Ayer se producía un accidente múltiple en la GC-1 a la altura del Aeropuerto de Gran Canaria. La noticia hablaba de importantes retenciones que duraron buena parte de la mañana. Antier un accidente en la GC-3 produjo colas que bloquearon la GC-1 desde La Laja hasta el sureste. El pasado 4 de enero el colapso ocupó desde Vecindario hasta Jinámar.
Así casi a diario, con repuntes en fechas navideñas, de rebajas, de visitas masivas a Centros Comerciales o por la apertura de algún nuevo centro, pero es una tónica habitual. Ni siquiera el Centro Comercial Los Alisios redujo la cantidad de retenciones en la GC-1, que tiene varios puntos negros de tráfico. Uno de ellos es La Mareta, zona comercial y que soporta un tráfico diario caótico, de personas que se incorporan desde Telde y buena parte de la línea costera teldense. ¿Por dónde pasa la solución? Algunos apuntan a un cuarto carril en la autovía. La alcaldesa, Carmen Hernández, defraudó a los yonquis del alquitrán apuntando que «la solución a los atascos en la GC-1 está en la mejora del transporte público». Cree que el cuarto carril y la mejora en los accesos son soluciones si acaso temporales.
Es lo que se le pide a un representante público, que ayude a cambiar la mentalidad de un modelo nocivo, tanto en el plano medioambiental como en el de seguridad e incluso en el tiempo de vida de las personas. En lo medioambiental, un informe de Ben Magec señala que en Canarias estamos expuestos a niveles de contaminación más altos que los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, influye el nivel de tráfico que soportamos. Otro estudio de hace algunos años indica que Las Palmas de Gran Canaria es la cuarta ciudad con más congestión de tráfico del Estado, solo superada por Madrid, Barcelona y Palma de Mallorca.
No obstante Las Palmas de Gran Canaria cuenta con 700 coches por cada 1.000 habitantes. Madrid, por contrastar, tiene 420. La media en general de Canarias se acerca a los 700 coches. Son datos extraídos del Alegatox expuesto por Heriberto Dávila, Director General de Movilidad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canarias, en el Foro Bucio 2017. Por lo tanto, tenemos un problema también en la capital de la isla, donde las políticas de fomento del transporte público no han fructificado, a tenor de los datos. Pero no hablamos solo de la GC-1, población del sureste y del superpoblado y lleno de Centros Comerciales municipio de Telde, y de Las Palmas de Gran Canaria, sino que lo podríamos llevar también a la autovía del norte. En esa vía, por donde transita la GC-3 y que cuenta con otros espacios comerciales, también tiene problemas de tráfico cada mañana.
Si nos vamos a Lanzarote, Heriberto Dávila expone en su charla que tiene 730 coches por cada 1.000 habitantes, más que Las Palmas de Gran Canaria. En Tenerife son conocidos los problemas de tráfico sobre todo en la autovía del norte, la TF-5, que incluso ha llevado a Carlos Alonso, presidente del Cabildo de Tenerife, a proponer cambiar los horarios de clase de la ULL. Por lo tanto, tenemos un problema. Ningún informe asegura que la solución sean más carreteras, mejores accesos, más carriles… El cambio pasa por un cambio de mentalidad. Un modelo más sostenible, mayor desarrollo del transporte público, los vehículos no contaminantes y por qué no, cubrir los trayectos razonables a pie. Otras medidas podrían ser crear carriles VAO (vehículos de alta ocupación) y limitar el acceso a las grandes urbes, como ya están haciendo muchas ciudades. En este sentido, estimo una buena medida los aparcamientos lanzaderas, con posibilidad de desplazarse cómodamente al lugar deseado de la ciudad en transporte público.
El coche ha ganado la batalla al peatón, pero también a la guagua, y al transporte público en general. Reitero que el problema no se va a solucionar con más carreteras en una isla, por ejemplo, como Gran Canaria, con una altísima densidad de población. Anímese a dejar el coche y a explorar otras opciones. La vida puede ser maravillosa fuera del asiento de su vehículo, cogiendo nervios y gastando dinero en combustible y tiempo de su vida en esperas. Por el lado de la gestión pública, garantizar alternativas razonables. No concibo otra solución que no pase por una cultura distinta en materia de movilidad, he ahí la clave. Mientras sigamos atascados, mentalmente y en caravana, ninguna varita mágica en forma de convenio de carreteras, nos va a mejorar la vida.