza tuvo que concebir a Cristo por obra y gracia del Espíritu Santo. María Magdalena no existe para la oficialidad, más allá de su presunta profesión. Es solo un aspecto en la que la mujer está invisibilida en la historia, podríamos hablar de las artistas ignoradas que pintaron cuadros, escribieron libros o compusieron obras que luego se apropiaron hombres. Por invisibles, cuarto motivo.
Sigamos y tratemos la mujer en el trabajo, un argumento económico y que afecta a lo cotidiano, volviendo a nombrar la brecha salarial para misma ocupación que los hombres. En el acceso a un puesto de trabajo están sometidas a preguntas personales, tipo «¿tienes novio?» o «¿piensas quedarte embarazada?». Sobre todo la segunda limita el acceso. Luego el acoso en el mismo, sometida a miradas lascivas o a propuestas indecentes de los que no entienden que un no es no. Incluso con un trabajo normal, siguen corriendo con el peso del cuidado de los hijos y de la limpieza y tareas del hogar, dando lugar a la mujer 10. ¿Por qué no se le pide al hombre que haga lo mismo? Aliviaría la carga. Quinto motivo, por explotadas y no valoradas.
Nuestros príncipes, convertidos en machistas insoportables, ya conocen cinco argumentos, unos simbólicos y otros de índole económica. Hay muchos más, pero son solo algunos. Si todavía piensas que hay que postergar la lucha por unas condiciones dignas, para empoderar otras batallas, no te das cuenta que sin pelear por esta parte no se van a conseguir las otras, o al menos las harán más difíciles. A veces un príncipe, aunque azul, rojo, verde o negro, pese a ser republicano, independentista, nacionalista, marxista, anarquista, modernito, cool, runner o hipster, es un machista insoportable. Bien lo dice Pepa Aurora. Por cierto, que algunos poemas de la escritora de cuentos infantiles, nacida en Agüimes, han sido seleccionados como lecturas obligatorias en las escuelas para niños hispanos de Estados Unidos. Mujer y del sur del sur, pero universal.